lunes, 21 de julio de 2008

Hasta siempre camarada! -Je.

"(...) sé que te quiero y que me esperan más areopuertos."


Que insoportable camino, parece nublado hasta cuando me decís que hay sol
Que vida tan amena, no pudiste matar y a veces hasta te preguntas por qué…
En la brisa que araña va el silencio, ese que sólo vos sabés oír.
A caminar, como si realmente no lo estuviéramos haciendo,
A freír, como si realmente no nos estuviésemos friendo.

Se te cierran los ojos, tus viejos tics no te dejan mentir,
Te acompañan como monstruos, se te acercan (es mi oportunidad…)
Suelto mis fantasmas, ellos te quieren, pero esta vez me obedecen a mí,
No estábamos dormidos, no estábamos perdidos, teníamos tanto tiempo,
Ahí esta el muro, siempre del lado de la verdad, siempre donde están riendo.

No hay problema, este es el camino y esta nublado, aún así decís que hay sol,
Que vida tan inevitable, que cielo tan hecho carne… a veces preguntás por qué…
En los fuegos que caen va el alarido, ese que sólo vos sabes oír.
Soportamos las piedras, soportamos la paz, creímos que el cielo podía mejorar,
La vuelta fue pronunciada, volvimos (otra vez) al mismo lugar.

Vimos que no toda respuesta tiene una pregunta, fue tan insólito nuestro modo de amar,
No se sabe bien que pasa, las gentes nos miramos y no sabemos bien que pasa,
(todavía hay canciones y susurros que nos hacen dormir distinto)
No fue sencillo, me miro y me digo que al menos yo no esperaba esto…
Estamos todos de la mano, es el camino, después de todo son nuestros pies.
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Abrió la ventana al tiempo que exclamó:
-Dime que no, por favor aunque sea una vez dime que no…
-¡No! –rugió el tipo más cruel-.
-Te odio. -insistió ella, furiosa como de costumbre.
Con estas palabras se cerró la ventana hasta la próxima navidad.
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De nuevo a tratar de entenderte, a veces pienso que es por eso que nací
Mis palabras realmente no te importan, sólo buscás el espejo que hay en mi realidad,
(¡Toda la vida el mismo ruido cuando apoyás el cenicero sobre el mantel!)
Este es mi juego, pongo las reglas y no lo pienses más.

Como tantas otras noches te faltó un pedazo de verdad,
Sólo comés la miel que guardás en tu heladera, sólo tragas el hielo que criás,
(Toda la vida el mismo mudo mantel en donde apoyar mi cenicero…)
No son tus reglas, son las mías; son las nuestras cuando nos conviene.
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Me doy cuenta que algo bueno puede llegar a pasar,
Están las manos sobre las letras, apuntando y a punto de disparar…
No es un corazón, tal vez tampoco el mío, pero por esta vez lo veremos así.

Esta todo a mi alcance, no tengo que hacer más que pensarlo,
Esta todo bajo control, si logro ver el final estaremos cerca de la libertad…
No te preocupes, yo tampoco suelo creerme mi realidad.

Eso lo vemos, esta claro desde hace algún tiempo,
Sabes hacía donde voy a correr, me sonreís cerca del final…
Solo hago un par de pataleos y luego exijo ir a dormir.
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Me digo que aquel era un delicioso modo de sonreír, me digo que nunca antes estuve tan cerca de soltar mi verdad.
Era un tipo jodido, suelo serlo cuando no logro despertar. Tal vez todo el mal que veo finalmente se aloje en mí y así, descubriéndolo, logre cerrar una etapa de la que nunca (gracias a dios) me quisieron despertar.
Tal vez tenga el buen humor que caracteriza a los recién amanecidos, tal vez hasta ni te pregunte por qué (pese a todo) aún te tengo acá. Debo reconocer que he estado bastante cerca de no poder madrugar, han sido demasiadas ovejas para aquel viejo lobo que jugaba a no dejar de contar
Que feo y que distinto fui de mi, de lo que me gustaría ser. Que cerca tuvimos la verdad…
Tus ojos siguen siendo iguales (además de estar uno al lado del otro) y, como de costumbre, me persigue y me entretiene algún delicioso modo de sonreír.
¿Será ese el fatídico destino del madrugador, darse cuanta de sus errores y no poder cambiar, ver el dolor en quines ama y no poderlo evitar?
En ocasiones siento odio y no puedo entender tanto castigo sobre mí.
No pensaba tolerar estas mañas toda la vida y ahora veo que morirán conmigo, sino no soy yo quien muere con ellas.
Al menos intente decirlo, al menos intente gritar y, lamentablemente, no sólo enmudecí, no sólo ensordecí, esta noche he perdido algo de mí.
Esta vez, lo juro, he ido más lejos de lo que podía llegar.
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-Por nada del mundo atenten contra mi... es esa la peor traición… -sugirió entre copas el tipo más rudo que jamás habíamos visto llorar. Sus palabras sonaron fuerte en nuestros ojos, aún hoy hay quienes creen no haber estado allí, no haber visto al tipo más rudo que podíamos imaginar, entre copas, soltando y pidiendo piedad.
El silencio se apoderó de nosotros, nadie fue capaz de decir nada (nadie tenía intenciones de hacerlo tampoco).
Al tiempo, a los minutos, el hombre sentado a mi derecha creyó ver tropezar al rey e intuyó que aquel era su turno para guillotinar.
-No te preocupes, has bebido de más… no te preocupes, ¿quieres un trago más? –preguntó intentando ocultad detrás de la rigidez de sus comisuras la inminente sonrisa que no podía tapar.
-¡Pero que modo más siniestro de obedecer! –lamentó el hombre rudo un escalón más abajo que hace un par de palabras y prosiguió- En mi vida he visto tanda maldad junta, tanta ambición…
Entre nosotros, alrededor de la mesa, un silencio inmenso y ruidoso se hizo padre y nadie dijo más. Fueron unos segundos y el tipo rudo ya tuvo todo resuelto.
Por nada del mundo atenten contra mi… es esa la peor traición,… fueron las únicas palabras que el hombre rudo repitió en su vida como si nunca las hubiera dicho, como si nunca antes las hubiera sentido. Esas palabras fueran las últimas que oyó el joven zorro que se quemó con su propio licor, con sus propias ansias…
El tipo rudo hundió su mano en el interior del sucio saco y al sacarla empuñaba una cromada solución. Fueron sólo dos estruendos y ya nadie dijo más, ya nadie dudo acerca de la justicia del verdadero rey.
La noche siguió entre copas, entre rastros, entre silencios.
De a ratos, y sólo de a ratos, se podía oír la voz intacta de nuestro rey volviendo a vivir el único momento que a él le interesaba inmortalizar en nuestra almas: - Por nada del mundo atenten contra mi… es esa la peor traición.
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