miércoles, 26 de enero de 2011

hombres sobre hombres y humos tras otros,
hombres mirando de reojo -relojeando- envueltos en rudas frazadas,
hombres que viven sus horas en sordos debates, y otros que embellecen todo tipo de espanto;
hombres suavecitos, tibios, de sonrisas de manual y frases de enciclopedia,
hombres frágiles como tu memoria, la misma que solo te recuerda aquello que pudiste ser,
la misma que sólo recuerda a hombres atentos y gentiles, "tan soberbios y despiadados";
bombas aturden hombres, bocinas les dificultan pensar, trabajos no los dejan mover,
ocasionalmente buscan mujeres que no los dejen actuar, que los condenen a temer.
hombres que se diluyen, que no salen al sol, que se refugian de la lluvia;
hombres sobre hombres sin siquiera notarlo,
hombres respirando a condición de ceder su vida a noctámbulos temores que jamás les darán algo de su merecida libertad.

domingo, 23 de enero de 2011

se dice

lazos amarrando nubes y nubes dibujando cielos, las ciudades son oscuras como sus personas y atrevidas y extrovertidas, y en los parques se esconden sus deseos, sus mejores deseos, los cuales unidos y comandados serían un gran motor para intentar concretar una visión distinta a la actual -y probablemente superadora- sobre la administración y el uso de los recursos del planeta, para los planetarios.
parques que custodian el cielo, ese cielo que asoma desde el parque centenario o desde el balcón de la casa de carlos, y para ser más preciso desde su ventana, desde donde se puede escuchar la autopista pero afortunadamente también ver el cielo, y en él esos lazos que marean las nubes mientras con nuestros ojos jugábamos hace años a reírnos de esos dibujos premonitorios e insignificantes a la vez.
y la mierda de hoy confirmándose desde la televisión, y las miradas de cualquier vagón todas iguales, hartas, desconocidas, incompletas, y a cualquier rumbo; las sonrisas son de las autopistas, de los conductores y no de los choferes, de los que no van a parques a ver ese cielo, o de los que no vienen a lo de carlos para a la autopista solo oírla.
de empezar por pensar y terminar pensando en nada, o con mayor certeza pensando en lo malo que a veces puede tornarse pensar, y sólo pensar. y crecer pensando y nunca haciendo, de empezar y acabar historias circulares en territorios en los cuales sólo capitanea al destino el temor, ese temor que obliga a pensar y pensar en ratos en los que sólo valdría andar haciendo, concretando.
y volver a los días y encontrarlos tal cual estaban, idénticos pero renovados, como tu ilusión que sólo ilusiona y no produce, y no hace, y el golpe es tan duro y la realidad tan real, tan pesada, tan de verdad y de costumbres tan aprobadas y reproducidas que la propia verdad padece un escandoloso temor, viéndose obligada a achicarse y buscar un refugio para el alma en pensar...
y ya basta, ya basta que se hacen las doce y no están ni la luna y el sol.
y ya basta que las ciudades se están robando el cielo hace muchos, muchos años, y nunca nadie dice nada, ahora si, si te afanaran un sueldo preferirías que encierren a todos los extranjeros y que mutilen a todos los bandidos... ¿por un sueldo?¿tenés un sueldo?, que suerte, ojalá visites muchos shopings, tantos como quepan en tu placard...
por suerte todavía hay bicicletas para ir hasta parque y por suerte todavía esta despierto carlos, como pasar al balcón y sentarse en su ventana.