miércoles, 12 de diciembre de 2007

No se...

No se:

Subir videos.
Subir música. Vi muchos blogs que si la tienen.
Poner links de páginas que me agradan.
Poner links de otros blogs.
Darle más onda.
Utilizar las chucherías que el medio ofrece.
-Las fotos las subo pero es muy poco, deben existir más variantes.
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Huelga.


Martín.

martes, 11 de diciembre de 2007

Futurro

El "futurro"...

Que malo que soy, entre otras cosas, para crear -con perdón a los que crean de verdad- palabras que no existen. Cero graciaa. Ya lo sé. Basta. No lo piensen más. Es más, no me importa para nada, tal es así que si quiero lo escribo de vuelta: "futurro".
Siento un raro orgullos por mi "invento". Si ya existe, aclaro que nunca lo vi en ningún lado. No, tampoco lo vi de niño y quedó perdido en mi inconciente. No, ya dije que no.
"futurro". Si, de nuevo.
Bueno, basta.

Ahora si, el "futurro":


El día que el "Arte-Paint" tenga un valor similar al de tantos otros delirios, podré sonreírle al futuro más austero de todos. Podré esperar, sentado y feliz, que los detractores (y envidiosos) usen su lengua escupiendo veneno.
Viviré entre paredes transparentes y el techo estará pintado con colores aún no inventados.
Mis delirios serán atroces y, cada mañana, me dedicaré a construirlos nuevamente buscando que de una vez por todas sean inalcanzables -Aunque reconozca en silencio que no será así-.
El día que un nuevo estúpido millonario se aburra de su opacidad, podré fantasear con vivir del arte "Arte-Paint". Claro que no seré más que un mercader, sucio y ruin, que disfruta y vive a costa del talento de ella.
El día que el "Arte-Paint" coticé en bolsa cerraré los ojos para poder elegir las islas donde criar a mis perros intergalácticos; los mismos no pensarán y a su vez, como muchos de nosotros, leerán el diario del domingo un lunes por la tarde.
Un buen día –ojala algún Dios no lo permita- encontraremos, ella y yo, un lugar viciado de glamour y sensaciones poco vulgares que nos dejarán descansar incluso los martes, de principio a fin.
Ese día, venidero, nuestros críos jugarán con rastis noventosos propios del surrealismo, construyendo los imperios que habitarán en futuros no muy lejanos.
Aquel día, lejos de sentirme realizado, podré mirar a mi alrededor como queriendo agradecerle a la vida tantas fantasías a mi alcance.
De momento, el "Arte-Paint" no es más que el entretenimiento, ajeno, que me divierte cada tarde (como esta) en la que busco en este blog un escape a circuitotenis.com. El segundo punto, después del "com", no queda bien, pero las reglas de puntuación son bien claras para todos.

Si lees esto y piensas que tienes el don (o simplemente tiempo) como para ser parte del "Arte-Paint" que nos convertirá en seres muy extravagantes y envidiados, solo debes hacer el tuyo y enviármelo por e-mail. Atención, el mismo no debe tener título (no se confundan, el “no-título” es por el “Arte-Paint”, no acepto E-mail alguno que no posea título), dado que el mismo queda a mí criterio, pudiendo de esta manera cobrar los derechos de autor.
Ahora, si vos (si, vos) lees esto, quiero que inmediatamente te pongas a trabajar en más "Arte-Paint". No seas egoísta, pensá en el porvenir de nuestros no-hijos.

Martín.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Segunda verdad

Que razonablemente justa puede ser la vida en su fin
Cielos tan amplios, como soberanos, enferman a tus ganas de matar,
No queda bajo tu vista alma por mutilar…
Es tan certero el desenlace como lo ha sido el pulso de tu firma,
Ya nadie ríe ansioso esperando tu perdón…
No lo dirás nunca, y sin embargo, nadie querrá oírlo,
Juez y juzgado se confunden sin un cielo sobre sus cabezas,
La muerte nuevamente fantaseó de más poniendo a la obediencia bajo tus pies
(En su lugar)
No existen (no quedan) reyes, jueces ni condenados,
El suplicio tarda pero llega… lo ves a tu alrededor
-Ayer recuperó su cabeza, sus piernas ya no quieren huir…
Su brazo, tan feroz, es igual de asesino que aquella vez…-
La paciencia se acabó, la noche es de todos, nadie oirá,
Juez y juzgado sin más mediación que la segunda verdad.
Pasó el tiempo, el odio, el dolor y el placer,
Es su noche y ha esperado por años tu despojo de poder…
Mañana, luego de escuchar su furia, pedirás un poco de piedad,
Reconocerás el error.

guigiar

Perros, solo por decir.

Buscando, no sé bien qué, encontré este tratado (¿?) que lleva unos cuantos años sobre sus hojas, unos cuantos años de existencia.
Le hice unos retoques, no muchos, dado que creo que es mejor y más sincero así.

Siempre quise tener un perro.
Siempre quise tener un espejo que refleje la existencia que nos fue negada.
Siempre quise sacarlo a pasear sin correa.
Siempre quise que algún día se me escape.
Siempre quise que otro día vuelva, queriendo volver.

Algún día tendré un perro.
O dos.

(Actual, de hoy.)
Tratado (¿?)

Recuerdo que hace algunos años solía discutir con vehemencia cualquier banalidad, todo asunto nuevo e ignoto era digo de ser defendido. Así funcionaban mis mañanas.
Una, no recuerdo bien cual, me dedicaba yo a defender la racionalidad de los perros. Recuerdo que creía, con distintos argumentos a los de hoy, que estos nobles animales eran capaces de pensar y decidir, que eran superiores, que eran seres.
En esta ocasión solo diré que aquella mañana estaba equivocado, al menos eso quiero.

Somos nosotros, pues, los capaces de determinar si los perros o piensan o no, los que nos matamos en guerras, los que nos distanciamos cada vez más con los pasos que da la tecnología de la comunicación (nuestro orgullo más ruin) queriendo estar más y más cerca, somos nosotros los que queremos más a nuestro perro que al vecino, somos nosotros los que adoramos a un Dios que nos castiga a cada instante, como reprochando tanta adoración. En fin, somos nosotros los que pensamos, somos nosotros los que sufrimos nuestros pensamientos.
Los perros no piensan, o no quieren pensar. El perro, como común denominador, es feliz siendo perro o al menos eso aparenta. No pretende más de lo que tiene, no distingue el lujo de la calle, no se desvive por comidas bien servidas. No mata perros como si matase tiempo. No piensa, y probablemente sea más feliz sin pensar.
Sus instintos son tan básicos y naturales que aún no los conocemos, no entran dentro de nuestra gama tan comunicativa y real. Su comunicación resulta ser tan evidente como misteriosa, asunto que nos tiene por demás preocupados en algunas ocasiones (conocí varios seres (y me incluyo) que temen a sus ladridos, o su reconocer).
Son perros y no pretenden más. No sé si entienden o no, pero viven sabiendo que morirán perros, ni reyes ni soldados, ni pobres ni ricos, solo perros.
Encuentran en una caricia una razón que justifique su día. Aceptan, con un notable orgullo, que su lugar (en el mejor de los casos) es el patio, no protestan.
He escuchado alguna vez a alguien decir que su perro lloraba cuando dormía en el patio. Hoy, años después, se me ocurre pensar si aquello que mi compañero interpretó como un llanto no era acaso un reclamo de justicia, un agradecimiento, o tan solo un canto de alegría. Entendí, con esta ocurrencia, que el dueño de aquellas palabras es el que no concibe al patio como un digno lugar donde dormir, donde pasar la noche.
Otro asunto que no puedo pasar por alto es la reacción de un perro hacia otro perro. Pocas veces he visto perros ignorarse al verse; si bien su encuentro muchas veces no parece amistoso, no se permiten ignorarse. No reconocen diferencias entre si, somos nosotros los que regañamos al animal cuando este se acerca a un par que disfruta de su vida en la calle, somos nosotros, los pensantes, los que tememos de su contacto con un pobre can desposeído de techo y amor.
Los perros no piensan, no, menos mal, afortunadamente no piensan, o no quieren pensar. O, lo que es más simpático aún, no lo quieren decir. Después de todo esta bien, el perro probablemente seguirá siendo perro sin renegar de su condición, seguirá siendo humilde en todas sus expresiones, seguirá siendo soberano de su condición, aceptándola sin avergonzarse un gramo de ella.

Pobre de nosotros, como humanidad, el día que el perro quiera pensar o admita que piensa; será el peor castigo al orgullo que podremos recibir. Descubriremos que hemos vivido sin vivir. Sin dejar de pensar. Sin querer sentir.


Martín.

jueves, 6 de diciembre de 2007

No escuchar conversaciones ajenas...

Pasé sin querer pasar y bueno,… me tentó el silencio acomodado para rellenar el tiempo, motivo más que razonable para que puedan entender el por qué…
Me quedé y esto fue lo que capté a las apuradas con mi futuro oficio de periodista… (cuak!)


Silencio
(…)
Silencio
(...)

¿Será justamente aquel el destino? – Creo, ciertamente, que el destino (al menos el mío) es ese que no me deja concebir más horizontes que los de mi imaginación, ese que me obliga a pensar por todos y por mí, ese que me dice que el mundo tiene más vueltas por descubrir…
¿Será real la sensación de una señal? – Tan incierto, como severo, puede ser un corazón capacitado en percibir señales. A tal punto de justificar su quietud en la espera de una señal que nunca llegará. Nunca llega y sin embargo esta cada vez más cerca, como aquella vez en la que sonó en el viento una canción.
La señal, o bien el instante de decisión, no esta perdido en el aire, no va mezclado con aromas diarios. Por el contrario, su origen es tan remoto que podía uno fácilmente asustarse, confundirlo con la rutina, con la prisión, con un proyecto de despegue.
¿Es acaso cierto que tras el sol aguardan más soles? - No, el verdadero sol no tiene un detrás, detrás del sol solo pueden contemplarse reflejos de una misma (única) omnipotencia. La misma, agobiada de ser, se multiplica buscando hacer más llevadera su existencia. Es uno quien quiere encontrar más soles tras el sol, como también es uno quien sabe que detrás del sol no hay sol, solo espacio y reflejo.
¿Es por estos días el viaje el lenguaje de los libres? - Sinceramente no hallo respuestas para ello, tal vez esta carencia sirva de motor a un viaje que, no lejos del sentido de la pregunta, termine siendo liberador. En otras palabras, y otros conceptos, y otra respuesta; ese lenguaje no me es familiar. Si lo es el motor.
¿Qué espera para partir? - Existen mil motivos que se pueden crear para justificar este letargo. De todas maneras lo más probable es que lo que uno espera, y nunca puede obedecer, sea la necesidad.

Así, un poco menos soberbio que en sus respuestas, se retiró el dueño de estas palabras. Con su partida dejó en evidencia su ineludible pasividad.
Saludó cordialmente, tomó sus pertenencias en una mano y luego se marchó.

Este monólogo cifrado en un pensamiento, fácilmente expresado en una conversación muy poco fluida, evoca unos conceptos que atormentan su mente en muchos de estos días. El destino, las señales, el sol (o los soles), el viaje (siempre en singular, se trata del primero) y el no partir.
Así se acomodaron un día sus pensamientos, de la misma manera en que luego se desordenaron perdiendo todo sentido.
Así transcurren sus segundos eternos en su Vietnam: bombas, tiros, bombas y humo. Mucho humo.
Cariñitos a todos.


Martín.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Se va la segunda...

Todo empezó con una nueva incredulidad de mi parte, él dijo que existen temas que son tan amplios como inagotables, de manera que mi lado más terco quedaba obsoleto ante tanta amplitud dialogal. Insistí unas palabras argumentando con procesos tan básicos que alcanzó con una mirada para que comprendiera mi error conceptual.
No le di la razón, solo asentí con la cabeza cansada ante su vigésimo acierto.
Es así que acá, es decir a continuación, van unas líneas muy desordenadas y mal escritas, las mismas refieren a una idea que arrojó sin mucha elaboración estructural pero si con mucho sentimiento, del puro, del noble.
Entonces, finalizando los preámbulos excusadores, les entrego lo que pude capturar entre gestos y expresiones verdaderas. Perdón por la inexperiencia.
Ahora si, con ustedes, primera definición que entregó de la verdad. Al finalizar, y luego de despedirse, gritó al viento que era la primera de muchas. Entiendo que ya vendrán más.

Bueno, ya basta.

Besos, hasta otro día, uno de estos tal vez.

Martín.



Definición I - La verdad.

La verdad no es justa pero no deja de ser verdad, es sabido que poco podemos reprocharle a este atributo tan siniestro y real. La verdad no es sabia y a su vez tampoco necesita serlo, ella no conoce de errores y parcialidad. La verdad nunca es ajena, es propia en cualquier latitud, pero permanece oculta en la misma verdad, allí, donde nuestras voces nunca llegarán. La verdad no es nuestra pero bien podría serlo, después de todo no han existido seres que le rindan más culto a su condición. La verdad es tan poderosa que no le teme a su verdad, ella entiende que nunca nadie podrá matarla sin que quiera sobrevivir. Hay señores, no son muchos pero son los mejores, que creen ser dueños de su divinidad, van por la vida transitando su camino con suma nobleza y seriedad. Les importa poco el fin, suponen que por siempre estará la verdad para jugar una mano más a su lado. Ella espera, espera tanto que a uno le queda una sensación de inseguridad, semejante al abandono.
No nos conoce, no sabe que vamos por un poco de su luz, sin embargo nosotros confiamos, creemos que es la madre de todas las esperanzas. Un paso, otro más, así vamos construyendo y moldeando nuestra ilusión, su imagen más fiel. Es una representación un tanto irreal pero sumamente noble, honesta por donde se la mire, si al menos pudieran entender que no pretendemos el cielo, tan solo aspiramos a un aire de igualdad.
Nos dijeron, y de la peor manera, que no existe motivo para esperar, que debemos correr sin reconocernos en la noche. Dicen, como ellos adoran decir, sin alguna palabra mediando la sensación, que estamos solos y equivocados, que jamás tendremos una solución a tanta opacidad. Nos amenazan con la verdad, la misma que de a ratos es tan suya y ajena, incitándonos a pedir perdón.
No somos todos pero si somos muchos, cada día más, los que buscamos nuestra verdad, nuestra razón. Comprendemos que la verdad no es el fin, mucho menos el lugar a donde queremos llegar, no es la razón de nuestras vidas ni queremos hacerla nacer. Es tan simple como solo entender que nos mueve, que es motor y reacción, es camino y revelación. No es nuestra ni de nadie y es, por sobre todo, de carácter universal.
Su única debilidad es la codicia que despierta en quien fantasee con poseerla.
No la queremos como propia, la soñamos como universal. Como popular.


"guigiar".

Fugaz

A las apuradas!!

Un beso a todos!!

Martín

Las balas no tardaron mucho en salir de tu boca.
No me sorprende reconocer que su ánimo alimenta tus esperanzas cuanto más sincera y obediente es la confesión.
Ya no son tuyas las calles que recorro, tal vez por eso no preferís verlas.
No te esmeras solo en ignorarlas, te es más saludable entregar noche y castigo a tus viejos pasos.
Las realidades no son las mismas, mucho más distinta es la felicidad.
El fin es igual para todos, pero yo transito por la libertad.


guigiar

martes, 20 de noviembre de 2007

Aveces hay algo de eso...

Después de un fin de semana sumido en el dolor (solo para entendidos), pude revivir un recuerdo que permaneció vivo cerca de dos años. Estuvo intacto, como esperando aquel momento.
Todos los gritos fueron un grito y no solo un grito, sino el mismo. La historia empezaba a hacerse familiar, -Fue hermoso tenerte delante, como siempre en aquel recuerdo, entre tantos hermanos- la fiesta era la misma, sentí que siempre había estado invitado y fui feliz.
Las emociones eran remolinos que atrapaban todo intento de escapar por parte de las mías, esos raptos fueron hermosos, iguales a los que esperaba.
Ellos, qué decir de ellos si permanecieron igual, como la última vez, unidos como me gusta soñarlos.
Pasó el tiempo y entendí que los banquetes se comen y se disfrutan, pero nunca llenan, siempre hay hambre (o sed) de más -Estamos condenados a la sed de ser-. Para mantener ese gusto intacto en nuestra alma sigue siendo la más certera aquella hermosa canción (semejante en algo a una retirada), la de la libertad.
Así terminó, o bien empezó, otro tiempo; porque a partir de ahora (y mientras me atreva a endulzarme el alma con aquel sabor) recordaré como quiero pisar.


Va, no se si más menos que más o más más que menos, pero va.

Gracias.
Saludos varios y a granel (¿?)

Martín.


Huelga al título

Estamos tan cerca que no nos reconocemos, no podemos ver nuestras caras pero las sentimos. Abrir los ojos solo dificulta la visión, la nubla; las pestañas son espadas que se hieren incansables con bruscos movimientos. Las voces se hacen gritos y no prosperan lo necesario como para justificar el esfuerzo, no se dilucidan palabras, aturden los sonidos. Estás ahí, no te veo, no te reconozco, pero te siento. No puede ser de otra persona ese temor, ese llanto.
Mis manos torpes acarician el aire, descifró en cada soplo que me llamas. No puedo acercarme, están completamente paralizadas mis intenciones y sufro el paso del tiempo.
Tu temor no habla de razones y la vez es muy cierto y real.
Como si existiera un fin para tanto llanto me entrego vulnerable en cada lágrima.
Después de todo seguimos firmes. Lastimándonos al menos un soplo más.



guigiar.

martes, 13 de noviembre de 2007

Sanatas

Yo creo que el motivo de tanta soledad era el dibujo "mufa" que ya desapareció. Pero él tiene unos argumentos que cree más válidos y ciertos. Aquí están, estos son.

Besos.

"Volveré y seré Milone...." (Cecilia) - un buen chiste que le robé a alguien que sabe hacerlos -

Abrazo.

Martín



De momento no hay mucho por decir. No miento si digo que las palabras no se acercan, y si lo hacen es solo por costumbre, no prometen más que eso.
El mundo se cerró tanto que las ideas se están asfixiando, hoy en día simplemente se mueren o, lo que es peor aún, no pueden nacer.
En un rincón muy oscuro se están acumulando vacíos, momentos que lejos de ser únicos forman en las filas de lo residual.
No son nada alegres las circunstancias que empujan con dirección al silencio, pero no queda mucho más por hacer, solo ofrecer una silenciosa y perseverante resistencia.
Será cuestión de días hasta que se acomoden las sensaciones, los tiempos.
Lo concreto termina siendo aquello que no se puede explicar debido a su carácter más abstracto, pero de todas maneras se deja entender.
Será hasta pronto.



guigiar

lunes, 29 de octubre de 2007

Borrador face I

Va un texto inmaduro, impropio, desbocado, desestructurado, infame, inútil y soberbio. Me dijo que no pierda la calma, que de todas maneras su soberbia cabalga senderos que no perturban mi paso… no con esas palabras, pero con ese contenido.
No me ofendo, se que motivé tal reacción cuando le pedí que por favor volviera a leer el texto al menos una vez más de la que creyó necesaria…
De más esta decir que pocas veces leí algo tan a las apuradas, pero EL es EL…

Ojo, reconoce que tendría que haberlo tenido un tiempo más para trabajarlo, pero sucede que también reconoce que esta en un tiempo en el que más trabajo le acabaría por volar la cabeza. Es feliz sabiendo que todo tiene su tiempo siendo absolutamente reciclable…

Su borrador On-line.

Saludos.
Se los quiere.
Se los aprecia.
Se los desprecia. No es mi caso.
Se los ama. A veces si es mi caso.
Pero por sobre todo se los respeta. No?

Besos.

Martín.


Sin título.

En un día completamente vacío de contenidos no se encuentra la abertura que a veces suele ofrecer la desesperación. Me pregunto, con un alto grado de ignorancia, acerca de la existencia de aquella salida. Imagino que debe de existir en algún horizonte probablemente ajeno, al cual no podemos llegar al menos en estas circunstancias.
Poco de novedoso tuvieron estas transiciones. La sorpresa tiene algo guardado para nosotros porque sabe que nunca iremos, al menos yo, a buscarlo bajo este sol.
Cuanto más celeste o azul es el cielo más se reduce la libertad. Reconocen que tienen todo al alcance de una palabra, pero enmudecen en ocasiones iguales (o al menos muy parecidas) a esta.
La ciudad que soñé que esta repleta de sombras, algunas me pertenecían y no otras no tanto, pero sin lugar a dudas las mayorías eran consecuencia de años y años de letargo, de apatía, de distracción. Justamente ahí nace el problema, en la distracción.
La mañana siguiente creí haber soñado una ciudad llena de sombras, fue así, aunque lo que nunca pude distinguir, ni entender, es la diferencia tangible entre el sueño y la pesadilla. Las sombras que poblaban los caminos (las cuadras) no eran más que una distracción para nuestra mirada más crítica, la cual, de no haber estado enceguecida por el sol, hubiera sabido ser digna de tal. O al menos se hubiera animado.
Comprendí, una vez abandonadas las calles, que las sombras nos impedían darnos cuenta de la verdad. Las mismas se alternaban cuadra a cuadra con una cinematográfica reproducción en mi camino, esto, sin lugar a dudas, amenizó mi condición humana no dejándome salida más conveniente (y ruin) que querer encontrarlas.
Así transcurren por lo general nuestros días de rebeldía. Buscamos la verdad como única fuente capaz de valorizar y esculpir nuestra existencia, despotricamos contra aparatos injustos y maléficos que luego terminamos aceptando y, lo que es menos saludable aún, comprendiendo. Una vez más nos creemos capaces de sostener cualquier muro sin importar las consecuencias, pero nuevamente nos enceguecemos. –Es probable que esta devaluación moral y existencial merezca más contenido, pero me desagrada la idea de enredarme en sentimientos que luego abandonaré-. Como decía: vamos dispuestos, e irreverentes, a chocar con el sol, a quemar nuestra alma a cambio de un poco de dignidad, de paz. Vamos entretenidos con ese fin. Ellos, en el fondo, saben que iremos por ello y se divierten con nuestros impulsos. Nos ofrecen el sol (la verdad) a cambio de nada, está tan al alcance de nuestra mano que en un principio no lo podemos ver, pero luego, algún Dios mediante, terminamos reconociéndolo. Salimos a caminarlo para entenderlo, pare descifrarlo. Ellos, enfermos de democracia, se dedican a no entorpecer nuestra ira, nuestro recorrido. No nos ponen vallas en el camino, por el contrario; lo dejan tan visible y al alcance de cualquiera que más de uno podría dudar de su competencia y su afán de permanecer.
Nos lo dan, nos lo regalan, nos muestran por donde se entra, no se oponen, no lo disfrazan demasiado, no lo ocultan.
El poder de ellos está en conocer la debilidad, en menoscabar nuestra integridad, en saberse tan fieles a nuestro reflejo que simplemente nos conocen, después de todo ellos muchísimas veces terminamos siendo nosotros.
Lo único que hacen con una minuciosa ambición es colocar sombras, ubicadas a dedo a la par del camino que empezaremos a transitar. Las arman y seleccionan una a una con sus dimensiones y aires, con sus temperaturas y comodidades.
Ya está, el trabajo esta hecho. El error es nuevamente nuestro. Sus conciencias tendrán una noche más de tranquilidad, hicieron lo que debían y no aspiran a más.
Uno admite y se baña de valor tres, cuatro, a lo sumo cinco cuadras… pero la sombra está ahí, permaneciendo estática a la espera de nuestra anemia, de nuestra ceguera, de nuestro conformismo.
Así se fue un día más.


guigiar.

martes, 23 de octubre de 2007

Jamón y arroz.

Recordaron sus labios
La diferencia
Del gusto del café
"El mundo es uno solo
Y las nostalgias
Espejismo nomás"
Se clavó su mirada
En la leyenda
Que ordenaba en francés
"Mis pies sobre la ruta
Mi pensamiento
Vuela universal"
El viento lo entonaba
Y se acordaba
De un saludo cordial




Se aceptan imágenes acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan textos acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan caricias acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan alternativas acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan contradicciones acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan blasfemias acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan espacios acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan sentimientos acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan silencios acordes al sentido común que alberga este rincón. Se aceptan ojos acordes al sentido común que alberga este rincón.

Saben dónde enviarlos.

Pretenciosos abstenerse.


Un beso y una flor. - Nino Bravo.
Dos besos y la misma flor. - Martín idealista.
Un beso y dos flores. - Martín capitalista.


Pequeña humorada.

Va textito...

Martín.


Algún día va a llegar la retirada… esto es al menos es lo que soñamos, casi todos, en días como este.
No existe forma de alimentar el sueño si somos guiados a mordernos el alma unos a otros, como serenos hombres de bien. No hay una razón válida para seguir creyendo que el incendio es fuera a la vez que culpamos eternamente a la sociedad. La noble sociedad civil. Tan impúdica y soberbia que es digna de nuestra, y ante todo sana, envidia.
Si, es verdad que las luces confunden y hasta te ciegan con solo un guiño de ojo, pero de todas maneras nadie justifica (ni merece) tanto placer.

Así pasó un día más y no encontramos nuestro hogar. Sé que somos muchos los que creemos que el mismo no está, por lo menos ahora, aquí mismo. Ellos también lo saben, pero el problema radica en la invisibilidad que nos atrapa bajo la nube negra.
Llegará aquel instante en alguna ocasión, de momento nosotros continuamos nuestra torpe búsqueda con los ojos amordazados y las venas vendadas.

Que felicidad tan original aquella de la pantalla a todo color, nunca en mi vida me había dejado sorprender por algo tan espontáneo y real, a tal punto que pareció verdad.
Me sentí querido, que gratificante actitud tuvieron. Después de todo nuestro gesto bien valía un reconocimiento… y ahí estaba, ante nuestros ojos… listo para ser observado. Admirado. Agradecido.

Pasa un día más y el espejo es el mismo. No cambia. Mi rincón eterno sigue firme descansando a un costado, lindando con mi arrebatada irresponsabilidad. Lo soporto porque en el fondo sé que algún día tendremos el valor de saber que merecemos aquello que nos es negado una y otra vez. ¿Será tan triste el consuelo qué lo acepto y vivo exclusivamente por él? Es probable. Lo vale.

Segundo color de un cuadro sensacional que imagino pero no puedo tocar. Ni ver.

Mis pies sobre la ruta, mi pensamiento vuela universal.



Sin querer justificar

guigiar.

viernes, 19 de octubre de 2007

"Palabras estorbantes"

Los árboles rodeándome,
puedo verte descubriéndome
en las copas, que se vuelcan en la brisa
y descubro que me hablas y yo
soy presa y parte
de la lengua que me habla
me habla sin palabras…



Lejos, muy lejos, de pertenecerme entiendo que simplemente me agrada. Queda mucho más atractivo y cautivante con su música, sin la cual no debería ser concebido, pero como aún no manejo a mí antojo las sutilezas que ofrece este espacio no hallo otra opción. Imagínenla.
Bueno, las visitas esporádicas de este individuo me están dejando un tanto exhausto, es evidente que no puedo abandonarlo a mitad de camino, pero tampoco me da el tiempo ni la ecuación a la hora de soportar su existencia, debería ponerle un arancel, como para justificar. Ojo, con esto no deslizo la posibilidad de solucionar el inconveniente con una pequeña suma de dinero a cambio, muy por el contrario, había pensado en un monto más que elevado por mi tiempo. Aún lo vale.
Nada de esto va a pasar y en definitiva hoy es otro día grato, pero solo eso, grato. ¡Que palabra más cruel!, la gratitud me suena ahí donde se amontan ideas viejas y gastadas que quedan en desuso…
No era la idea salirme del eje que quería darle a esta breve entrada, se dio.
Vuelvo únicamente para decir que ahí están, esas son las palabras estorbantes que tanto me cautivaron ayer por la tarde. Insisto, no me pertenecen pero las comparto, las deseo, quiero poder sentirlas.


Martín.


El sol una vez más empezaba a calentar su ánimo gris con promesas de libertad, era la hora donde por lo general empezaba a patear sus fuerzas sin más remedio que verlas partir. De poco hubiera servido escapar, pero de todas maneras lo imaginaba sin saber de donde provenía tanto valor.
Aquella tarde, cuando iba más desorbitado que de costumbre, descubrió un sitio alejado de cualquier sospecha enemiga, es importante recordar que nunca antes había tenido la posibilidad de contemplar algo semejante en horas tan eternas.
Lo vio casi por obligación y en un principio no creyó en sus sentidos.
No era más que un breve pasaje adornado y delimitado por deshilachadas hojas que jugaban de techo a suelo, estaba ubicado al costado de un atiborrado y artesanal estacionamiento a la intemperie, y quizá el sendero era tan mágico porque muchas de sus hojas eran aún muy verdes, llenas de sabia.
Una suave curva dividía al camino en dos, y si bien la extensión del sendero no le permitía a uno perderse dentro de él, desde esta parábola era imposible distinguir un límite para el mismo. Resultaba ser tan infinita como real la perspectiva, generando de esta manera una fascinación nunca antes vista en el rostro de su alma ni en la soberbia de sus pretensiones, conceptos muchas veces confundibles el uno con el otro.
Apenas se entregó a su paso solitario supo que iba bien predispuesto a la sorpresa y en busca de la duda, emociones que nunca encontró. Simuló estar distraído un instante antes de poner el pie en la curva, producto de la simulación creyó caer en la duda, por lo que volteó la cabeza en busca de la sorpresa, y como sucede con toda creencia, fue rápidamente reemplazada por alguna un tanto más irrefutable.
Esta debilidad, la de ser refutable, aún no es propia del camino que se torna infinito desde un punto de vista que no es meramente longitudinal y probablemente nunca lo sea.
Volvió a dudar pero no se detuvo en busca de razones desparramadas en el aire, acto que hubiera sido por demás en vano si se considera que el aire aún continuaba prisionero y tangible.
Si se me pregunta por el sol diré que no se escapó, por el contrario, hizo lo imposible por participar filtrando emisarios que doraban las hojas más altas e inalcanzables. Decidió no contar nada de aquel lugar infinito adoptando como propio el significado no material. Este egoísmo tal vez haya sido motivado por los destrozos anímicos a los que se exponía su tesoro si era dado a conocer. Prefirió ocultarlo y así fue.
Pasaban tardes y tardes eternas, y a medida que iban pasando el tenía en claro dos aspectos que son fundamentales a la hora de entender su ambiciosa esclavitud que tanto le dolía. El primer aspecto es muy probable que sea la conciencia que lo conquistaba cuando pensaba en los días que restaban soportar, dado que a esta altura había aprendido a manejar la presión como ninguno en su mundo. El segundo, y no por ello menos saludable, aspecto a recordar es este hallazgo que menciono, el del camino infinito. Camino en el que sabía no ser encontrado y se refugiaba cuando su espalda no toleraba más la asfixia.
Así paso el resto de sus ratos. A veces procuraba no atrincherarse con tanta frecuencia por temor, en gran parte, a que se sienta a lo lejos su felicidad, y en una proporción un tanto más pequeña, desconfiaba de los emisarios del sol, al menos en los primeros minutos de su estadía. Esta susceptibilidad no quiso ser analizada.
Pese a esta galopante desconfianza, había aprendió a administrar con tanta dedicación su fatiga emocional que ni las sombras le generaban temor.

El camino aún existe y todos sabemos donde esta.


guigiar

Un brote de sinceridad con dos perlas.

Las ideas se le escapan antes que las palabras, quizá sea por eso que trata de llenar vacíos con conceptos despilfarrados azarosamente como tratando de completar un rompecabezas con piezas tan extranjeras a mi sensibilidad. Este arrebatado proceso no me significa un gran inconveniente dado que conozco el desenlace a su desesperación. Muchas veces soy culpable de no querer (y aunque sería más apropiado el verbo poder aprovecho y asumo la herida del orgullo) ver la verdad en sus ojos forzando este esquizofrénico desenlace. De ambos.
Siempre procedemos de la misma manera, tal es así que puedo leerlo en tu voz y no sabría explicarte cómo. Agradezco a la culpa de ser haberme otorgado una ignorancia tan amplia en asuntos tan escalofriantes y viscosos.
Después de esta pequeña reseña a modo de introducción en la que cedo gran parte de la responsabilidad de tus actos a le vez que me desligó sutilmente de la mía, llega la verdad, aquello que quiero contar, o mostrar.
Es simple y esta a la vista, no es tanto pero significa un poco más aún. Dormían solos entre fotos y textos que no los merecían ni en sueños parecidos a los que ellos soñaban. No quiero decir con esto que soy un generoso de la libertad artística, y a decir verdad no reconozco el arte en ellos, pero me parece más que justo y adecuado igualarlos a la luz de algo que aún no tiene forma pero busca tenerla.
Gracias por ellos, y si bien a partir de ahora ya no son más míos siento que lo serán siempre.
Gracias por Para mi, Epa! y tantos otros un poco más personales que no vienen al caso.
Ah, no me olvidó, ya dejé en manos idóneas la imagen del pez, mexicano y alma, al que alimentamos generosos con lo que nos sobra sin darnos cuenta, por lo menos hasta el instante anterior al que unos ojos dignos de parentesco con la naturaleza nos lo confiesan. Me dijo que necesitaba más datos, yo reconozco que desordené un poco las palabras, pero de todas maneras no era un concepto tan fácil de inmortalizar, ahí va algo con qué entretenerte unas cuantas noches, o no.

Un beso, medio abrazo. Hace demasiado para andar todos juntos todo el tiempo.
Salud.


Martín


Se encontró con dos mundos completamente abstractos, diferentes uno del otro, pero similares en materia de proyecciones. Estaba dispuesto a ser seducido por cuanta ambigüedad se le ofrezca. Fantaseó con proyectos, ideas y perversiones dignas de un deleite soñado.
Se encontró con dos mundos, y como siempre sucede en estas latitudes, ambos eran del mismo dueño, tenían el mismo rey.
Ergo. Hermosa palabra.


guigiar.

lunes, 15 de octubre de 2007

Va testimonio...

Esta costumbre que se toma de caer a estas horas de la noche ya no me agrada tanto como en un principio…
Voy a tratar de hacerle entender que tengo mis tiempos y mis obligaciones aunque conozca de memoria la bandera que enarbolará. Es una gastada en la que flamean principios y prioridades. Antes no las compartía pero las aceptaba, y aunque ahora las comparta debo reconocer que no siempre me animo a aceptarlas.

En fin, y vaya a saber uno porqué, deslizó esto por debajo de la puerta tras una estruendosa (y ofendida) retirada… caprichos son caprichos.

Besos y abrazos para todos. ¡Aprovechen!, no siempre suelo ser tan amoroso.

Martín




El dolor no era excusa. Era hora de partir.
Leyó voces en un susurro. Ocultó la sombra en un pasillo de la habitación.

No comprendía la necesidad de permanecer que le producía la soledad, pero sabía que era su hora y no quedaba asunto por discutir. Protestó en vano unos cuantos minutos pero finalmente se entregó en un sigiloso andar.
Primero un paso, luego otro, y así, poco a poco, iba emprendiendo su rumbo.
Ya se había despedido de propios y ajenos cuando decidió no volver, sabía, con convicción, que de poco serviría recordar en horas de insomnio los rostros que animaron su tristeza.
Finalmente había llegado el día, sus manos eran aún más valientes y rígidas que las que tuvo en sueños, sus piernas, pilares de un imperio que nacía, se sabían más sinceras que de costumbre, había en su espalda una libertad nueva, única, la misma le endulzaba el paladar con sabores poco anecdóticos y muy precisos. Su mente ya no era aquel territorio avasallado por guerras tan innecesarias como impropias. En sus ojos se hallaban unos poderíos nunca imaginados por su más predilecta perversión. Estaba listo y ninguna suerte, por más bajeza a la que se animara, podría derribarlo en su ser.
El aire era verdaderamente un motor y no un instrumento para seguir con vida en un soplo más. Entendía, cada mañana, cuán valioso era poder respirar disfrutando tan singular acto. Había aprendido a no extrañar el cielo, de todos modos sabía que con luz o sin luz el mismo no se movía de su techo.
Tenía paz, la aventura le significada cada día el desafío de seguir y no lo preocupaba ni hasta dónde ni hasta cuándo, sólo seguía.
Pasaron calles, idiomas, lunas y hasta algún que otro sol, pero seguía sin sentirse defraudado por la dicotomía de su soledad, después de todo así había sido criado.
Sus años de espera fueron la prisión donde sacudió rencores y sospechas, y si bien algunos de ellos no le pertenecían, los adoptaba con sumisa gentileza.
Se pasó toda la vida, lo que no siempre resulta tan poco e insignificante hasta cuando se trata de una persona, retribuyendo miserias a quien adornaba su dolor. Este procedimiento noble no lo perturbaba, por el contrario, lo agasajaba con una singular manera de disfrutar.

Interpelaciones como esta, en las que jugaba a interpretarse, es de lo poco que lo ata a su pasado. Lo logró. Ya nadie, nunca más, podrá mencionar que está equivocado. Lo hizo y pronto lo volverá a hacer.
Sé que en algún lugar del tiempo espera compañía, pero no se preocupa demasiado, sabe que algún día llegaré.



guigiar.

lunes, 8 de octubre de 2007

Tan cierto como desordenado.

Esta tarde pasó sin pena ni gloria.
Antes de partir, y casi por obligación, accedió a mi pedido dejándome esto...
Reconozco que esta muy mal escrito, concuerdo con el, pero el argumento que me dejó para no irse tan derrotado es que su espontaneidad amerita su pronta y desprolija publicación... (Fastidioso delirio de grandeza)

Va un día más, o un día menos. No se entiende bien todavía pero parecen eternos.
Un saludo a todos, y uno especial para esos ojos, los tuyos, que en el fondo lo necesitan.
Lo mejor.
Abrazo.

Martín.



Creyó que existían pocos misterios en su ser, tal vez sea por eso que una vez más se dejó sorprender por un trillado desenlace sin estar preparado.
Recuerdo que se pasó toda su vida fantaseando con situaciones vacías de argumentos que le llenaban la almohada a la vez que le arropaban un pedazo de alma. Mientras tanto, jugaba cada mañana con el veneno de ver morir un nuevo delirio ante sus ojos antes de nacer.
Finalmente llegó el día, que no fue más que una tarde como tantas otras en la que le ocurría algo similar, en el que se lamentó producto del mandato que (como en toda su vida) ejercieron sobre él las soledades.
Juró que nunca volvería a confiar en alguien que portara palabras tan lúcidas y sinceras, y justo a la hora de la rendición revisó una vez más aquel purgatorio que habitaba en su mente no encontrando más de lo que pensaba encontrar.
Primero vio un par de sueños inconclusos, los mismos no lo preocuparon demasiado hasta que entendió que eran los únicos que aún respiraban en aquel infierno. No estaba dispuesto a soportar mucho más el calor que le saturaba la sien, pero prefirió seguir con aquel flagelo que algunos llaman meditación.
Se mantuvo inmóvil algunas horas y sus ojos estuvieron cerrados frente a una pared cada vez más cercana.
Lo siguiente que halló fueron risas, no eran muchas pero aliviaban el fuego que crecía alimentado por el aire seco que liberaban sus sueños inconclusos, trató de identificarlas pero eran tan remotas que hasta la parecían ajenas. No podía entender bien su presente, empezaba a temer por su futuro y como si fuera poco, no se reconocía en su pasado.
Con esta triste sensación a cuestas siguió tratando de encontrar algo que verdaderamente valiera la pena repatriar.
Cerca de las risas extranjeras se acercaban feroces unos llantos sordos que no se preocupaban por los destrozos. Como en toda su vida trató de esconderse de ellos y nuevamente su intento fue un premeditado y exitoso fracaso.
Luchó por no ceder en la presión que ejercían los párpados sobre los ojos. De poco sirvió semejante esfuerzo, la imagen no desapareció y el permaneció inmóvil martirizado por su voluntad.
No pudo recordar el motivo por el cuál su llanto lo había alcanzado.
Sus fuerzas empezaban a disminuir, y a la vez que su paciencia empezaba a irritarse, poco iba quedando de aquel valiente intento de encontrar la razón a tanta mediocridad.
Abrió los ojos. Examinó sus manos en busca de algún rasguño, luego hizo prácticamente lo mismo con sus dedos sobre el rostro. No había en su existir recuerdos que le impidieran ser quien quería ser y sin embargo no hallaba el camino.


guigiar.

martes, 2 de octubre de 2007

Una cueva

Me dijo que olvidó algo en el parque Centenario. Se fue, creo que a buscarlo. Volvió al rato con esto... es lo que hay.

Ah. Me dijo que ella sabe que es para ella. Nada más.

Abrazo.

Martín


Fue una tarde que quedará inmortalizada en el cielo descifrado a medias.
Las nubes cubrían nuestras almas y ahí estábamos, no éramos más que dos sujetos divididos por el tiempo y agotados por el paso de los años.
Nos reencontramos una tarde, tan sólo una tarde, y bastó para que entendiéramos que el tiempo pasa si lo dejamos pasar. Este no quiso ser el caso.
Juro que tus ojos eran los mismos que fui a buscar. Ahí estaban, intactos, iguales a la última vez que los vi.
Lo primero que hicimos fue reírnos un rato. Luego revolvimos curiosos las miserias que a veces se le filtran al destino, y al tiempo que nos abrigamos con palabras dejamos de pensar un poco más de la cuenta.
Caminamos disfrutando cada paso. Las palabras carecían de vulgaridad mientras nos perdíamos entre caminos perfectamente desordenados.
Las risas dejaron de ser prudentes y se tornaron familiares. Admito que no conozco, ni pretendo conocer, el final del cuento, pero me divierte cuando se cruzan nuestros personajes y no nos damos cuenta hasta que acaba.
Es curioso como se confunden las voces con el paso del tiempo, pero existe una que nunca alteró su razón, es más, sigue siendo tan suave como en aquel tiempo.
No terminaba de acomodarme a esa frágil sensación cuando se nos vino encima el fin.
No nos despedimos sin antes vapulear a la formalidad.
Un libro por lado, una firma como la tuya que no dice nada pero da a entender todo y otra como la mía, que a las apuradas quiere expresar lo que no se decir.

Párrafo aparte a nuestras primeras nubes descifradas. No olvidemos que son sólo las primeras y que la belleza dura poco pero es más grata de a dosis, generando una tenue y pacífica adicción que nos libra de la ferocidad de los días.
Fueron sólo las primeras y no habrá paz semejante hasta las próximas.

Gracias por ser cueva en paradas estratégicamente ubicadas dentro de la sinuosidad del camino.

Amistad. Un abrazo. Un beso. Otro abrazo.


guigiar.

lunes, 1 de octubre de 2007

Se deshizo su primera noche

Pasó… no queremos acordarnos cómo ni cuándo pero pasó.
Queda como prueba irrefutable la paz que vemos en nuestras manos cansadas.

No se (o sé) que tan bueno o malo puede ser, pero me dejó esto a las apuradas y se fue. Antes de partir volvió a repartir un poco de simpatía. Gracias.



Tus pies arrancaron antes que tus ojos, fue tan rápido que no viste las muertes que se fingían a tu derecha. Hablabas apurado con una dulce melodía a la vez que balbuceabas llegando al final de tus frases…
Tu cálida sonrisa siempre supo ser broche de oro cuando elegís cerrar el círculo y atraparnos dentro.

Empecemos por reconocer que nos pierden por igual las ausencias de sol, y más lejos o más cerca, siempre estamos en el mismo lugar.
Sólo por conveniencia solemos simular apatía.
“Las baldosas se caminan, una y mil veces, a distinto paso con un único sentir...” (Sea miedo, paz, rencor u olvido).

-Sentado en la calle esperó su turno para dejar de pensar. Sus pensamientos decían que sentías y las balas pasaban lejos si las convencía: “nunca todo es tan malo y siempre puede ser peor”. -

Todo amanece y recordamos que a ambos (y por igual) nos pierden las ausencias del sol.



Se van acabando los recursos para separar mis palabras de las que no me pertenecen más que por cordialidad. "Dios quiera que se note la diferencia" sentenció el vanidoso.
Por otra parte, después de la breve introducción que me sugirió necesaria, me dijo que este texto no podía faltar. Si bien dudo mucho que verdaderamente sea de él ya es tarde... se lo apropió de todas maneras.


Resulta que de un día para el otro, así como si nada, se encuentra Uno con que ya no encuentra alegría. Resulta que Uno recorre aquellos lugares donde tantas veces supo ser contento, supo ser rey, y no encuentra más que soledades, huecos que jamás fueron llenados, huecos que permanecen intactos sin ofrecer nada más que nada… huecos muertos en la cabeza (algunos lo llaman alma) que seguirán ahí por siempre, ahí donde Uno siempre recurre cuando no encuentra lugar en donde encontrar alegría. Es allí mismo (o acá) donde siempre se vuelve, se vuelve cuando se fija la mirada casi muerta en la nada, se vuelve cuando se quiere perder todo dolor con el consuelo de poder pasar únicamente un instante en aquel lugar que supo ser maravilloso y ahora no es más que un hueco solitario; solitario pero intacto, firme, sirviendo de refugio a la hora de escapar de la nada cuando Uno no encuentra alegría…
Esos lugares siguen allí, y Uno siempre vuelve a encontrarlos para esconderse cuando siente que ya no le queda nada por perder, no le queda nada por tener. Siempre es más fácil, y menos divertido también, matar la mirada en la nada para huir de la cabeza arrastrando el alma en busca de una esquina perdida en el tiempo; buscando la esquina que supo ser propia, inmortalizada por siempre en el sentimiento.
Pero cuando a la mirada que parecía muerta se le ocurre volver a la vida, se encuentra Uno con nada, se encuentra Uno con la decepción de verse (y saberse) sólo, con la tristeza de notar que el tiempo pasó y ni siquiera una esquina fue capaz de esperarlo; se encuentra Uno con que no puede encontrar la alegría si no es matando la mirada… colgando la cabeza y arrastrando el alma.
Suele pasar que cuando Uno se siente arrastrado por aquellos aromas del pasado se le infla el pecho para deshacerse en un suspiro, un suspiro de paz que muere en nada, que muere en el aire podrido que asfixia, que nubla recuerdos, que siembra lágrimas e improvisa todo pero nada cierto a la vez; es en momentos como ese en los que Uno se da cuenta (o se acuerda, para ser más sincero) que puede hacer cualquier cosa en la vida, puede existir y fingir terror ante la dicotomía de morir o vivir, amando u odiando; puede hasta incluso reír y al instante llorar, puede pasar el tiempo sin pretender absolutamente nada de nadie ni de nada, puede dejar de existir sin siquiera desaparecer; en esos momentos se da cuenta Uno que puede hacer cualquier cosa que se le ofrezca menos lo que más desea, puede hacer todo menos lo que más quiere,… no puede y nunca podrá volver a vivir lo que vivió.
Y lucha Uno todas las mañanas, las tardes, las noches y los mañanas con las ganas de colgar la mirada para siempre en la nada, lucha Uno todo los días contra las ansias de volver a ser aquello que fue, se lamenta Uno todos los días no poder recordar con más precisión palabras, risas y momentos.
Uno lucha pero a la vez se conforma, se conforma con la idea de volver de a ratos, se acostumbra Uno a desatarse el nudo que cada vez le ahoga más fuerte garganta, la pasa Uno creyendo que algún día las lágrimas escondidas se evaporarán.
Uno vive como si nada, pese a todo esto vive como si nada sabiendo que mañana dejará de extrañar el ayer para colgar la mirada pensando en hoy.
Uno vive hasta que lo vencen las ganas y por fin se muere…
Y Uno se muere… gota a gota sobre sus pies…
Y Uno se murió… Que En Paz Descanse


Sobre la vida de Uno López, muerto de un balazo en la sien alguna mañana en la que pensó de más en el ayer.



guigiar (¿?)

martes, 25 de septiembre de 2007

Un instrumento de su oscuridad.

Bueno, no hay mucho por decir... menos si entiendo que esto no me pertene más que moralmente y que lo leen 3 o 4 personas recién... pero es como dar un buen paso reconocer que a poco guigiar (me confesó que le agradan más las minúsculas) va a poder encontrar en este lugar "un espacio para espaciar" (¿?) ... Si, no se comprende bien el concepto, lo mismo le advertí esta tarde cuando me solicitó que por favor publique una nueva entrada en su Blog. También le sugerí que de una vez por todas se decida y tome control el sobre los rumbos que tiene pensado (o no) para esto. Me argumentó que no es capaz de manejar toda la presión y que algún día necesitará un manager o bien un agente de prensa, por lo que prácticamente no me dejó muchas más alternativas... por otra parte me dio lástima el tono de su voz cuando me sobornó poniendo en juego su enorme timidez.

En fin, me alegra que este singular personaje siga teniendo el agrado de existir.
Por último pide que si alguien esta interesado en firmar, criticar o lo que se ocurra, lo haga sin compromiso de compra.

Hasta las próxima, va (a continuación) texto de guigiar y un cálido (y no por eso tibio) saludo mio.

Saludos. Martín.

No acaba de recuperarse de las heridas que le ha dejado el segundo que se fue cuando en su mente ya se acercan salvajes, y vociferando muertes, los siguientes. No termina su día frente al monitor opaco, que poco a poco le arruina la vista maldiciendo su presente a la vez que simula burlarse de su futuro. Su día no parece tener fin y tras el tiempo va él, corriendo entre distancias insalvables recogiendo lamentos en el camino.
Serán años y años frente a la cotidianeidad de ser sin necesidad de querer. Sin importar siquiera si su sonrisa valdrá más o menos de lo que le ofrecen hoy en día.
Sabe que nunca coincidirá su suerte con lo que siempre soñó y jura, con los ojos de resignación perdidos en la nada, que un buen día amanecerá con lucidez y coraje teniendo el valor para poner fin a todo este suplicio que le ahoga la esperanza de elegir.
No obstante siempre hay algún Dios mediando su pena, no olvida (casi por obligación) que alguna vez se rió. Recuerda que alguien (no quiere recordar quien) tuvo en sus manos la magia de entregarle felicidad, y si bien no duró mucho es de los pocos recuerdos valiosos que atesora con brutal estima.
Pasaron cerca de dos minutos, pueden haber sido tres, dado que no controló de manera muy precisa su prisión. Su cabeza sigue dispersa en praderas que acaban por incendiarse y en océanos que se secan sin más remedio para su paz. Vuelve. Siempre vuelve cuando no lo necesita.
Esconde sus ojos con un mucha fuerza entre sus párpados, pero no logra arañar un poco de libertad al liberarlos. Todo sigue igual. Su cabeza sigue sufriendo estampidas de segundos y segundos que nunca detienen su cínico y cíclico martillar. Sus ojos están un poco más cansados que cuando empezó su vigésima huida del día. Se siente desilusionado porque no pudo, ni supo cómo, utilizar el agua del océano para apagar el incendio de la pradera. Su lamento dura tan sólo un instante porque reconoce que siempre se lamenta de lo mismo y se dice, en su interior, que algún día dejará de tropezar dos, tres, cuatro, y hasta veinte veces con la misma piedra.
Este último escape le devolvió un poco más de fe que al anterior, por lo menos ahora calcula que con mucha desdicha tan sólo lo separan de su refugio unas diez horas. La ecuación termina por desanimarlo un poco: si en tres horas tuvo cerca de 20 salidas, tendrá que economizar retiradas porque conoce los límites que propone el sentido común de su imaginación.
Una llamada con una voz un tanto dulce, y a esta altura casi familiar, lo remonta a ese tiempo fuera del tiempo en el que tan bien suele sentirse, pero no es más que eso. Volvió y no podrá darse el gusto de reencontrarse con los suyos, por lo menos en el resto de esta vida. Sigue buscando un nuevo disfraz pero no ve más allá de su piel, de su presente, de su nación, de su batalla perdida, de su ideología pisada. Lo envuelve la soledad rencorosa que le reprocha su abandono en aquellos años, después de todo lo merece y no reniega más que lo justo y necesario al respecto.
Así, igual que ayer y anteayer, sobrevive a otro día sin saber donde realmente merece (o quiere, a decir verdad) estar.


guigiar.

viernes, 14 de septiembre de 2007

¿A modo de presentación?


Aquí abre un gran paréntesis.

Llegó la hora de empezar. No sé cómo pero aterrizó en las selvas del ocio la necesidad de trascender (un poco, no suelo abusar demasiado de la pretensión) las fronteras que ofrecen las nauseas en evidentes repeticiones.

Está casi todo dado: no es tan tarde como para pensar en ir a dormir ni lo suficientemente temprano como para permanecer en el letargo.

Nunca jugué a ser torero, estrella y mucho menos ascensor, conozco los límites por encima del techo. Ahí van las disculpas un tanto camufladas.

Párrafo aparte a la sinceridad que me invade.

Nunca imaginé que esto podía suceder, y si bien tampoco es algo muy relevante, tiene una mínima importancia que todavía no conozco.

Se cierra el paréntesis, no queda mucho por aclarar.

Pasó la vida y no tenía nada que recordar, no había en sus dedos algo que lo haga disfrutar. No era tan feliz su existencia al final de cuentas, siempre el mismo desenlace a toda la humanidad. Siempre la misma noche que cae sobre el atardecer.
Nunca se creyó la suerte que tuvo por no pertenecer y se pasó la vida esperando su oportunidad.
Se consumieron los días a su alrededor y no le alcanzó al valor para despegar, acarició en libros y enciclopedias la verdad. Se bañó mil veces de omnipotencia, corrió furioso entre las tinieblas.
Pobre de él, no da cuenta de su tiempo y sigue buscando consuelo en la oscuridad. El sonido le estremece el alma pero no distingue la música del ruido ni la poesía de la rima.

Me contó que fueron horas de incertidumbre, es más, le molestaba sentirnos respirar y no ver. Le molestaba tanto que optó por renunciar a su libertad y dedicó su vida a maldecirnos, a querer pensar como nosotros, a correr detrás de la casualidad. Me confesó que soñaba con encontrarnos en una esquina.
Nunca pudo, nunca le dio resultado.

El orgullo le prohibía seguir nuestros pasos. Quizás fue por eso que dejó pistas para ser localizado.

Pero nunca nadie lo encontró, tan sólo una brisa lustró sus botas y amenazó su calma con quedarse, y tras jugar viéndolo sufrir un rato cambió su falsa y modesta opinión para huir.

Pasó esa noche y todos sentimos que en su mesa se jugaba más que toda la eternidad.

Nunca más lo volví a ver. Juré que lo enterraría en la noche donde eligió vivir y así pasó.

Quiero volver y no se cómo, no encuentro puerta ni rencor para visitarlo. A Dios gracias la sana bendición de haberlo conocido, su odiosa existencia no fue más que la única prueba que se me presentó. Ya no dudo. Existe la traición y mucho más.

(El claustrofóbico encierro fue un solitario palacio para su alma y ahí se quedó, se perdió).



Simplemente pasó. Espero que continúe porque me causa intriga su necesidad.