sábado, 27 de diciembre de 2008

Un día con Freddy Valdés, exclusiva para E! entertainment

Era una tarde como tantas otras, una de esas tardes en la que nadie es capaz de encontrar amparo siquiera en la vanidad. Había poco viento y el sol estaba sólo por compromiso soportando allí en el cielo los tajos que le causan los pararrayos de los edificios de ciudad (de esta ciudad).
Tras algunos minutos de incertidumbre notó que sus pensamientos eran un tanto más oscuros de lo normal. No le importó en ese momento y siguió bailando como bailan todos los que tienen algo urgente galopando en la cabeza.
Se cargó en sus espaldas la mochila que lleva consigo a todos lados sin saber aún con qué didáctico fin, lo hizo esforzándose en silenciar su alma para oír con más serenidad el galope que le decía, en la cabeza, a que lado debía salir (rápido, muy rápido) para seguir viviendo aquella realidad..
Salió, entró, y nuevamente volvió a salir creyéndose seguro que ya nada podía enfurecer su cada vez más tardía salida.
Al pisar la ciudad notó al instante que aquel era uno de esos días en el que las avenidas no le pertenecen, siquiera por caridad o herencia. No supo si sentirse feliz o triste con tal hallazgo, el galope se desordenó y escapó dejando en su motor un silencio espectral. Sus pies se movían comandados por recuerdos, pues no había nada entero y sano que fuese real y capaz de hacerlo reaccionar.
La tenue lluvia acompañó su andar hasta que se perdió, una vez más, por las calles lindantes a la avenida.
Aquel día, y otros similares, dignos de esa calaña, hacían que Freddy Valdés decidiera caminar por calles tristes y vacías, buscando tal vez la sensación de sentirse rey de algún metro cuadrado, de sentirse vivo cual niño llorón perdido por alguna callejuela del cementerio de la chacarita. Él, en el fondo, no era conciente que sus ojos estaban cerrados, entonces marchaba como viendo delante suyo una escena repetida que no hacía otra cosa que ahuyentar de su cabeza cualquier recuerdo de galopes, necesidades, crisis, afectos y aromas…
Caminó por horas, muchas horas. Caminó tan parsimoniosamente que finalmente llegó al sitio que esperaba llegar. Tarde, como de costumbre, su esqueleto se hizo presente en el sitio que su cabeza necesitaba para volver a abrir las tranqueras a las mulas que dan galope constante y sin cesar.
Aquellos son los días en los que más odia la ciudad, pero no puede hacer nada para evitarlo. Ella le da (cada tanto) algún que otro golpecito ligero que lo pierde por sus infinitos adornados de escombros edificados y recetas innovadores con manchas de publicidad.
Eso es todo, no hay mucho más. Eso es lo que Freddy Valdés entiende, cada tanto, por vivir.

martes, 11 de noviembre de 2008

mi genio amor

Mi genio amor.

carlos solari

Si empiezo a desconfiar
de mi suerte estoy perdido,
pues tengo ideas
cada vez menos atrevidas.
Pero cerca, aquí cerca el lobo aúlla
despertando al mal hombre,
al mago bueno
con un corazón que no puede
cumplir más promesas ya.

Los genios son buenos servidores
y malos amos.
Si les has visto primorosos
caíste en el lazo.
Tu bolsillo es más profundo que su gracia
y calcular su coraje
puede llevarle la vida
a un corazón que no puede
cumplir más promesas ya.

Yo te saqué un día de allí
y me encadené.
Te obedecí hasta donde pude
mi genio amor.
Me pude apartar de tu corazón
en otro crimen más
y me alejé de tu seducción
y tu dulce voz

Tu dulce voz.

lunes, 27 de octubre de 2008

Creo que no recordar en qué momento se nos iba esto de la manos fue la mejor artimaña que me creí anoche, cuando en el fondo sé que nunca podré olvidar que estaba clarísimo detrás de nuestros ojos; pero nos sonreímos, como nos gusta hacerlo.
El tiempo tiró sólo un par de aquellos misiles que cada tanto te diseñan una ciudad y así, acostumbrándonos a los nuevos cambios, hemos estado deambulando la alegría de acordarnos el momento en el que esto se nos fue de las manos a la vez que nos deslumbramos con las vidrieras de esta nueva city.
Es tan crudo como imaginarme que mis ídolos ya han fracasado, y no porque lo hayan sino, sino porque aún me importa y cada tanto muero por conseguir alguno nuevo.
Me contó (y seamos prudentes a la hora de creernos que él ya se fue acá, o que nunca estuvo) que viene con furias infernales por haber vuelto de aquel lugar al que sueña que lo mandé, me mira a los ojos no pudiendo olvidar que él estuvo en el momento en que esto se nos iba de las manos, lo sabe, por eso ha vuelto.
Nos miramos serios, él no me dijo nada, solo me obsequió un cachetazo para tumbarme de cara al pasado y yo, de rodillas, pude ver el momento en que lo eché.

En definitiva volvió para demostrar que no puedo ser él, que no tengo ni la paciencia para tolerar los fuegos que le calientan la sopa, ni el orgullo como para volver ostentoso a obligar que me pidan perdón. Nunca podré serlo.

Adivina cuando me dice que siempre supe en que momento debería dejar que esto se me fuera de las manos. No se lo digo porque lo sabe y se le nota, hace tiempo que no veo a nadie respirar tan feo.

Bueno, volvió.

¿Trajo fotos?

sábado, 11 de octubre de 2008

A los seres que saben con que música van a despertar, solo tengo por decirles que de a ratos los envidio, pero solo de a ratos, y son aquellos ratos en los que mi alma no se acuerda de serlo y, ocasionalmente, sucede cada día más. Por esto mismo compañeros he decidido el precio de vivir, la tomé por los brazos de la conciencia y la guardé muy abajo, dentro de un cajón, allí donde estoy seguro que ni el polvo ni las lágrimas la van a poder acariciar.
Tétrico precio este de vivir sin alma, más aún en estos días; será un sádico modo de ver a todos desde un balcón, con el arma más letal de todas que hace las veces de mi. La cabeza me lleva desbocado, el corazón galopa pero no tiene control, el alma no manda allá dentro del cajón quizás porque ahora (¡al fin!) no se olvida de serlo… muy abajo queda todo signo de dolor.
He decidido cuidarla y nadie hará que no sea así, después de todo, caballeros, no es tan triste la vida del francotirador, tan sólo un sádico modo de andar.
Miraré todo desde este balcón, del que cada mañana solo veré nubes y lluvia, frío y tempestad, ¡¿cómo diablos no cuidar el alma si esto no es vivir?!
Es el chiste de crecer como perros enjaulados, domesticados, envenados con licores que llamamos alimento y muchas veces amor, ciegos ante las miradas de los otros para no vernos como canes en ellas.
Guardé mi alma ahí abajo, dentro del cajón, bajo la promesa de qué sabrá cuándo salir, tiene la obligación de curarse y ya nunca olvidarse de ser quién es.

"Tan solo una nena con cintura de viento pa´ afrontar la tempestad
Tan solo una nena con licores en el alma pa´ traer el carnaval
Llevo la piel vencida pero con sabor a libertad,
Llevo la mente gastada pero todavía guarda una vuelta más…
Tan solo una nena sin fronteras pa´ soñar con llegar
Tan solo una nena sin corazón pa´ que no me pueda amar

Es todo poco, no alcanza con tu viento color Rolling Stone
Es todo mucho, nos sobrepasa tu fiebre color Pink Floyd..."

domingo, 5 de octubre de 2008

"Los árboles rodeándome
puedo verte descubriéndome
en las copas, que se vuelcan en la brisa
y descubro que me hablas y yo
soy presa y parte
de la lengua que me habla
me habla sin palabras."

Hoy quiso llamarse como aquel superhéroe que supo ser una noche, adornó con unos cuantos colores su moderna apariencia ante los ojos de un auditorio que creyó más propio que de costumbre. Supuso que sus letras iban a ser las más bonitas de este nuevo espacio, las más invisibles de esta realidad; estaba sentado en un altar al que solo se llegaba gritando y, como no podía ser de otra manera, sus dedos bailaban veloces (feroces) esta nueva ruidosa danza que marca la muerte al ritmo de la desprolijidad.
Era un cáncer más en la noche, iba deseoso de herir con sus promesas inconclusas hasta de invención; no cabían en sus ojos luces de capacidad, su alma era todo intento (con lo que significa en estos días vivir a prueba y error).
El vino era rico y emborrachaba solo si él podía beberlo, mientras tanto a su alcance estaban los licores que nadie (nunca) quiere beber cuando se transita por la luz, pero creo que es justo ponerse un instante en su lugar…
Vivir años en las noches, sin más compañía que un humo que mata y un fuego que nunca quema no puede ser nunca buena experiencia, una buena educación. Crecer chupando vanidades ajenas y bebiendo de flores muertas, pisadas y pasadas; sonreír bien adentro, o bien de noche, donde nadie nunca puede verlo, jugar despacio para no molestar a los palos que no tenían mejor chiste que vigilar. No debió haber sido fácil vivir en un reino así.
Llegó a ser rey, tuvo sueños de libertad en los que se codeaba con lo seres más dignos que su imaginación podía crear, creció moldeando mentiras como ideal, después de todo al mundo, siempre, le avergonzaría su sombra y eso no iba a cambiar.
Hoy quiso llamarse como aquel superhéroe que supo ser la noche en que batalló contra el dragón, la noche en que finalmente murió. Es fácil (y divertido) volver a matarlo, pero si a cada paso muere un poco más no somos sino menos que él,… si acaso somos nosotros los que nunca quisimos luchar con el dragón, si somos nosotros quienes lo tenemos escondido detrás de la imaginación.
El mundo se burla del superhéroe que quiso ser, nos miramos (siempre nos miramos) y no entendemos que la suya es una nueva forma digna de morir, tal vez carente de toda realidad, podrá ser, pero no podemos afirmar que ella sea un mejor lugar.

Así, el mundo nos tiene como a bobos con boberías y, es este, el peor momento que hay perder la bobería y ser un bobo sin razón

Diría un estúpido días antes de navidad que es como encontrarle la gracia al chiste y no poderlo contar, no sólo porque nuestra inherente bobera nos dificulte hacerlo, sino porque además casi nadie lo quiere conocer, casi nadie aceptaría vivir como un bobo sin una aparente razón. Es más fácil (siempre) no darse de cuenta de lo que se es, transitando toda la vida pensando en el demás.
Así vamos caballeros, rendidos ante el cielo, esperando algún suceso que los llene de ganas de escuchar, esperando a algún cuerpo que se anime a sangrar, esperando a alguna piedra que se anime a romper algún cristal, esperando el agua que no nos va a apagar.
Así vamos a ningún lado caballeros, no sabemos a dónde correr… y cuando creemos que podemos encontrar algún lugar, nuestra bobera se encarga de anestesiarnos ante la realidad.
Quien venga del suceso que nos haga despertar, quien sea el cuerpo que se anime a sangrar, quien tenga la mano que recoja la piedra para lanzarla contra los cristales del cielo, quien beba del agua que nos pueda apagar, sepa que aquí estamos y sepa, también, que nos debe pasar a buscar.

(...) Eterno atardecer, sentado al borde del abismo más profundo.
¿Quién puede descorrer el velo que una vez lo hizo todo tan absurdo?
Que feo se puso el cielo detrás de la imaginación, allí a donde solo llegan esos dolores que son rudos y preferís dejar pasar. La manera salvaje ya no te sale gratis y te herís el ojo con el que juzgás por no prender la luz, así vamos todos regalados, no vemos que no importa el orden en la fila aunque con eso distraigamos toda nuestra existencia.
Nos empujamos cada vez más feo, cada vez con menor amor, nuestras manos no obedecen nuestro destino, solo quieren un poco más de sal, ¿será que tal vez de ese modo finalmente podamos pensar?, no creo que sea cierto que allí, detrás de la imaginación, las cosas se olviden solo porque las dejamos pasar.
Las conversaciones frente a la luna son tan baratas que hasta desconfiamos de su calidad, somos sordos que rezamos y creemos escuchar que detrás de la imaginación, donde se amontonan los dolores, suenan tiros que nos quieren ver mejor.
Que feo se puso el cielo detrás de la imaginación, el teatro ya no alcanza para hacernos sentir que nos hemos salido con la nuestra, que hemos acabo la enfermedad; el cielo se nos pone cada día más feo y en este teatro hasta un suspiro huele mal. Nos miramos a los ojos, no ocultamos nada y ese no es el problema, el drama es que no tenemos nada que mostrar. Todo permanece detrás de la imaginación, allí donde lo tiros reales no encuentra nada por matar y nos hacen agujeros que sentimos cada día más. Los dolores no se amontonan, no seamos tan idiotas de pensar que nosotros podemos pensar.




Esa bomba de hoy, la que llevás entre tus manos
la que nadie te ofreció, eso es todo y sin embargo
haré una excepción, por haber nacido humano.
Somos hijos del amor, eso es todo y sin embargo.

Moriremos frente al mar, de todo lo que has llorado.
No se puede destruir todo el sueño sin soñarlo.

Ese nuevo amor, es el nuevo amo,
él ya no quiere ser feliz, eso es todo y sin embargo
habrá una canción para el mal nacido hermano,
Hijo del dolor, eso es todo y sin embargo.

Cada palpitación late una muerte.
Cada palpitación late más fuerte.

Entre lo que sos y lo que hay de malo
sólo late tu verdad, eso es todo y sin embargo.

Moriremos frente al mar de todo lo que has llorado
no se puede construir todo el sueño sin soñarlo.

Cada palpitación late una muerte.
Cada palpitación late más fuerte.

sábado, 4 de octubre de 2008

Perdón compañeros, quise sentir que no los podría lastimar.
Están las manos predispuestas, el alma casi desangrada, y yo, al menos yo, no podía ser menos (y menos en la noche).
Cuan decentes eran los sueños que rodeaban el alma del tipo que era bueno porque (¿y por qué?) tenía miedo, las caricias solo lo hacían olvidar que él también vivía aquí y así iba, ofreciendo su cabeza antes que su corazón, creyendo que el mundo siempre podía renacer, que él siempre podía subirse a algún amanecer.
Sonreía por demás y era incómodo que no lo pudiese ver, ordenaba las palabras como queriendo sorprender a seres que nunca iban con la cabeza, como lo hacía él, sino que ponían primero (para mutilar) el corazón. Apreciaba las miradas creyendo que podía descifrarlas, siendo que verdaderamente detrás de los ojos solo se escondía la nada, la misma que lo maltrató durante décadas y que se volvía a burlar, en cada oportunidad, de él.
Cuan decentes eran los consejos de aquellos que siempre podían ver que él no era así, como ellos. Se ha colonizado por demás a su cabeza, se ha dejado abandonado el corazón, esto es el final de la ¿historia? pero también es el comienzo… no podía amanecer sin ser así el mundo, esta no iba a ser le excepción que quiebre el redondel.
Cuan dolorosas eran sus noches cuando la cabeza dormía pero el corazón no…, su mundo procesaba al otro y el otro se reía de cara a su corazón, aquel que lo veía todo pero nada podía decir, ¿quién le iría a creer, a escuchar? El dolor se le hizo un mal síntoma, del cual no encontraba una explicación, sólo malos consejos que procesaba en sueños por la noches, queriendo amanecer para poder olvidar.
Están todos dispuestos, geométricamente desordenados frente a su alma ahora desnuda, el mayor de nosotros se mira las manos y no sabe con qué intención empezar, el menor destraba y desajusta su cinturón (ni en sueños pudo haber sido mejor), algunos juntaban fuego con los ojos mientras otros retornaban invictos de otro partido con dios; todos venían con risas de comer.
Su corazón empezó a morir a los gritos sordos, el diablo que tantas veces quiso ser le tomaba la mano y le apretaba un solo pulmón, jugando con el chiste de hacerle creer que podía morir si él solo decidía hacerlo… (no había intenciones de dejarlo morir); a sus pies la sangre que goteaba de su pelo humedecía con rudas (y casi negras) gotas los pocos recuerdos que se habían solidarizado para la ocasión.
Cuan escasos eran los cuchillos que lo podían ayudar, más escasas eran las voces que decían que él estaba así.

A la mañana siguiente despertó como lo hacía en todas aquellas que tuvieran la alegría de encontrarlo vivo para verlo sufrir, bien despacito. Ordenó en su cabeza el mundo que procesó mientras moría por la noche y, como de costumbre, se comió sin asco, pero con mucha culpa, la sensación de un síntoma que sugería que algo andaba mal.
Tan solo un síntoma, no esperes y no busques más.

Que enfermos están todos, nos miramos en el espejo cada vez que queremos ver lo que no podemos ser, aquello que nadie más que nosotros cree, aquello que todavía duele y no podemos dejar de sentir; que enfermos todos que nos miramos y nos vemos, que nos escondemos de nosotros confundiendo nuestros rostros, engañando nuestros sentidos, maquillando nuestros olores, nos sabe rico el chiste de jugar a ser otra persona y hasta podemos pensar como reyes y también vagabundos. Podemos acariciar las manos linda por horas, podemos beber de los venenos más deliciosos, pero cuando acariciar se nos hace aburrido empezamos a arañar, hundiendo las uñas filosas sobre la piel de aquel que queremos amar, escupiendo sobre rostros todo el veneno que nos han hecho tragar.

Así se gana el juego, hay que saber herir y hay que tener mucho miedo, así (y solamente así) vamos a poder pensar que hemos resistido hasta al final; así y solo así vamos a poder mirarnos al espejo y tragarnos la saliva que no es nuestra pero que bien podría serlo una noche.

Que feo reloj para decirte a qué hora deberás morir, que fea sonrisa te espera por no ser quien tenías que ser, quien viniste a ser.

Me cago en la puta que los parió (... a los dos)

...¿Podré olvidarte… o me acordaré toda la vida de vos?...

Fuiste el último que desapareció; el que esperaba, lo juro, que nunca lo hiciera.
Tus palabras quedaron hechas trizas con la realidad.
No te vayas a pensar que fue todo arte de tu parodia,
sólo hubo herramientas de un chiste más,…
Esta vez fuiste más lejos de lo que podés soñar,
hay corazones que no se traicionan y (al menos yo) me creí que lo sabías bien.
Pueden nadar tus recuerdos en vino durante toda una eternidad,
ya no me preocupa ni tu modo de caminar,
(la guarida ya la conozco) me copiaste la locación;
¿será que tu sueño es ahora el mío y es eso lo que no podés ver?.
El miedo se te hizo carne y pasarte no es difícil, sólo basta con crecer, con creer....
Te escupo en el alma con mis letras (al menos intento poder reír de verdad);
el chiste no fue bueno y me consuela que vos lo sepas muy bien.
Pueden las letras invadirme durante años,
(sabrás que este era un amor de aquellos que no se deben lastimar, de aquellos que no se deben abandonar)
pero no lo harán...
El breve paso de conciencia me dice que, a partir de hoy,
tanta soledad me puede hacer vacilar de más (una vez más).
Vas a ver por la noche que el cielo ya no es sólo tuyo,
que ahora un alma más te acecha, que si el cielo puede ser suyo pues irá por él…


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En cuanto a vos no tengo mucho por decir,
después de todo creíste en un mundo que destruí, en un mundo que olvidé,
(en un mundo del cual te eché…)
Te pido perdón por haberme animado a robarte el cielo,
y por haber soñado con volver a regalártelo cuando ya no te interesaba…
(¿¡No ves que la eternidad mañana acaba y te vas!?)
Tu sueño ahora tiene otro nombre, otra risa, otro dolor,
…otras mañas (nada, ¡nunca!, lo sabré…)
De nada sirve (me digo) que me dedique a adivinar tus maneras de mirar
Entiendo que durante los años que escapé vos te curtiste con el dolor que hoy me cobija,
(que quiere hacer escuela en mí…)
Ya pasaste por acá, vas varios dolores por delante de mí
(me lo tengo merecido; me quejo pero me lo tengo merecido).
Tuve el cielo y no lo quise tocar,
no pude ver que era un tipo fácil de confundir, que otra alma me distraía la mirada,
que otras sonrisas me daban tela por cortar, que otra alma me podía hacer soñar.
Me diste un reino que deje conquistar, así de sencillo veo el chiste, la realidad…
pero te juro que ahora es amor, por una puta vez vuelve a ser amor..
(Perdón, pero entendé que te culpe por no dejarme ser, por no dejarme vivir).

lunes, 1 de septiembre de 2008

Yo ya sé

No va a poder ser, nuevamente todo ha sido resuelto por otras manos
Sin embargo tengo algo más para darte, quizás un poco de alegría te haga sentir algo (un poco) mejor…
Tal vez mañana, antes de que llegue, puedas ver que siempre fue así.
Los asuntos son tan propios como ajenos ante los ojos de aquel buen señor,
tan honestos como turbios, (tan nuestros), tan míos y tan tuyos que nadie, nunca, ha podido alterar el fin.
Te conozco el sueño, el de hoy, el de ayer y el de toda la vida…
muchas veces te traje sólo frío, muchas sólo viento, muchas sólo piedad…
Sé que me has temido, que he sido peligro,… oscuridad, sé que me has faltado el respeto.
Sé que ante tus ojos no ha habido nunca tanta verdad como la que aquí te traigo…
No te pongo sombras, no te siembro fantasmas, no te hago el mal,
tan sólo vos con tu sugestión, con tu alma que teme y mete soledad…
He vivido por años marginada, relegada tan solo a un rincón del mar,
pero insisto, nunca te he sembrado sombras.
Si los fantasmas viven en mí será porque nadie aquí se anima a perseguirlos…
será porque en mí finalmente son libres, será porque en mi pueden vivir
Sé que te hago duro el camino, sé que nunca podrás irte si decido atraparte...
En mi los mares bailan sin que nadie los vea, sin que nadie los toque,…
Quienes los buscan saben lo que encuentran, por eso los mares hacen lo que deben…
En mi los insanos se sienten libres, hallan los momentos en que nadie los vigila,
en que nadie los castiga…
En mi los tímidos se animan, vencen (a poca luz) sus corazones, sus voluntades; callan sus cabezas.
En mi los inviernos te encierran, sólo quienes me conocen han transitado las calles muertas pero llenas de vida
En mi los veranos te castigan y yo te desprecio por ser tan poco valiente, tan poco feliz.


He albergado a cuanto demonio no dejaron contar su historia, a cuanto infeliz marginaron del día. He crecido amando a los traidores de alma noble, a los enfermos podridos por falta de amor,… Conozco a los valientes que sólo ven el sol, y conozco también a aquellos valientes que no me temen, (después de todo…)
son ellos quienes viven cada momento que tengo para dar, cada venganza que tengo por cumplir.


No es nada buena la ruta (me contás y me pongo inquieto!)…

viernes, 8 de agosto de 2008

mi genio amor

Tsunami.

Sospecho que esta vez me toca a mí
pagar toda la puta fiesta.
Un gato me cruzó, negro y puntual
y no lo pude esquivar.

No puede servirme en nada
ganar todo el mundo así...
si pierdo mi alma nada va a estar bien.

Hay más bla-blá y más glu-glú...
quieren al picho y no sus pulgas
Mmm!... creo que ésta vez
el huevo está bastante más salado, amigos.

Gordita de Pinamar
(nunca acaba de llegar)
estéticos herpes y culito on-line.

Otra vez esa sandía hechándole la culpa al empedrado
(no querés ponerle tu balazo).

Se va a la ola a beber... y chau!
Va a la ola a joder... y chau!
Hay mucho beat y mucho soul barato y bossanova ponja.
Hay quemazón, así, de chicharrón
con un festejo de cien maltas.

Putitas de la cocoa y turco del especial
yiritos de tiendas proges, sin amor...
Toda esa caca te paspa mal!

REP: Sospecho que esta vez...

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Aunque en ocasiones dudara de su mala fortuna, el tipo rudo seguía siendo el más rudo de todos los tipos que jamás habíamos visto por este vecindario. Sus palabras no eran azarosas, muy por el contrario, cargaban con un estremecedor filo capaz de deshacer el silencio más tenebroso que jamás alguien haya escuchado. De esto puede dar fe Bernardo, un mediocre que nunca ha ido más lejos que sus brazos y sin embargo creía que vivía.
En oportunidades memorables y que no muchos olvidan, Bernardo solía querer decir que el tipo rudo era verdaderamente rudo, esto era fácilmente apreciable en su rostro calvo de expresiones y sus manos veloces como torres que caen con segundos de diferencia. Él solía oler la valentía en cualquier campera, esta virtud, estrictamente suya, no era nada envidiable, dado que finalmente siempre terminaba obsequiando sus arenas a cualquier zorro con traje de pastor; pero había algo que Bernardo sabía bien y, a decir verdad, nadie lo dudaba en este vecindario,… el tipo rudo era rudo y no sólo que lo era, sino que además era el tipo más rudo que jamás habíamos visto desfilar sin querer hacerlo.
Cierta mañana de algún mes que no ameritó ser distinguido con un nombre o un clima (no diré que se trata de agosto), Bernardo oyó pasos en su cabeza, a continuación olió en su alma el temor, luego los pasos se hicieron cada vez más intensos y una feroz luz le cegó los movimientos a plena luz del día. Bernardo no dijo nada dado que nunca podía (ni sabía) hacerlo; nosotros, sus supervisores, nos dimos cuenta que él estaba en otro lugar, se había ido (enamorado otra vez) tras los pasos de algo más que una atractiva y juguetona historia para una biografía, estaba tras el amor del tipo más rudo que jamás nadie vio.
Inmediatamente lo quisimos traer; enviamos por él a nuestro mejor hombre, el que carga con más terror de todos, el que lleva más espadas que palabras y más bastones que ideas… Él (no diremos su nombre por respeto a quienes aún lo quieren, o quieren quererlo) fue tras las huellas de la baba de Bernardo en busca del tipo más rudo que jamás cruzó este vecindario, en su mano derecha empuñaba el bastón y en la izquierda la espada, en su mente sólo cabían festejos y fiebres de felicidad que no quemaban su alma.
Pasaron días y él nunca volvió. Bernardo siguió perdido en alguna dimensión de la que evidentemente nuestro héroe nunca había regresado; la probabilidad de que nuestro titán estuviera festejando en algún cielo con el alma de Bernardo se desinfló cuando de la boca del sin rostro empezaron a brotar carcajadas mudas pero alegres, por primera vez vimos vida en la cara de aquel pobre tipo.
No es necesario comentar pormenores del desenlace; ustedes sabrán entender que la vida de Bernardo nos importaba más que la nuestra, sabrán entender que no podíamos dejar que Bernardo nunca más abriera los ojos, sabrán entender, por sobre todo, que no podíamos permitir que nuestro titán no regresé en busca de todos nuestros reproches y todos sus laureles, no podrán siquiera ponerse a pensar que íbamos a permitir que Bernardo muriera ciego en alguna realidad que no sabemos que le iría a deparar.
Fueron sólo un par de gritos y Bernardo habló por última vez… dicen mis colegas que aquella no era su voz, yo de esto no podría dar fe, puesto que nunca le he prestado mayor atención a sus silencios.
Hundimos en la cabeza de Bernardo la solución a todos los problemas, y después de breves minutos Bernardo no estuvo más.

La voz que nunca fue de Bernardo, él nunca emitió palabra, sólo rió. Nosotros sabemos bien que una risa no es una voz, odiamos que nos prejuzguen; sucede que su risa tenía voz, la alegría traía consigo el llanto del prócer que nunca pudo ser lo que esperábamos que sea. Ese llanto traía una voz, esa voz sólo pedía piedad.
Bernardo había salvado su vida, el tipo más rudo de todos lo había hecho por él.

Este hijo de puta siempre nos saca un paso de ventaja, siempre filtra alguien (algún estúpido Bernardo) entre nosotros para hacernos notar que aún vive, que aún existe, que no nos hemos librado de él. Después de todo, y no por nada, es el tipo más rudo que jamás han visto estos ojos que, por cierto, ya sabrán entender, cargan con todo (pero todo...) el terror.

lunes, 21 de julio de 2008

Hasta siempre camarada! -Je.

"(...) sé que te quiero y que me esperan más areopuertos."


Que insoportable camino, parece nublado hasta cuando me decís que hay sol
Que vida tan amena, no pudiste matar y a veces hasta te preguntas por qué…
En la brisa que araña va el silencio, ese que sólo vos sabés oír.
A caminar, como si realmente no lo estuviéramos haciendo,
A freír, como si realmente no nos estuviésemos friendo.

Se te cierran los ojos, tus viejos tics no te dejan mentir,
Te acompañan como monstruos, se te acercan (es mi oportunidad…)
Suelto mis fantasmas, ellos te quieren, pero esta vez me obedecen a mí,
No estábamos dormidos, no estábamos perdidos, teníamos tanto tiempo,
Ahí esta el muro, siempre del lado de la verdad, siempre donde están riendo.

No hay problema, este es el camino y esta nublado, aún así decís que hay sol,
Que vida tan inevitable, que cielo tan hecho carne… a veces preguntás por qué…
En los fuegos que caen va el alarido, ese que sólo vos sabes oír.
Soportamos las piedras, soportamos la paz, creímos que el cielo podía mejorar,
La vuelta fue pronunciada, volvimos (otra vez) al mismo lugar.

Vimos que no toda respuesta tiene una pregunta, fue tan insólito nuestro modo de amar,
No se sabe bien que pasa, las gentes nos miramos y no sabemos bien que pasa,
(todavía hay canciones y susurros que nos hacen dormir distinto)
No fue sencillo, me miro y me digo que al menos yo no esperaba esto…
Estamos todos de la mano, es el camino, después de todo son nuestros pies.
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Abrió la ventana al tiempo que exclamó:
-Dime que no, por favor aunque sea una vez dime que no…
-¡No! –rugió el tipo más cruel-.
-Te odio. -insistió ella, furiosa como de costumbre.
Con estas palabras se cerró la ventana hasta la próxima navidad.
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De nuevo a tratar de entenderte, a veces pienso que es por eso que nací
Mis palabras realmente no te importan, sólo buscás el espejo que hay en mi realidad,
(¡Toda la vida el mismo ruido cuando apoyás el cenicero sobre el mantel!)
Este es mi juego, pongo las reglas y no lo pienses más.

Como tantas otras noches te faltó un pedazo de verdad,
Sólo comés la miel que guardás en tu heladera, sólo tragas el hielo que criás,
(Toda la vida el mismo mudo mantel en donde apoyar mi cenicero…)
No son tus reglas, son las mías; son las nuestras cuando nos conviene.
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Me doy cuenta que algo bueno puede llegar a pasar,
Están las manos sobre las letras, apuntando y a punto de disparar…
No es un corazón, tal vez tampoco el mío, pero por esta vez lo veremos así.

Esta todo a mi alcance, no tengo que hacer más que pensarlo,
Esta todo bajo control, si logro ver el final estaremos cerca de la libertad…
No te preocupes, yo tampoco suelo creerme mi realidad.

Eso lo vemos, esta claro desde hace algún tiempo,
Sabes hacía donde voy a correr, me sonreís cerca del final…
Solo hago un par de pataleos y luego exijo ir a dormir.
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Me digo que aquel era un delicioso modo de sonreír, me digo que nunca antes estuve tan cerca de soltar mi verdad.
Era un tipo jodido, suelo serlo cuando no logro despertar. Tal vez todo el mal que veo finalmente se aloje en mí y así, descubriéndolo, logre cerrar una etapa de la que nunca (gracias a dios) me quisieron despertar.
Tal vez tenga el buen humor que caracteriza a los recién amanecidos, tal vez hasta ni te pregunte por qué (pese a todo) aún te tengo acá. Debo reconocer que he estado bastante cerca de no poder madrugar, han sido demasiadas ovejas para aquel viejo lobo que jugaba a no dejar de contar
Que feo y que distinto fui de mi, de lo que me gustaría ser. Que cerca tuvimos la verdad…
Tus ojos siguen siendo iguales (además de estar uno al lado del otro) y, como de costumbre, me persigue y me entretiene algún delicioso modo de sonreír.
¿Será ese el fatídico destino del madrugador, darse cuanta de sus errores y no poder cambiar, ver el dolor en quines ama y no poderlo evitar?
En ocasiones siento odio y no puedo entender tanto castigo sobre mí.
No pensaba tolerar estas mañas toda la vida y ahora veo que morirán conmigo, sino no soy yo quien muere con ellas.
Al menos intente decirlo, al menos intente gritar y, lamentablemente, no sólo enmudecí, no sólo ensordecí, esta noche he perdido algo de mí.
Esta vez, lo juro, he ido más lejos de lo que podía llegar.
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-Por nada del mundo atenten contra mi... es esa la peor traición… -sugirió entre copas el tipo más rudo que jamás habíamos visto llorar. Sus palabras sonaron fuerte en nuestros ojos, aún hoy hay quienes creen no haber estado allí, no haber visto al tipo más rudo que podíamos imaginar, entre copas, soltando y pidiendo piedad.
El silencio se apoderó de nosotros, nadie fue capaz de decir nada (nadie tenía intenciones de hacerlo tampoco).
Al tiempo, a los minutos, el hombre sentado a mi derecha creyó ver tropezar al rey e intuyó que aquel era su turno para guillotinar.
-No te preocupes, has bebido de más… no te preocupes, ¿quieres un trago más? –preguntó intentando ocultad detrás de la rigidez de sus comisuras la inminente sonrisa que no podía tapar.
-¡Pero que modo más siniestro de obedecer! –lamentó el hombre rudo un escalón más abajo que hace un par de palabras y prosiguió- En mi vida he visto tanda maldad junta, tanta ambición…
Entre nosotros, alrededor de la mesa, un silencio inmenso y ruidoso se hizo padre y nadie dijo más. Fueron unos segundos y el tipo rudo ya tuvo todo resuelto.
Por nada del mundo atenten contra mi… es esa la peor traición,… fueron las únicas palabras que el hombre rudo repitió en su vida como si nunca las hubiera dicho, como si nunca antes las hubiera sentido. Esas palabras fueran las últimas que oyó el joven zorro que se quemó con su propio licor, con sus propias ansias…
El tipo rudo hundió su mano en el interior del sucio saco y al sacarla empuñaba una cromada solución. Fueron sólo dos estruendos y ya nadie dijo más, ya nadie dudo acerca de la justicia del verdadero rey.
La noche siguió entre copas, entre rastros, entre silencios.
De a ratos, y sólo de a ratos, se podía oír la voz intacta de nuestro rey volviendo a vivir el único momento que a él le interesaba inmortalizar en nuestra almas: - Por nada del mundo atenten contra mi… es esa la peor traición.
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sábado, 19 de julio de 2008

Cabeza, corazón y voz no tienen precio. Es libertad. (La dualidad)

Motor-Psico
(Beilinson - Solari)

Siempre tengo a mi lado a mi dios
(así me das más...)
Un susurro muy especial
(así me das más...)

Motor psico: el mercado de todo amor
Lo que debes, cómo puedes quedártelo.

Junto a la hemoglobina me fui
y ya no sangro más.
De la nada a la gloria me voy
(¡así me das más...!)

Motor psico: el mercado de todo amor
Lo que debes, cómo puedes quedártelo.

Voy jugando de acuerdo al dolor
(fichando de más...).
Mi dios no juega dados, quizás...
...esté a mi favor

Motor psico: el mercado de todo amor
Lo que debes, cómo puedes quedártelo.


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De precios, de cabezas, de corazones, de mundos, de dueños, de prisioneros, de esclavos, de malvados, de revolucionarios, de muertos, de vivos, de por morir, de por nacer, de dimensiones, de mapas, de indios, de salmones, de música, de tecnología, de conformes, de disconformes, de mudos, de sordos, de gritos, de silencios, de idas, de vueltas, de negociaciones, de esperanzas, de sueños, de metas, de miedos, de halagos, de risas, de fútbol, de bambinos, de torrentes, de dulces de leche, de pattys, de pokemones, de cubas, de áfricas, de patios, de sótanos, de libertad y, por sobre todo, de todas aquellas cosas que no se decir pero alguien más sabe entender.

Voces que buscan ecos. Ecos que son voces. Voces que no encuentran ecos. Ecos que no reconocen sus voces (y todo en viceversa). Entre tanta maraña y humo de noche (de la red) es bueno encontrar el eco de la voz, la voz del eco (y nuevamente la viceversa)... Iba yo a escribir otra cosa totalmente distinta a la que en definitiva escribiré, sucede que la noche (al menos esta) es especial.
Gente que es buena, gente que no lo es pero de todos modos lo intenta. Gente que ni siquiera lo intenta. Gente con dolor, gente que brinda, gente (hermanos) que respetan. Gente con odio, con rencor, gente que lleva perfume de diablo por no tener la cara, por no tener el coraje de serlo.
Entre tantos ruidos de selva, de ciudad, de vacío, de espacio, de todo y de nada, entre tantas cosas la gente aún tiene voces. Muchas han muerto y otras morirán en breve.
Siento alegría cuando la melodía indicada hace danzar mi voz alegre de verte reir, de verte con voz o con eco, con algo especial, con algo que llevamos y aún no dejamos morir. Siento alegría cuando no despierto, cuando no duermo y sueño, cuando juego a batallar, cuando jugamos a gritar, cuando entendemos este chiste y no nos divierte este circo. Ok, no podemos salir, pero podemos reconocerlo, podemos ver e identificar cada maldad, cada parodia, cada obligación; podemos ser más que los que ellos quieren que seamos, podemos (si queremos; si, queremos) tener de nuestro a lado a nuestro dios (aquel que toca así, siempre, el tambor)... podemos tantas cosas menos escapar.
El circo parece no tener salida, parece no tener paz... pero creo que hay libertad, no lo digo yo... lo dicen las voces que no me dejan mentir, las voces que no existen sólo aquí, las voces que vienen de algún otro corazón que aún vive, las voces que me hacen eco, que me hacen (y me piden) voz, que me hacen hermano, que me hacen paz y dolor.
En esta noche, una vez más de motor psico, no pretendo quedarme con aquello que debo, nadie que porte voz querrá quedarse con aquello que deba... jugamos de acuerdo al dolor, fichando de más... nuestro dios no juega dados y (hermoso parafrasear una verdad) quizás, este a nuestro favor.
Las voces no son todo, son lo único. Es hermoso tu buen humor, tu buen modo de reir, tu frescura cuando soltás la vida en minutos, así, de sorpresa, sin avisar. Es brillante el lado novedoso de la espontaneidad. Creo (pienso) que no todos tienen muerta la voz, creo (vuelvo a pensar) que nunca las podrán matar, creo (ya no pienso) que van adentro, que van silenciosas esperando un eco u otra voz.
Es sereno el asunto, no pretendemos muchos más. Sólo daremos las gracias para luego volver a pedir... (el cuchillo no tiene carne pero trae amor.)

Es suficiente ya, no se creerá en siglos tanta verdad. Probablemente nunca las cosas hayan estado tan claras al menos para esta voz que canta, que danza hermosa y libre en la melodía que alguna otra voz sintió por primera vez.

Dije que dijo y él, enorme señor (de alma, cabeza, voz y corazón), tuvo la honradez de decírmelo a mí otra vez, gracias. "(...) acuérdese de que el corazón es el corazón y no se mide como se miden las cosas." sic-sic eterno.

Habrá más!

Saludos, algún feliz día mediante!

PD.: Que bien se toca el tambor a estas horas. Que orgullo ver danzar las voces al ritmo (por esta vez) del saxo. Bien tocado, mejor danzado.

P.D.: Pero te creo.

P.D.: Chau.

jueves, 17 de julio de 2008

uf

Llevo sobre mis puños un deseo que pide un poco más de soledad, llevo sobre mi alma los gritos de mis vecinos cada día mas nerviosos. La realidad se volvió tan cuadrada con los años que, muchas veces, es mejor no mirar para ver.
Mis vecinos, cada día más desquiciados, no entienden otros modos de respirar; no admiten risas que perturben sus vitrinas, sus modales, sus modos de pensar. Hace instantes (minutos, no mucho más) vociferaban invocando a algún guardián, a algún supervisor para este descontrol. Todos hacen memoria, ese es el mejor argumento que encuentran para volver a vivir, para poder recordar eras en las que no tenían miedo, épocas en las que la realidad era un tanto menos codificada. Resulta que la memoria no suele ser justa con ellos, les trae espejos que distorsionan pasados y, muy felices y engañados, creen recordar realidad, creen cierta aquella ilusión no logrando verla con el terror que merece… con el terror que al menos nosotros vemos.
Apunto directo a la siniestralidad (de mis vecinos) sin pretender juzgarlos a ellos ni a mi pretensión.
Estos vecinos viven creyendo que su magia y su arte es ley, que sus realidades distorsionadas rigen el mundo y ahí vamos nosotros… sordos, ciegos y molidos a golpes por la mentira en la que viven, pues esta mentira ya es más que el castigo que disfrutan, es ahora nuestra realidad.
Los amos del mundo diseñan este espacio calculando las necesidades de nuestros vecinos, esto incluye también sus miedos y sus dolores… Los amos de este mundo hicieron de sus necesidades nuestras obligaciones y de sus miedos un juego que sostenemos los de este lado, los que tenemos que jugar a escapar.

Así se sucede la vida en este vecindario, todos llevamos sobre nuestros puños el mismo deseo que pide más y más soledad, más y más realidad. Nuestra alma porta (y soporta) los gritos y los nervios de nuestros vecinos.
Este es el juego, hacernos cargo del dolor que no toleran, aprender a escapar cuando los envuelve el vicio de atrapar, ser culpables de sus miedos y presas de su voracidad, hacernos cargos de sus nervios y esclavos de su realidad (cada días más televisada).

Aunque no lo logre, no deseo ponerme redundante, las ideas y los ejemplos me invaden como armas para combatir este dolor, como argumentos para tolerar esta esclavitud. Ya sé que el grito es mudo, no hace falta que lo digan otra vez; ya sabemos todos que no somos más que tipos que buscan una explicación en un diccionario. Empecé este párrafo (y ahora seguiré) queriendo decir que los amos de este mundo ven una rentabilidad impecable en las necesidades de estos tipos, con esto no quiero decir que estos tipos (mis vecinos) no sean culpables, eso lo veré luego; quiero decir que mis vecinos son también un invento (como nosotros, aunque lo seamos por carácter transitivo) de los amos de este mundo. Estos tipos crearon todo a su placer, a su ocio, a su ego; hicieron mares donde había ríos y montañas donde había desiertos, ¿qué podría detenerlos en su afán de buscar más?, ¿acaso nuestra vida?, ¿acaso nuestro sueño?, ¿acaso nuestra conciencia?... No, nada de eso. Hemos tenidos varios hermanos que han dado la vida por un “acaso” y fue sólo eso, una vida dada. Los amos de este mundo lo ven todo tan claro que nos venden estampitas con los héroes de aquellos “acaso”, los mortales de esta realidad, los valientes y los dignos, los que no sólo la miraron, sino que además la vieron y la despreciaron
Los amos de este mundo lo han pensado todo, lo tienen todo planeado…
Algún día retomaré este texto y yo ya no seré yo, en el peor de los casos (probablemente) termine siendo vecino de la vecindad, termine siendo víctima y a su vez victimario de este juego, el de los amos de este mundo.

Si, desastrozo. Lo supimos antes de empezar, al menos él y yo.

viernes, 11 de julio de 2008

quien toca así el tambor

Juro que hay voces que me despiertan ganas de volver a lugares en los que no recuerdo haber estado, aunque sepa que si les pertenezco. ¿Serán sólo sonidos?, tal vez. Probablemente sean armonías que aprendieron antes que yo a controlarme el alma, a sedarme este espíritu suicida una vez pasada la mañana.
Juro que el alma nunca se acostumbra, al menos eso me dice el grito que enmudece cada día más en mi cabeza, al menos eso se me olvida todos los días.
El placer no es más que imaginación y de esto pueden dar fe todos los veranos que murieron antes de nacer, antes de avisar que habían llegado.
Me niego a creer que esta es la realidad, pero ella se empeña en quebrarme las rodillas; me llena los ojos de tierra y no le basta con mis ganas de llorar (quiere verme hacerlo). Mucha noches sucede, pero de a ratos aparece mi héroe fugaz, aquel que me permite (y me regala) un día más, otra oportunidad antes de morir. Sus vidas no son eternas, él me dice en ocasiones (esta es una de ellas) que teme morir antes que yo.
Intento decirle que ni piense finales… que jamás será propio el dolor…
No dice nada, sólo calla e inmediatamente entiendo todo… “ya hemos estado bastante solos compañero, pero no podríamos estar el uno sin el otro, ni héroe sin amor ni amor sin héroe…”
Nostalgia y realidad, él teme por mi destino… por su eternidad.

Puedo volver a jurar que hay voces que me despiertan ganas de volver a lugares en los que no recuerdo haber estado. Hay voces que se parecen mucho a las mías y a las que algún día tendré, hay voces que no son mías hoy pero lo fueron ayer.
¿Seré la carne en la eternidad, el olvido de mi último héroe en morir? Espero ansioso que llegue el nuevo Dios a sacarme de esta prisión, un nuevo héroe fugaz, con ganas de quedarse en este infierno por mí, con ganas de comerse este dolor…
Volveré, en la mañana, a ser olvido, volveré por las noches (cada vez menos noches) a ser héroe… se van agotando las vidas y se acumulan los olvidos maquillados en la eternidad.

Puedo jurar que existen estas voces, las mismas no son otras que las mías. Ellas me dicen mi final, me quieren salvar, se quieren salvar. Los lugares que recuerdo y no conozco son de mi ciudad, de mi hogar, del corazón de la vida que me espera vivir…
Van cayendo héroes pero tengo fe, pues el que llevo adentro esta noche me dijo que la vida espera por mí, y por él… La fugacidad es su destino, el renacer será el mío.
Buen amante, mejor héroe. Muchas nostalgias y poco amor…

Las voces existen, ya tendrán la razón y abrirán a mis ojos reales (de sangre) las puertas de aquel lugar.

martes, 8 de julio de 2008

Ramírez y López se cruzan sin conocerse

Alguien, no diré quién, fue testigo de este cruce intencional que arrojó el destino. Alguien, el mismo alguien de hace una oración, me contó lo que vio sin que nadie lo viera. El relato era un tanto risueño, de modo que cuando me pidió que lo entienda hice lo que pude, el resto (o casi todo) es intención.
Hecha esta aclaración me desligaré de este sentimiento y estas apreciaciones que, honestamente, no me pertenecer más que "de casualidad", como una especie de carácter transitivo. Gracias.



Ahí estaba. Ni bien lo vi supe que no lo había olvidado, que de algún lugar lo conocía, que de algún momento lo recordaba.
Su mirada continuaba igual de triste que hace algunos años, quizás por eso lo reconocí. Su mirada triste me recordó mi tristeza de aquellos días, la tristeza que me permitía quererlo, entenderlo.
Hoy tal vez piense que ando un poco menos triste que en aquellos días,... tal vez imagine (y entienda) que tengo motivos un tanto más alegres como para no padecer la tristeza de aquellos días, tal vez crea que me creo el engaño de que finalmente hemos (y particularmente he) progresado como Papá (o Dios) manda, como quiere...

Lo ví y sólo eso. No me detuve a observarlo demás aunque tuve unas ganas desmesuradas de volver a compartir tristezas sin mencionarlas, en silencio.
Esta era una noche de calor (o sin tanto frío), pero sus ojos aún llevaban clavados la helada bien adentro de su alma, lo pude ver.
Seguí mi camino. No me detuve a esperar ni a ofrecer mucho más, tal vez no tenga ganas de reconocer en su tristeza mis miserias, mi tristeza...
El tiempo pasa y razono... Una vez más no pude hacer nada por él, ni él por mi.
Yo no esperaba nada y sin embargo me quemó el alma, sentí dolor. Titubeé unos pasos, tuve ganas de volver a abrazarlo, a preguntarle si me recordaba...

No me animé, no lo hice.
Será que no quiero recordar que, al menos esta, no es la vida que soñé.

Él no me vio y tampoco necesitó verme, pues su espejo es la calle. En ella refleja su tristeza y con ella se abraza en cada noche, en cada invierno.
Un par de monedas no le arreglan la vida, sólo le calientan un poco el paladar y (con suerte) lo cuidan de algunas humillaciones sobre las vías y ante su alma, pero esta es historia de otra tristeza que, prometo, no olvidaré mencionar.

-------------------------------Así razona un Emo(¿?). Es muy chistoso. Me lo contaron y sólo trato de hacerlo "menos" chistoso. Si, dije trato. T-R-A-T-O, ok?.

martes, 24 de junio de 2008

Pequeño ramírez ilustrado, de bolsillo.

El monstruo nace a tus espaldas y en tan solo unos minutos acaba por comerse nuestros ojos... los tuyos, los míos. Acaba por abrazarnos cuando menos frío hace, sus intensiones hielan nuestras esperanzas, las piernas golpean mi frente y tu sangre me inunda la mirada. El monstruo escupe a cada rato un poco más de fuego, nadie escapa a sus espantos... cuanto más lejos llega el grito, más muerta esta el alma, más bañada esta la baba. La voz llenaba espacios que las manos nunca podían alcanzar... su suficiencia era tan notable que por una vez más bastó con su voz.

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Enorme sueño de despertar... buenos días.
Enorme sueño de soñar... buenas noches.
Enorme sueño de caminar... buenas tardes.
Enorme sueño de regresar... buenas madrugadas.
Enorme sueño de brindar... buena vida.

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"¡Que enorme decepción!". Eso mismo quiso decir Ramírez por la mañana y nunca pudo encontrar las palabras. Esa fue la sensación que empezó a acompañarlo por el resto de sus días y él, lejos de poder encontrarle palabras a aquella sensación, pasaba sus días intentando soñar otras sensaciones.
Sus sueños querían ser enormes, querían ser felices, querías ser de él... pero nunca podían serlo, pues a Ramírez lo perturbaba demasiado aquella frustración que lo acompañaba durante los días... aquella frustración le daba tarascones en el alma y, por las noches, Ramírez deseaba huir, incluso a riego de perder de vista aquellos sueños que querían ser enormes, que querían ser felices, que querían ser de él.
Sus noches eran agitadas y, pese a eso, nunca lograba escapar, nunca lograba desprenderse de aquella sensación que aún no encontraba palabras en su vida. Las mañanas lo sorprendían a Ramírez cansado, vencido, pues todas las mañanas recordaba que aquella sensación finalmente lo había encontrado sin dejarlo huir...
Así empezaban y terminaban sus días... huyendo sin huir, descansando sin descansar, buscando sin encontrar, sintiendo sin dejar de pensar...
Por las tardes Ramírez perdía la única cosa que le quedaba por perder, su pequeña libertad... Él amaba caminar de regreso a su casa, intentando, quien sabe, recopilar aquellas cosas que lo pudrían el día... Pero las tardes de Ramírez ya habían perdido esta pequeña libertad hace un tiempo bastante prudencial... pues Ramírez ya no tenía tiempo de caminar, ya no podía elegir... nadie se lo impedía pero sin embargo no podía elegir.
Por las madrugadas Ramírez nunca podía volver, siempre se estaba escapando por algún que otro rincón, siempre andaba agazapado, intentando no ser visto (aún en la oscuridad).
No quedaban vueltas, no quedaban regresos, Ramírez ya había olvidado aquella sensación... sólo vivía de huir y de cansarse...
Así atardecían y amanecían sus días, lejos, muy lejos, de los momentos que Ramírez solía vivir.

Ramírez, en ocasiones, daba cuenta de esta realidad y lloraba al verse al espejo, pero más lloraba cuando veía a su hermano, lejos, bien lejos de él, de su conciencia de realidad, de su tristeza por existir.

Ramírez, como todas las noches, se va a dormir resignado de soñar... va empezando a acostarse pensado por que rincón irá a escapar. Ramírez, como cada noche antes de huir, prepara aquello que en la mañana lo encerrará, lo amordazará.
Ramírez deja listo aquello que en la mañana podría llegar a olvidar... Así, sus días se iban consumiendo, se iban apagando, se iban gastando... como quien dijo, de par en par.

lunes, 16 de junio de 2008

(...)

Y entonces yo me hago el desentendido y empiezo a contar, así nomás, una historia de 1985, año de temblores y emergencias civiles (de las que emergen y de las otras):

"El viejo Antonio cazó un león de montaña (que viene siendo muy parecido al puma americano) con su vieja chimba (escopeta de chispa). Yo me había burlado de su arma días antes: "De estas armas usaban cuando Hernán Cortés conquistó México", le dije. Él se defendió: "Sí, pero mira ahora en manos de quien está" . Ahora estaba sacando los últimos tirones de carne de la piel, para curtirla. Me muestra orgulloso la piel. No tiene ningún agujero. "En el mero ojo", me presume. "Es la única forma de que la piel no tenga señales de maltrato", agrega. "¿Y qué va a hacer con la piel?", pregunto. El viejo Antonio no me contesta, sigue raspando la piel del león con su machete, en silencio. Me siento a su lado y, después de llenar la pipa, trato de prepararle un cigarrillo con "doblador" . Se lo tiendo sin palabras, él lo examina y lo deshace. "Te falta", me dice mientras lo vuelve a forjar. Nos sentamos a participar juntos en esa ceremonia del fumar.

Entre chupada y chupada, el viejo Antonio va hilando la historia:

"El león es fuerte porque los otros animales son débiles. El león come la carne de otros porque los otros se dejan comer. El león no mata con las garras o con los colmillos. El león mata mirando. Primero se acerca despacio... en silencio, porque tiene nubes en las patas y le matan el ruido. Después salta y le da un revolcón a su víctima, un manotazo que tira, más que por la fuerza, por la sorpresa.

Después la queda viendo. La mira a su presa. Así... (y el viejo Antonio arruga el entrecejo y me clava los ojos negros). El pobre animalito que va a morir se queda viendo nomás, mira al león que lo mira. El animalito ya no se ve el mismo, mira lo que el león mira, mira la imagen del animalito en la mirada del león, mira que, en su mirarlo del león, es pequeño y débil. El animalito ni se pensaba si es pequeño y débil, era pues un animalito, ni grande ni pequeño, ni fuerte ni débil. Pero ahora mira en el mirarlo del león, mira el miedo. Y, mirando que lo miran, el animalito se convence, él solo, de que es pequeño y débil. Y, en el miedo que mira que lo mira el león, tiene miedo. Y entonces el animalito ya no mira nada, se le entumen los huesos así como cuando nos agarra el agua en la montaña, en la noche, en el frío. Y entonces el animalito se rinde así nomás, se deja, y el león se lo zampa sin pena. Así mata el león. Mata mirando. Pero hay un animalito que no hace así, que cuando lo tapa al león no le hace caso y se sigue como si nada, y si el león lo manotea, él contesta con un zarpazo de sus manitas, que son chiquitas pero duele la sangre que sacan. Y este animalito no se deja del león porque no mira que lo miran... es ciego. "Topos", les dicen a esos animalitos".

Parece que el viejo Antonio acabó de hablar. Yo aventuro un "sí, pero...". El viejo Antonio no me deja continuar, sigue contando la historia mientras se forja otro cigarrillo. Lo hace lentamente, volteando a verme cada tanto para ver si estoy poniendo atención.

"El topo se quedó ciego porque, en lugar de ver hacia fuera, se puso a mirarse el corazón, se trincó en mirar para dentro. Y nadie sabe por qué llegó en su cabeza del topo eso de mirarse para dentro. Y ahí está de necio el topo en mirarse el corazón y entonces no se preocupa de fuertes o débiles, de grandes o pequeños, porque el corazón es el corazón y no se mide como se miden las cosas y los animales. Y eso de mirarse para dentro sólo lo podían hacer los dioses y entonces los dioses lo castigaron al topo y ya no lo dejaron mirar pa'fuera y además lo condenaron a vivir y caminar bajo tierra. Y por eso el topo vive abajo de la tierra, porque lo castigaron los dioses. Y el topo ni pena tuvo porque siguió mirándose por dentro. Y por eso el topo no le tiene miedo al león. Y tampoco lo tiene miedo al león el hombre que sabe mirarse el corazón.

Porque el hombre que sabe mirarse el corazón no ve la fuerza del león, ve la fuerza de su corazón y entonces lo mira al león y el león lo mira que lo mira el hombre y el león mira, en el mirarlo del hombre que es sólo un león y el león se mira que lo miran y tiene miedo y se corre" .

"¿Y usted se miró el corazón para matar a este león?", interrumpo. Él contesta. "¿Yo? N'ombre, yo miré la puntería de la chimba y el ojo del león y ahí nomás disparé... del corazón ni me acordé..." Yo me rasco la cabeza como, según aprendí, hacen aquí cada que no entienden algo.

El viejo Antonio se incorpora lentamente, toma la piel y la examina con detenimiento. Después la enrolla y me la entrega. "Toma", me dice. "Te la regalo para que nunca olvides que al león y al miedo se les mata sabiendo a dónde mirar..." El viejo Antonio da media vuelta y se mete a su champa. En el lenguaje del viejo Antonio eso quiere decir. "Ya acabé. Adiós" . Yo metí en una bolsa de nylon la piel del león y me fui...

Toñita hace lo mismo y se va con el mentado conejito de peluche "que no pica". El Beto me dice, para consolarme, que él tiene un tlacuache muerto, que de por sí su mamá ya le dijo que lo saque y que él, el Beto, me lo cambia por 5 vejigas. Yo rechazo amablemente, pero uno de los cocineros escucha la oferta y le ofrece al Beto 3 vejigas. El Beto duda. El cocinero argumenta que una de las vejigas es verde y la otra blanca y la otra roja. El Beto insiste en su oferta inicial de 5 vejigas. El cocinero ofrece las 2 vejigas y dos condones. El Beto duda. Yo me fui cuando el regateo no llegaba a nada todavía.

Esa fue la historia del viejo Antonio y el león. Yo cargué la piel de león desde entonces, en ella teníamos envuelta la bandera que entregamos a la Convención Nacional Democrática. ¿Quieren también la piel?

Vale de nuevo, Salud y un cristal de esos que sirven para asomarse hacia adentro...

Desde las montañas del sureste mexicano

Subcomandante insurgente Marcos.

domingo, 15 de junio de 2008

Apenas unas gotas inundan una ciudad

Valientes por convincentes aturden corazones mudos, toman el control y empieza el carnaval...
Las sillas son para los más débiles... muy felices sentados viendo la comparsa bailar...
La función es de ellos, siempre será acorde a su realidad.
La función es nuestra, siempre será acorde a nuestra espacialidad...



Eras hijo de algún campeón, tus ojos veían más de los que podías comprender…
Amasabas pasto con los dientes intentando tragar un poco más de mi, no era suficiente el dolor con el que querías morir.
Nos aferrábamos felices a la velocidad, papá no oía y nos dejaba jugar… (sabía que sólo íbamos a jugar). En tus voces había alaridos, no eran mudos en mi corazón.
No supimos conservar aquel fuego que alumbró una prospera eternidad…
Nos comimos las pestañas unos a otros, infelices hasta en el modo de pensar… nos quemamos con el viento cuando dejamos de admirar el fuego… se extinguió la brisa entre nuestros huecos (“tipos blandos” una vez más…)
El problema fue siempre tu libertad, la mía era obediente y sabía cuando ceder…
-Hermano, ví tu alma acribillada más de una vez contra la pared…
-No te preocupes de más… siempre hay un rato para otra verdad…

Eras hijo de algún campeón… heredaste todo oro y poco honor.
En el álbum sólo se te pegaban las figuritas más escurridizas, los dolores más agudos y pasajeros… (tu máscara era la más bella y encantadora que podías portar…)
Corrimos atentos de no sacudir, fuimos esclavos (como anoche) de nuestro modo de obedecer…
Ya no podemos nada más, se nos muere de a poco el reino de nuestro amor…
Caen los ladrillos enteros, se estrellan y nacen cascotes…
La furia ya es nuestra, la cabeza cada vez menos…
Los recogemos y nos empezamos a herir… recordamos el fuego como algo hermoso que nos supo mentir…
-Desde esta horilla puedo oler lo bien que te va…
-No te preocupes… es tuyo mi reino, mi sueño aún no nació…

Hijos de un mismo campeón… no se reconocen como hermanos en la oscuridad...
Se sacan los ojos por encender la luz y se muerden los parpados hasta olfatear sangre en la habitación…
Pelearon brazo a brazo y de espaldas… bebieron mugre durante años brindando con orgullo a la hermandad.
Los engañó la misma mujer, la misma figurita, el mismo álbum,…
Ya no quiero verlos reír ni obedecer… es triste la realidad de la cárcel en esta ciudad.
El más preso lleva cuero hasta en las uñas y el más libre temor hasta en el paladar, se cruzan las miradas y no dicen más…
Cada cual a su celda, ni miedo ni cuero en su aberrante y tibio modo de amar…

miércoles, 11 de junio de 2008

¿De qué nos van a perdonar?

Perdón, cada tanto me agarra, no lo puedo evitar...




¿DE QUÉ NOS VAN A PERDONAR?

18 de enero de 1994

Señores:

Debo empezar por unas disculpas ("mal comienzo", decía mi abuela). Por un error en muestro Departamento de Prensa y Propaganda, la carta anterior (de fecha 13 de enero de 1994) omitió al semanario nacional Proceso entre los destinatarios. Espero que este error sea comprendido por los de Proceso y reciban esta misiva sin rencor, resquemor y re-etcétera.

Bien, me dirijo a ustedes para solicitarles atentamente la difusión de los comunicados adjuntos del CCRI-CG del EZLN. En ellos se refieren a reiteradas violaciones al cese al fuego por parte de las tropas federales, a la iniciativa de ley de amnistía del ejecutivo federal y al desempeño del señor Camacho Solís como Comisionado para la paz y la reconciliación en Chiapas.

Creo que ya deben haber llegado a sus manos los documentos que enviamos el 13 de enero de los corrientes. Ignoro qué reacciones suscitarán estos documentos ni cuál será la respuesta del gobierno federal a nuestros planteamientos, así que no me referiré a ellos. Hasta el día de hoy, 18 de enero de 1994, sólo hemos tenido conocimiento de la formalización del "perdón" que ofrece el gobierno federal a nuestras fuerzas. ¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que, durante años y años, se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural", es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares? ¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el "¡YA BASTA!", que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie pidiera a los muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave "delito" de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un pedazo al que se le pudiera sacar algo para completar el estómago?

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?

¿El presidente de la república? ¿Los secretarios de estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los medios de comunicación? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?

¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?

Bueno, es todo por ahora.

Salud y un abrazo, y con este frío ambas cosas se agradecen (creo), aunque vengan de un "profesional de la violencia".

Subcomandante Insurgente Marcos

martes, 10 de junio de 2008

No vale la pena leer

Es más fácil ver las cosas así. No nos creemos el chiste de ser felices, menos el de ser superiores... poco quedó de aquella fiesta a la que no fuimos invitados pero llegamos igual, mucho hay de platos rotos que debemos rearmar.
No pedíamos permiso, éramos groseros hasta en el modo de amar... conocíamos el secreto pero igual queríamos un poco más, sentimos (en aquellas noches) que algo bueno debía salir. No sabemos por donde andamos, nos confundimos bajo los ojos del nuevo patrón... odiamos más de la cuenta, desarmamos más de lo que debemos... ¿pedimos más de los que merecemos?




Cobarde espíritu revolucionario que te ladra al oído por las noches, más cobarde modo de pensar debajo de la mesa… alguna tarde creí haberte visto en mi vereda o haberme visto yo en la tuya. Hoy el tiempo pasó tan veloz que no te reconozco siquiera desde la esquina… probablemente me haya perdido antes de empezar y (más probable aún) muera antes de nacer.
Algún recuerdo nos seca el paladar, nos frunce el la piel y nos arruina la memoria, nos vemos de rodillas y vendados, nos herimos a puñetazos limpios en el alma. No es idiotez, creo que es rencor. La frustración nos pisa los cordones y los cimientos cayeron justo sobre nuestras manos… arruinaron nuestra fascinación.
Crucé aquella puerta jurando que nunca me perdería en aquel interior. Dije, un millar de veces, que jamás amaría las reglas del juego, que mi misión sería destruirlo… sé que nunca lo creíste demasiado, sé que no me diste fe, sé que no me diste amor. Me soltaste la mano antes que lo pida, lo veo claro (no pudo haber sido peor).
Tan cobarde hasta en el modo de sentir, juego a que aún te extraño…

(La otra noche encontré en tu rostro un nuevo modo de amor, reconozco que hace rato no me quedaba sin palabras por decir… la sensación no era nueva, pero era hermosa otra vez. Registro que volví a enamorarme de tu astucia, volví a creer en tu grandeza. Tal vez todo muera en mi cabeza, tal vez nada nazca en mi corazón…
Tu mano vive entre mis recuerdos… tus ojos limpian mi sueño…
No sos la misma persona que empecé odiando, sos aquella que siempre quiero encontrar… a veces me pierdo, no lo digas demasiado que cuando más grande es el capricho más pequeño es el corazón.)


Vuelvo a verte a los ojos, a vos, que estás en el otro extremo de este círculo que me encierra s cada instante un poco más. Te digo que te odio, que te quiero lejos, que no te quiero ver más… decís que no es justo, que ya no puedo decidir… que el precio esta puesto y que yo lo conozco bien…

jueves, 5 de junio de 2008

Secretos de un secreto bajo la hora que pronto será

No se puede explicar demasiado... no hay mucho que explicar por otro lado.

De un lado habitan los hombres que juraron nunca olvidar sus mares. Viven escondidos, esquivando cascotazos por las noches. De vez en cuando se los oye otorgarse permisos en voz alta cuando buscan respirar. Tienen miedo pero lo ignoran, viven creyendo que sus pesadillas son escuela y, mientras tanto, se preparan para dar el golpe que ya planearon los libros que atesoran.
De vez en cuando sangran, eso lo saben, lo ven, pues ya es evidente...
Del otro lado viven sus hermanos, los que lanzan los cascotes, los obreros de la oscuridad. Estos tipos son siniestros pero inocentes... después de todo es la vida que alcanzaron a comprar. Los de más allá podrían (y de hecho alguno que otro, en defensa propia, lo hace) acusarlos de egoístas... más de uno podría odiarlos y con razón. Sucede que estos hermanos son obedientes, comen lo que papi les da y siempre les parece suficiente, muy rara vez se cruzan miradas insatisfechas, éstas nunca prosperan y terminan por afilarse los dientes antes de acabar el postre.

Sus cabezas no están sanas. Las nuestras tampoco...
Los hermanos no se reconocen entre los cascotazos,
papá, como ayer, lo ha hecho muy bien esta noche,
el polvo acaba donde debe morir y el nudo crece donde debe nacer...
Sus cabezas no están puras. Las nuestras tampoco...
Algo en el espejo les dice que se parecen y sin embargo no lo ven,
papá, como anoche, lo soñó muy prolijo en la mañana,
el humo apacigua el paso de sus latidos y el grito es acelerador...

La cena esta servida y Juan no obedeció algunos minutos, teme ser visto por papá.
Él perdona sus genes y ofrece un poco más... sabe negociar el precio de la libertad...
La nieve es de todos, una vez más papá se jugó y les regaló un carnaval.
El postre esta al acecho y Luis no esta del todo conforme, algo le dice que papá lo notó.
No lo mira por sobre sus hombros, sabe que es lo mejor que puede hacer...
Luis pide disculpas y se retira a meditar, no aprendió a regatear y menos aún la libertad.

Van y vienen los cascotazos en la habitación. Se sacan los ojos por escoger el más grande, el que más llame la atención de papá. Entre el polvo se pierden las manos y esto no es problema, pues aprendieron a operar con los pies.
Los golpes no son más que ruidos... papá pareció pegar un grito...
Crece un nuevo hermano y va en busca de su cascote...
Papá pega otro grito y los manda a la plaza sin cenar... pase lo que pase papá sabe que nunca olvidará el precio que él mismo puso a la libertad.
No hubo cena, cada vez son menos platos... cada vez son más cascotes, más hermanos.
Rara vez papá festeja sus ocurrencias, no lo dice pero ya no les teme, él no olvida que hizo edificios del cascote más peligroso que amenazó la ventada de su dormitorio... El no olvida que tiene al menos un museo donde los cascotes valen oro...

Así pasa la vida papá, comiendo nuestras cenas, apilando nuestros cascotes, vendiéndonos fotos de aquellos que lograron valer oro.
Sabe negociar el precio de la libertad...

Martinis y tafiroles

Suele pasarme
Olvido lo que importa más
Y dados redondos
Tuercen mi chance

A veces exagero mi humor
los martinies y los tafiroles
hay que estar un poquito sonado
para olvidarte

Estoy complicado
no me hago ilusiones
y no quiero recuerdos lindos

Necesito dormir mucho y bien
y no hablar así como toda la mierda
que se habla hoy por la tv,
que come mis ojos

Un viajero frecuente que lee
su millaje y chupa un limón
sabe que en su heladera no hay
ni ketchupt ni nada

Me sueño durmiendo,
a veces durmiendo y soñando
si mi perra maúlla al soñar
la consiento.

jueves, 29 de mayo de 2008

con papi nuevo

Equipos en condiciones de ser comercializados:

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Bienvenidos a Nextel.


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Sé que en algún lugar no te duelen tantos las lágrimas que acusás, (es tarde para andar explicando los motivos que te trajeron hasta esta pared…)
No fue la hora indicada, el llanto estaba a la vuelta de toda posibilidad; no lo vimos y esta es ahora nuestra traición. Dulce y soñada, nunca pudimos haberla escrito mejor, estaba en tu puño y la escupiste sin mirar.
Juraste por la tarde que ibas a despertar… pasaron los encierros y hoy las jaulas no son más que fotos en esta pared.

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Es todo tan metálico y reciclable que hasta el aire no es aire (es asco) en este nuevo lugar. Todos respiran como si no tuviesen una verdadera razón por la cual hacerlo, parecen haberse concentrado en no ver otra cosa que no sea “la misión y la visión” que la de nuestro nuevo papi tiene para nosotros.
(…)
Estos nuevos disfraces son cada día más caros y portarlos es un orgullo paradisíaco, basta con caminar tan sólo algunos segundos por el pasillo para ver como todos envidian a la vez que sueñan ser como dios.
(…)
A algunos, muy pocos, se les nota la conciencia humana y, pese a esto, es doloroso ver como sus rostros no muestras rasgos de seguridad, de venganza o, al menos, de felicidad. La mayoría de los idiotas (que cada día desprecio más) caminan confiados que a su paso se rinden miradas, que a sus indiferencias se siembran sueños, esperanzas y anhelos. Estos idiotas ya se olvidaron de su alegría, viven sólo por y para papi, viven soñando con conocerlo, con ser como dios.
(…)
Algunos, muy pocos, nos reconocemos solamente con mirarnos y no podemos ocultar este lenguaje que (rogamos) siempre nos unirá. Nos vemos y no hay vuelta, estamos vencidos. Estamos aquí, llegamos,… y la felicidad que nos venden es nuestra obligación comprar, de lo contrario no vamos a poder soportar mucho más… el aire es un asco y cada día pesa menos que el que vendrá, no vemos (ni miramos) nada que nos de un aliento, una esperanza…
(…)
El dios de este infierno cree saber lo que hace y hasta tal vez ya cuente con nosotros. Nada podemos decirle, sabe (y doy fe) que tarde o temprano le diremos papá…
(…)
Nos miramos y tenemos miedo; miedo de no poder escapar, miedo de terminar siendo como aquellos (muy pocos) a los que se les nota la conciencia humana, sólo la conciencia.
(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)(…)

martes, 20 de mayo de 2008

Un hombre de bigotes muy prolijos pero chistosos se sentó delante de mí en el subte el otro día. Tenía una nariz un tanto larga y pronunciada, la misma (según el chiste de algún tío un tanto repetido) era digna de ser subrayada… por eso el bigote chistoso, por eso la nariz chistosa. El hombre tenía también unos pelos un tanto novedosos para los tiempos que corren, los mismos, todos compactos y enmarañados, parecían venidos de una era que aún no llego, o bien, de una que ya pasó y él quiere inmortalizar. Tenía un traje que acusaba haber sido fabricado bajo un régimen que aún luchaba contra su enemigo detrás de un muro y, como si fuera poco, también era ocurrente. No era feo. De su mano colgaba un maletín, ni una valija ni un portafolio, dado que maletín es un nombre un tanto más alegre que los otros dos. Su forma de sentarse no era menos cómica que su bigote, su nariz, su pelo, su traje y su maletín; había en ella una empinada curva hacia delante que me hacía pensar que este hombre poseía un cierto interés por aquellas cosas que ocurren en asientos más alejados, a mis espaldas. Ocasionalmente miraba a sus costados como buscando, quizás, a alguien chistoso con quien alegrar su viaje siendo que yo no cubría sus pretensiones y él si las mías.
Luego de la primera estación noté los ojos del tipo, los mismos no eran para nada chistosos, por el contrario, se los notaba esquivos, deprimidos, tristes. Luego de este hallazgo me sorprendió como sus ojos habían pasado desapercibidos ante mi visión crítica, pues en un fondo de tanta alegría (su bigote, su nariz, su pelo, su traje, su maletín y su manera de sentarse) sus ojos apagados debieran haberse resaltado más.
El viaje terminó y me quede pensando en aquel tipo. Entendí que no había notado sus ojos tristes porque ese era justamente su propósito. Sospecho que todo lo chistoso en lo que reparé no es más que un anzuelo o una trampa de este señor para que nadie note su tristeza, su desconsuelo. Esta idea no es muy sana ni convida a la aceptación, de modo que quise encontrarme nuevamente al señor para conjeturar un poco más.
Una tarde lo volví a ver en el mismo subte y tal vez jugando mí pellejo me dispuse a seguirlo con mi cabeza durante todo el trayecto.

Esto es básicamente lo que entendí que él entendía.
Esto es básicamente lo que quiso decirme.
Su manera de explicar las cosas, en tan sólo algunas estaciones, me dejó en claro varios aspectos, tantos que probablemente no los pueda identificar de manera particular pero, a grandes rasgos, puedo decir que me dejó interpretar la razón de sus ojos tristes.

Antes de empezar digo que si no se entiende lo que quiso decir, invito, a aquellos que quieran entenderlo, a que lo busquen en la línea A por la tardecita, suele subir en Congreso destino Primera Junta.

Digo que dijo:

Extraño lo suficiente unas cuantas cosas.

Cuando reconozco que las extraño lo suficiente doy cuenta que definitivamente están en mi vida pero que no las tengo presentes todos los días. Sé que este razonamiento es demasiado elemental y descubro que no he descubierto nada con esto, pero de todos modos elijo no privarme de la linda sensación de reflexionar y de extrañar mientras lo hago. Voy a seguir.

Es imposible para mi encontrar impedimentos si quiero evidenciar (y hasta enumerar) aquello que extraño, pues son momentos, lugares, personas, sensaciones, razones y justificaciones que, aunque han dejado de estar entre los actores esenciales de esta vida de hoy, ocupan, o mejor dicho están, en algún eslabón de mis conexiones emotivas, sentimentales o mentales.

Esta reflexión no es del todo tan trillada, dado que quiero e insisto con ir un poco más allá y, a modo de recompensa, descubro que alguien sembró un mal que esta al acecho, un mal pensado para exorcizarnos de esta penosa sensación, un mal que cree que extrañar no es bueno, que cree que mejor es querer.

Doy cuenta del peligro que acarrea la posibilidad, cada día más concreta, de seguir viviendo sin necesidad de extrañar, sin necesidad de acordarme de estas cosas que extraño, es decir, el peligro de aprender a vivir sin extrañar. Esta posibilidad, aunque se disfrace de bien bajo la promesa de librarme de la sensación amarga que produce extrañar, busca adaptarme a una realidad que me quiere y me acepta sólo si sé velar (y abandonar) aquello que extraño. Por mi parte no quiero creer (y tal vez no logre evitarlo) que estoy empezando a desandar un camino en el que al final no habrá más cosas por extrañar y, esto, verdaderamente me aterra.

Considero que cuando alguien extraña algo no esta haciendo otra cosa más que manifestar la sensación (en este caso extrañar, claro esta) que le produce no tener aquello que cree propio, de su vida, de siempre, de modo que siguiendo con esta línea de creencia se desprende que cuando alguien deja de extrañar algo deja de sentirlo como propio, de su vida, de siempre.

Esta interpretación puede tener muchísimas más variantes, pero las mismas ciertamente no me interesan en este momento, dado que estoy principalmente preocupado y concentrado en hacerte entender el temor que me produce extrañar cada día menos y querer cada día más.

Esta sutil diferencia que veo, o que me invento, entre extrañar y querer es, entre otras tantas cosas, el asunto que me alarma. Me persigo con la idea de no ver, y por consiguiente cruzar, la línea que me cambia las sensaciones, que me lleva de extrañar a querer.
Elijo extrañar, no quiero querer.

Deseo extrañar teniendo de este modo una silenciosa esperanza de creer que tal vez esas cosas que extraño aún siguen siendo mías, aunque estén en los lugares más recónditos y alejados del planeta, aunque temporalmente y espacialmente ocupen otras realidades, aunque su existencia no exista dentro de la mía.
Esas cosas siguen siendo mías y las quiero, pero las quiero porque las extraño, porque las tengo.

Creo que lo tengo. Pienso que cuando tengo algo en algún lugar y no lo puedo disfrutar lo extraño, en cambio, cuando no tengo ese algo y no lo encuentro en ningún lugar que considere mío, propio, lo quiero. Quiero tenerlo para hacerlo propio, para luego extrañarlo. Esto me lleva a pensar que querer no es malo, siempre y cuando no nos confundamos con querer aquellas cosas que primero extrañamos.

Es un procedimiento, uno debe primero querer algo para conseguirlo, para apropiárselo, para luego extrañarlo. A su vez debemos prestar atención y no ceder ante el peligro inminente de abandonar aquellas cosas que extrañamos. No debemos abandonar aquello que ya es nuestro y, que aunque no sepamos dónde, esta. Abandonar aquello que extrañamos, es decir, dejar de extrañarlo, nos haría perder muchísimo de todo lo que hemos ganado.

Nos vemos, me bajo en Castro Barros porque tengo turno con el odontólogo.

viernes, 16 de mayo de 2008

Nuotatori Professionisti

(Beilinson - Solari)

Cuando la marea los quiere tapar
en el corazón de la noche,
pagan con promesas los nenes de oro.

Cómo actúan esos tipos felices?
Cómo brillan sus muecas festivas?
Si acarician pasteles de culo,
sanos, muy fuertes y azucarados.

Sudar no les cambia la racha, no;
llevan el juego en la sangre,
y van descarados, lindos varoncitos de oro.

Viven temiendo despertar de sus sueños!
Van de vampiros de arrabal.
Adidas digitales!
Pepsi inyectable y... dame más, dame más!
Qué milagroso día el de hoy!

Retiran mientras van ganando,
ésa es su dulce macumba
para nenas que llevan mantón de martirio.

Esos nenes con superpoderes
hoy se trenzan en juego espartano,
como lenguas de fuego que arrasan
a su paso todo lo que pueden.

Le hacen precio a los buenos amigos
por un par de tatuajes masocas,
y pagan con promesas los nenes de oro.

jueves, 15 de mayo de 2008

Se dijo alguna tarde frente a su sombra:


No encuentro la palabra y mi cabeza pide otra vuelta,
Veo que no todo es bueno de aquel lado del espejo, te veo de rodillas pidiendo más…
No son claras las reglas, no las elegí, nunca pude haberlo hecho así…
No importa si es antes o después de la noche, sabemos que ella nunca llega como la necesitamos.
Mis manos abrazan egoístas sólo a mi llanto, el tuyo, descreído, tampoco se acuerda del mío…
No son las reglas, es el modo…
No elegimos este cielo ni este sol, pero si el ojo con el que lo contemplamos.

No encuentro la palabra y mi alma dice que ya es suficiente, que no habrá otra vuelta,
Mi cabeza sangra, quiere otra prueba de vanidad, otro mecánico modo de pensar,
No todo es tan bueno de este lado del espejo, me veo de rodillas no queriendo querer más…
No son claras las reglas como tampoco mi modo de amar,
No importa ya si es antes o después del sol,... la luz no es nuestra a esta hora y ya nunca lo será…
Tus manos, que a la vez las mías, no me conocen y me dejan caer… dirás que hago lo mismo, lo sé, pero no ves que yo soy el rey.
No es el modo, son las reglas, se te olvida con frecuencia mi condición de mentor, mi lado redentor.
No elegiste este cielo, yo te traje hasta él,… no elegiste esta luna, yo te la enseñé…
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Desgracia de buscar en el espejo alguna verdad…
desdicha de no verme en él…
error de buscar otra realidad, otra forma de ser…
Desgracia de buscar en el espejo alguna verdad distinta a la que hay…
malentendido a la hora de encontrarla…
error al apropiarla…


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Esta secuencia conjeturó sus pasos. El maleficio estaba al acecho y nunca nadie le avisó…
Sus manos no encuentran las nuestras, sus rezos nunca llegan…
Su cielo está hecho de promesas, su infierno de realidades…
Él, hecho cuerpo, cae vencido en la alfombra de nuestros besos, bajo la niebla de nuestros ojos.
Él ya no es él… no lo vemos en su lugar…
Pasa sus días en el purgatorio reconstruyendo planes
Arrodillado frente a al fuego que le incinera la calma…
Sus ojos no se cierran, permanecen atentos cada vez más, cerca del final…


guigiar

miércoles, 14 de mayo de 2008

Los pibes sin paz

Es más cómico si uno aprende a acompañar la sensibilidad con una sonrisa…

Se descubre, fácilmente y con el tiempo, que las miradas que se tienen para dar no son precisamente idénticas a aquellas que se planean recibir, de todas maneras no deja de interesarnos la falsa naturalidad y mucho menos la velocidad que solemos desplegar cuando queremos y vamos dispuestos a desorbitar.
Nuestro andar es fácilmente reconocible en las noches nuevas, aquellas que aún albergan pedazos del sol, por otra parte sabemos bien que al volver nos espera una hermética soledad, esta vez tal vez sea la de saberse en libertad. Es tan libre como severo nuestro temor a la oscuridad, el mismo prefiere tolerar el ritmo de nuestros llantos forcejeando con el paso veloz de nuestro instinto… (Una vez más terminará siendo más sencillo desarmar el espejo que la eternidad y, entre el humo, recuerdo que últimamente viene siendo la opción más concreta y real).
Ya es la hora, pronto deberemos caer. No podemos esperar mucho más, el moscón ya zumbó tan feo y real que ya es de todos la gracia de ver nuestro final, aunque no tengan que participar.
Golpes en la puerta en el momento de transformar la discusión en unipersonal nos aconsejan feo otra vez. El miedo es tan hondo y espeso que pronto volveremos a reír, al menos un par de veces más…
Minuto, segundo, minuto, hora… es indudable que sabemos como manejar las circunstancias pese a una minuciosa y estudiada desorganización, la misma nos permite llegar cada noche un suspiro más tarde que nuestra vanidad y un minuto antes que nuestra sombra; a su vez, y esto verdaderamente no da felicidad, gozamos inquietando a las miradas que caen rencorosas sobre nosotros.
Noche tras noche vamos construyendo un nuevo cruce, durante el día nos damos el gusto de jugar con nuestra sensibilidad a la vez que deslizamos una sonrisa mecánica para que no nos puedan encontrar.
Sabemos hacerlo, conocemos las reglas y no las abandonamos. Poco nos seduce la ambición, tenemos la gracia de saber perder batallas ganadas.
Solo nos asusta la oscuridad pero no nos importa,… dedicamos nuestro tiempo a vence el temor.

lunes, 12 de mayo de 2008

No, no y no.

Ni bien mi reloj puso su mano sobre mis piernas y mis ojos cortaron bruscamente mi fino cordón de plata supe que hoy, probablemente, no iba a ser un gran día. Aquella sensación me acompañó exactamente la cantidad de minutos que necesita mi cabeza para procesar información y, luego, siniestramente se evaporó, pues mi cabeza (sorprendentemente un tanto más ágil que otras mañanas) procesó la noticia que daría un tiro de gracia a mi esperanza pagana que rogaba por que aquella sensación sea sólo eso, una sensación.
En mi ser empezaron a arremolinarse malas respuestas, malas mañas, malos modales e, incluso, una rabia contenida (quién sabe de cuándo) que empezaba a organizar una protesta que traía humos de violencia… ¿la razón?, ¿que decía aquella noticia?, ¿cuál era la realidad?, simple, un paro espontáneo de subtes acortaba sideralmente mis tiempos y, consecuencia aún más grave, me empujaba a diseñar un plan de emergencia matinal.
Esto no hubiera sido problema (y creo que hasta hubiera sido un juego) de no ocurrir a estas horas de la mañana, sucede que uno (particularmente yo) no cuenta con una capacidad notable durante toda su vida y, siendo que esta “virtud” es más pronunciada a altas horas de la madrugada, el problema no sólo era ajeno (el paro), sino que también provocada y atentaba contra mi escasa condición pacífica.
De por si la mañana se asomaba dura, un frío con muecas de invierno decía presente sin importarle que la ventana estuviera cerrada o que la cocina estuviese encendida. La voz ya no era voz, era un eco que no dejaba de burlarse en mi cabeza, me repetía constantemente, con una tranquilidad desesperante, que no había subtes, que debía apresurar mi marcha y, como si esto fuera sencillo, pensar de qué manera ir a trabajar.
El desayuno fue lo primero que tuve que apartar de mi alma y, pese a un gran dolor, la decisión estaba tomada. Pudo haber sido la ducha (que finalmente también sería descartada) pero en aquellos minutos era verdaderamente muy necesaria para acabar mi proceso de despierte.
Pasaron los minutos y mi cuerpo no daba signos de reacción alguna. Mis ojos, que extrañaban brutalmente la suavidad del cordón de plata, padecían muertos, inmóviles, ante la pantalla de colores que ofrecía a muñecos desvelados hablando con definiciones de diccionario. Aquellos muñecos poco tenían de injerencia en mi realidad, pero su serenidad era motivo de más furia –debo reconocer que una vez resuelto mi problema coyuntural, mi odio hacia aquellos individuos permanece intacto pero fundamentado en otros motivos-.
El tiempo que mis ojos permanecieron clavados en la nada intentando asimilar un poco de frescura televisiva fue el suficiente como para que mi alma se viera en la obligación de desprenderse de otra parte importante de su existencia: la ducha. No había tiempo ya, en diez minutos tenía que estar trabajando y aún no sabía como llegar.
Un breve chapuzón en mi lavatorio asimiló algunas (no todas) propiedades de la ducha y el cepillo de dientes hizo lo suyo. Un trago de agua cumplió el rol del desayuno ausente y, tras haberme vestido casi sin ver y de memoria, ya estaba listo para partir.
Cómo ir ya era mi único problema, cargaba con mi mochilla llena de papeles universitarios pero no había una solución práctica en ellos.
Estaba desorientado, perdido, sin saber hacia dónde correr. De pronto, el despertador, la voz, el eco y, a estas horas mi asesor también, me ofreció un peso y me dijo: “el 2 en Belgrano, dale que llegas tarde”.
Así salí, con esa consigna.
Así llegue, obnubilado, sin entender bien lo que sucedió. O si, pero no queriendo hacerme cargo. No quiero entender que mis días ya son así, que soy parte de los noticieros matinales que conducen tipos desvelados que hablan con definiciones de diccionario.
Tal es mi negación que me reservo los pormenores de lo que siguió. Tal vez como anticipo o como curiosidad les digo que nada termina ahí, pues todas las otras personas que amanecieron con esta escandalosa noticia del paro decidieron (tal vez antes que a mi me lo digan) ir a Belgrano a tomar el 2.
No, no habrá más datos. Me niego a ser parte de aquellas personas que cargan con una desesperación enorme desde tan temprano. No los soy. No lo seré. No lo quiero ser.
Prefiero despertar con una canción.