miércoles, 12 de diciembre de 2007

No se...

No se:

Subir videos.
Subir música. Vi muchos blogs que si la tienen.
Poner links de páginas que me agradan.
Poner links de otros blogs.
Darle más onda.
Utilizar las chucherías que el medio ofrece.
-Las fotos las subo pero es muy poco, deben existir más variantes.
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Huelga.


Martín.

martes, 11 de diciembre de 2007

Futurro

El "futurro"...

Que malo que soy, entre otras cosas, para crear -con perdón a los que crean de verdad- palabras que no existen. Cero graciaa. Ya lo sé. Basta. No lo piensen más. Es más, no me importa para nada, tal es así que si quiero lo escribo de vuelta: "futurro".
Siento un raro orgullos por mi "invento". Si ya existe, aclaro que nunca lo vi en ningún lado. No, tampoco lo vi de niño y quedó perdido en mi inconciente. No, ya dije que no.
"futurro". Si, de nuevo.
Bueno, basta.

Ahora si, el "futurro":


El día que el "Arte-Paint" tenga un valor similar al de tantos otros delirios, podré sonreírle al futuro más austero de todos. Podré esperar, sentado y feliz, que los detractores (y envidiosos) usen su lengua escupiendo veneno.
Viviré entre paredes transparentes y el techo estará pintado con colores aún no inventados.
Mis delirios serán atroces y, cada mañana, me dedicaré a construirlos nuevamente buscando que de una vez por todas sean inalcanzables -Aunque reconozca en silencio que no será así-.
El día que un nuevo estúpido millonario se aburra de su opacidad, podré fantasear con vivir del arte "Arte-Paint". Claro que no seré más que un mercader, sucio y ruin, que disfruta y vive a costa del talento de ella.
El día que el "Arte-Paint" coticé en bolsa cerraré los ojos para poder elegir las islas donde criar a mis perros intergalácticos; los mismos no pensarán y a su vez, como muchos de nosotros, leerán el diario del domingo un lunes por la tarde.
Un buen día –ojala algún Dios no lo permita- encontraremos, ella y yo, un lugar viciado de glamour y sensaciones poco vulgares que nos dejarán descansar incluso los martes, de principio a fin.
Ese día, venidero, nuestros críos jugarán con rastis noventosos propios del surrealismo, construyendo los imperios que habitarán en futuros no muy lejanos.
Aquel día, lejos de sentirme realizado, podré mirar a mi alrededor como queriendo agradecerle a la vida tantas fantasías a mi alcance.
De momento, el "Arte-Paint" no es más que el entretenimiento, ajeno, que me divierte cada tarde (como esta) en la que busco en este blog un escape a circuitotenis.com. El segundo punto, después del "com", no queda bien, pero las reglas de puntuación son bien claras para todos.

Si lees esto y piensas que tienes el don (o simplemente tiempo) como para ser parte del "Arte-Paint" que nos convertirá en seres muy extravagantes y envidiados, solo debes hacer el tuyo y enviármelo por e-mail. Atención, el mismo no debe tener título (no se confundan, el “no-título” es por el “Arte-Paint”, no acepto E-mail alguno que no posea título), dado que el mismo queda a mí criterio, pudiendo de esta manera cobrar los derechos de autor.
Ahora, si vos (si, vos) lees esto, quiero que inmediatamente te pongas a trabajar en más "Arte-Paint". No seas egoísta, pensá en el porvenir de nuestros no-hijos.

Martín.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Segunda verdad

Que razonablemente justa puede ser la vida en su fin
Cielos tan amplios, como soberanos, enferman a tus ganas de matar,
No queda bajo tu vista alma por mutilar…
Es tan certero el desenlace como lo ha sido el pulso de tu firma,
Ya nadie ríe ansioso esperando tu perdón…
No lo dirás nunca, y sin embargo, nadie querrá oírlo,
Juez y juzgado se confunden sin un cielo sobre sus cabezas,
La muerte nuevamente fantaseó de más poniendo a la obediencia bajo tus pies
(En su lugar)
No existen (no quedan) reyes, jueces ni condenados,
El suplicio tarda pero llega… lo ves a tu alrededor
-Ayer recuperó su cabeza, sus piernas ya no quieren huir…
Su brazo, tan feroz, es igual de asesino que aquella vez…-
La paciencia se acabó, la noche es de todos, nadie oirá,
Juez y juzgado sin más mediación que la segunda verdad.
Pasó el tiempo, el odio, el dolor y el placer,
Es su noche y ha esperado por años tu despojo de poder…
Mañana, luego de escuchar su furia, pedirás un poco de piedad,
Reconocerás el error.

guigiar

Perros, solo por decir.

Buscando, no sé bien qué, encontré este tratado (¿?) que lleva unos cuantos años sobre sus hojas, unos cuantos años de existencia.
Le hice unos retoques, no muchos, dado que creo que es mejor y más sincero así.

Siempre quise tener un perro.
Siempre quise tener un espejo que refleje la existencia que nos fue negada.
Siempre quise sacarlo a pasear sin correa.
Siempre quise que algún día se me escape.
Siempre quise que otro día vuelva, queriendo volver.

Algún día tendré un perro.
O dos.

(Actual, de hoy.)
Tratado (¿?)

Recuerdo que hace algunos años solía discutir con vehemencia cualquier banalidad, todo asunto nuevo e ignoto era digo de ser defendido. Así funcionaban mis mañanas.
Una, no recuerdo bien cual, me dedicaba yo a defender la racionalidad de los perros. Recuerdo que creía, con distintos argumentos a los de hoy, que estos nobles animales eran capaces de pensar y decidir, que eran superiores, que eran seres.
En esta ocasión solo diré que aquella mañana estaba equivocado, al menos eso quiero.

Somos nosotros, pues, los capaces de determinar si los perros o piensan o no, los que nos matamos en guerras, los que nos distanciamos cada vez más con los pasos que da la tecnología de la comunicación (nuestro orgullo más ruin) queriendo estar más y más cerca, somos nosotros los que queremos más a nuestro perro que al vecino, somos nosotros los que adoramos a un Dios que nos castiga a cada instante, como reprochando tanta adoración. En fin, somos nosotros los que pensamos, somos nosotros los que sufrimos nuestros pensamientos.
Los perros no piensan, o no quieren pensar. El perro, como común denominador, es feliz siendo perro o al menos eso aparenta. No pretende más de lo que tiene, no distingue el lujo de la calle, no se desvive por comidas bien servidas. No mata perros como si matase tiempo. No piensa, y probablemente sea más feliz sin pensar.
Sus instintos son tan básicos y naturales que aún no los conocemos, no entran dentro de nuestra gama tan comunicativa y real. Su comunicación resulta ser tan evidente como misteriosa, asunto que nos tiene por demás preocupados en algunas ocasiones (conocí varios seres (y me incluyo) que temen a sus ladridos, o su reconocer).
Son perros y no pretenden más. No sé si entienden o no, pero viven sabiendo que morirán perros, ni reyes ni soldados, ni pobres ni ricos, solo perros.
Encuentran en una caricia una razón que justifique su día. Aceptan, con un notable orgullo, que su lugar (en el mejor de los casos) es el patio, no protestan.
He escuchado alguna vez a alguien decir que su perro lloraba cuando dormía en el patio. Hoy, años después, se me ocurre pensar si aquello que mi compañero interpretó como un llanto no era acaso un reclamo de justicia, un agradecimiento, o tan solo un canto de alegría. Entendí, con esta ocurrencia, que el dueño de aquellas palabras es el que no concibe al patio como un digno lugar donde dormir, donde pasar la noche.
Otro asunto que no puedo pasar por alto es la reacción de un perro hacia otro perro. Pocas veces he visto perros ignorarse al verse; si bien su encuentro muchas veces no parece amistoso, no se permiten ignorarse. No reconocen diferencias entre si, somos nosotros los que regañamos al animal cuando este se acerca a un par que disfruta de su vida en la calle, somos nosotros, los pensantes, los que tememos de su contacto con un pobre can desposeído de techo y amor.
Los perros no piensan, no, menos mal, afortunadamente no piensan, o no quieren pensar. O, lo que es más simpático aún, no lo quieren decir. Después de todo esta bien, el perro probablemente seguirá siendo perro sin renegar de su condición, seguirá siendo humilde en todas sus expresiones, seguirá siendo soberano de su condición, aceptándola sin avergonzarse un gramo de ella.

Pobre de nosotros, como humanidad, el día que el perro quiera pensar o admita que piensa; será el peor castigo al orgullo que podremos recibir. Descubriremos que hemos vivido sin vivir. Sin dejar de pensar. Sin querer sentir.


Martín.

jueves, 6 de diciembre de 2007

No escuchar conversaciones ajenas...

Pasé sin querer pasar y bueno,… me tentó el silencio acomodado para rellenar el tiempo, motivo más que razonable para que puedan entender el por qué…
Me quedé y esto fue lo que capté a las apuradas con mi futuro oficio de periodista… (cuak!)


Silencio
(…)
Silencio
(...)

¿Será justamente aquel el destino? – Creo, ciertamente, que el destino (al menos el mío) es ese que no me deja concebir más horizontes que los de mi imaginación, ese que me obliga a pensar por todos y por mí, ese que me dice que el mundo tiene más vueltas por descubrir…
¿Será real la sensación de una señal? – Tan incierto, como severo, puede ser un corazón capacitado en percibir señales. A tal punto de justificar su quietud en la espera de una señal que nunca llegará. Nunca llega y sin embargo esta cada vez más cerca, como aquella vez en la que sonó en el viento una canción.
La señal, o bien el instante de decisión, no esta perdido en el aire, no va mezclado con aromas diarios. Por el contrario, su origen es tan remoto que podía uno fácilmente asustarse, confundirlo con la rutina, con la prisión, con un proyecto de despegue.
¿Es acaso cierto que tras el sol aguardan más soles? - No, el verdadero sol no tiene un detrás, detrás del sol solo pueden contemplarse reflejos de una misma (única) omnipotencia. La misma, agobiada de ser, se multiplica buscando hacer más llevadera su existencia. Es uno quien quiere encontrar más soles tras el sol, como también es uno quien sabe que detrás del sol no hay sol, solo espacio y reflejo.
¿Es por estos días el viaje el lenguaje de los libres? - Sinceramente no hallo respuestas para ello, tal vez esta carencia sirva de motor a un viaje que, no lejos del sentido de la pregunta, termine siendo liberador. En otras palabras, y otros conceptos, y otra respuesta; ese lenguaje no me es familiar. Si lo es el motor.
¿Qué espera para partir? - Existen mil motivos que se pueden crear para justificar este letargo. De todas maneras lo más probable es que lo que uno espera, y nunca puede obedecer, sea la necesidad.

Así, un poco menos soberbio que en sus respuestas, se retiró el dueño de estas palabras. Con su partida dejó en evidencia su ineludible pasividad.
Saludó cordialmente, tomó sus pertenencias en una mano y luego se marchó.

Este monólogo cifrado en un pensamiento, fácilmente expresado en una conversación muy poco fluida, evoca unos conceptos que atormentan su mente en muchos de estos días. El destino, las señales, el sol (o los soles), el viaje (siempre en singular, se trata del primero) y el no partir.
Así se acomodaron un día sus pensamientos, de la misma manera en que luego se desordenaron perdiendo todo sentido.
Así transcurren sus segundos eternos en su Vietnam: bombas, tiros, bombas y humo. Mucho humo.
Cariñitos a todos.


Martín.