lunes, 27 de octubre de 2008

Creo que no recordar en qué momento se nos iba esto de la manos fue la mejor artimaña que me creí anoche, cuando en el fondo sé que nunca podré olvidar que estaba clarísimo detrás de nuestros ojos; pero nos sonreímos, como nos gusta hacerlo.
El tiempo tiró sólo un par de aquellos misiles que cada tanto te diseñan una ciudad y así, acostumbrándonos a los nuevos cambios, hemos estado deambulando la alegría de acordarnos el momento en el que esto se nos fue de las manos a la vez que nos deslumbramos con las vidrieras de esta nueva city.
Es tan crudo como imaginarme que mis ídolos ya han fracasado, y no porque lo hayan sino, sino porque aún me importa y cada tanto muero por conseguir alguno nuevo.
Me contó (y seamos prudentes a la hora de creernos que él ya se fue acá, o que nunca estuvo) que viene con furias infernales por haber vuelto de aquel lugar al que sueña que lo mandé, me mira a los ojos no pudiendo olvidar que él estuvo en el momento en que esto se nos iba de las manos, lo sabe, por eso ha vuelto.
Nos miramos serios, él no me dijo nada, solo me obsequió un cachetazo para tumbarme de cara al pasado y yo, de rodillas, pude ver el momento en que lo eché.

En definitiva volvió para demostrar que no puedo ser él, que no tengo ni la paciencia para tolerar los fuegos que le calientan la sopa, ni el orgullo como para volver ostentoso a obligar que me pidan perdón. Nunca podré serlo.

Adivina cuando me dice que siempre supe en que momento debería dejar que esto se me fuera de las manos. No se lo digo porque lo sabe y se le nota, hace tiempo que no veo a nadie respirar tan feo.

Bueno, volvió.

¿Trajo fotos?

sábado, 11 de octubre de 2008

A los seres que saben con que música van a despertar, solo tengo por decirles que de a ratos los envidio, pero solo de a ratos, y son aquellos ratos en los que mi alma no se acuerda de serlo y, ocasionalmente, sucede cada día más. Por esto mismo compañeros he decidido el precio de vivir, la tomé por los brazos de la conciencia y la guardé muy abajo, dentro de un cajón, allí donde estoy seguro que ni el polvo ni las lágrimas la van a poder acariciar.
Tétrico precio este de vivir sin alma, más aún en estos días; será un sádico modo de ver a todos desde un balcón, con el arma más letal de todas que hace las veces de mi. La cabeza me lleva desbocado, el corazón galopa pero no tiene control, el alma no manda allá dentro del cajón quizás porque ahora (¡al fin!) no se olvida de serlo… muy abajo queda todo signo de dolor.
He decidido cuidarla y nadie hará que no sea así, después de todo, caballeros, no es tan triste la vida del francotirador, tan sólo un sádico modo de andar.
Miraré todo desde este balcón, del que cada mañana solo veré nubes y lluvia, frío y tempestad, ¡¿cómo diablos no cuidar el alma si esto no es vivir?!
Es el chiste de crecer como perros enjaulados, domesticados, envenados con licores que llamamos alimento y muchas veces amor, ciegos ante las miradas de los otros para no vernos como canes en ellas.
Guardé mi alma ahí abajo, dentro del cajón, bajo la promesa de qué sabrá cuándo salir, tiene la obligación de curarse y ya nunca olvidarse de ser quién es.

"Tan solo una nena con cintura de viento pa´ afrontar la tempestad
Tan solo una nena con licores en el alma pa´ traer el carnaval
Llevo la piel vencida pero con sabor a libertad,
Llevo la mente gastada pero todavía guarda una vuelta más…
Tan solo una nena sin fronteras pa´ soñar con llegar
Tan solo una nena sin corazón pa´ que no me pueda amar

Es todo poco, no alcanza con tu viento color Rolling Stone
Es todo mucho, nos sobrepasa tu fiebre color Pink Floyd..."

domingo, 5 de octubre de 2008

"Los árboles rodeándome
puedo verte descubriéndome
en las copas, que se vuelcan en la brisa
y descubro que me hablas y yo
soy presa y parte
de la lengua que me habla
me habla sin palabras."

Hoy quiso llamarse como aquel superhéroe que supo ser una noche, adornó con unos cuantos colores su moderna apariencia ante los ojos de un auditorio que creyó más propio que de costumbre. Supuso que sus letras iban a ser las más bonitas de este nuevo espacio, las más invisibles de esta realidad; estaba sentado en un altar al que solo se llegaba gritando y, como no podía ser de otra manera, sus dedos bailaban veloces (feroces) esta nueva ruidosa danza que marca la muerte al ritmo de la desprolijidad.
Era un cáncer más en la noche, iba deseoso de herir con sus promesas inconclusas hasta de invención; no cabían en sus ojos luces de capacidad, su alma era todo intento (con lo que significa en estos días vivir a prueba y error).
El vino era rico y emborrachaba solo si él podía beberlo, mientras tanto a su alcance estaban los licores que nadie (nunca) quiere beber cuando se transita por la luz, pero creo que es justo ponerse un instante en su lugar…
Vivir años en las noches, sin más compañía que un humo que mata y un fuego que nunca quema no puede ser nunca buena experiencia, una buena educación. Crecer chupando vanidades ajenas y bebiendo de flores muertas, pisadas y pasadas; sonreír bien adentro, o bien de noche, donde nadie nunca puede verlo, jugar despacio para no molestar a los palos que no tenían mejor chiste que vigilar. No debió haber sido fácil vivir en un reino así.
Llegó a ser rey, tuvo sueños de libertad en los que se codeaba con lo seres más dignos que su imaginación podía crear, creció moldeando mentiras como ideal, después de todo al mundo, siempre, le avergonzaría su sombra y eso no iba a cambiar.
Hoy quiso llamarse como aquel superhéroe que supo ser la noche en que batalló contra el dragón, la noche en que finalmente murió. Es fácil (y divertido) volver a matarlo, pero si a cada paso muere un poco más no somos sino menos que él,… si acaso somos nosotros los que nunca quisimos luchar con el dragón, si somos nosotros quienes lo tenemos escondido detrás de la imaginación.
El mundo se burla del superhéroe que quiso ser, nos miramos (siempre nos miramos) y no entendemos que la suya es una nueva forma digna de morir, tal vez carente de toda realidad, podrá ser, pero no podemos afirmar que ella sea un mejor lugar.

Así, el mundo nos tiene como a bobos con boberías y, es este, el peor momento que hay perder la bobería y ser un bobo sin razón

Diría un estúpido días antes de navidad que es como encontrarle la gracia al chiste y no poderlo contar, no sólo porque nuestra inherente bobera nos dificulte hacerlo, sino porque además casi nadie lo quiere conocer, casi nadie aceptaría vivir como un bobo sin una aparente razón. Es más fácil (siempre) no darse de cuenta de lo que se es, transitando toda la vida pensando en el demás.
Así vamos caballeros, rendidos ante el cielo, esperando algún suceso que los llene de ganas de escuchar, esperando a algún cuerpo que se anime a sangrar, esperando a alguna piedra que se anime a romper algún cristal, esperando el agua que no nos va a apagar.
Así vamos a ningún lado caballeros, no sabemos a dónde correr… y cuando creemos que podemos encontrar algún lugar, nuestra bobera se encarga de anestesiarnos ante la realidad.
Quien venga del suceso que nos haga despertar, quien sea el cuerpo que se anime a sangrar, quien tenga la mano que recoja la piedra para lanzarla contra los cristales del cielo, quien beba del agua que nos pueda apagar, sepa que aquí estamos y sepa, también, que nos debe pasar a buscar.

(...) Eterno atardecer, sentado al borde del abismo más profundo.
¿Quién puede descorrer el velo que una vez lo hizo todo tan absurdo?
Que feo se puso el cielo detrás de la imaginación, allí a donde solo llegan esos dolores que son rudos y preferís dejar pasar. La manera salvaje ya no te sale gratis y te herís el ojo con el que juzgás por no prender la luz, así vamos todos regalados, no vemos que no importa el orden en la fila aunque con eso distraigamos toda nuestra existencia.
Nos empujamos cada vez más feo, cada vez con menor amor, nuestras manos no obedecen nuestro destino, solo quieren un poco más de sal, ¿será que tal vez de ese modo finalmente podamos pensar?, no creo que sea cierto que allí, detrás de la imaginación, las cosas se olviden solo porque las dejamos pasar.
Las conversaciones frente a la luna son tan baratas que hasta desconfiamos de su calidad, somos sordos que rezamos y creemos escuchar que detrás de la imaginación, donde se amontonan los dolores, suenan tiros que nos quieren ver mejor.
Que feo se puso el cielo detrás de la imaginación, el teatro ya no alcanza para hacernos sentir que nos hemos salido con la nuestra, que hemos acabo la enfermedad; el cielo se nos pone cada día más feo y en este teatro hasta un suspiro huele mal. Nos miramos a los ojos, no ocultamos nada y ese no es el problema, el drama es que no tenemos nada que mostrar. Todo permanece detrás de la imaginación, allí donde lo tiros reales no encuentra nada por matar y nos hacen agujeros que sentimos cada día más. Los dolores no se amontonan, no seamos tan idiotas de pensar que nosotros podemos pensar.




Esa bomba de hoy, la que llevás entre tus manos
la que nadie te ofreció, eso es todo y sin embargo
haré una excepción, por haber nacido humano.
Somos hijos del amor, eso es todo y sin embargo.

Moriremos frente al mar, de todo lo que has llorado.
No se puede destruir todo el sueño sin soñarlo.

Ese nuevo amor, es el nuevo amo,
él ya no quiere ser feliz, eso es todo y sin embargo
habrá una canción para el mal nacido hermano,
Hijo del dolor, eso es todo y sin embargo.

Cada palpitación late una muerte.
Cada palpitación late más fuerte.

Entre lo que sos y lo que hay de malo
sólo late tu verdad, eso es todo y sin embargo.

Moriremos frente al mar de todo lo que has llorado
no se puede construir todo el sueño sin soñarlo.

Cada palpitación late una muerte.
Cada palpitación late más fuerte.

sábado, 4 de octubre de 2008

Perdón compañeros, quise sentir que no los podría lastimar.
Están las manos predispuestas, el alma casi desangrada, y yo, al menos yo, no podía ser menos (y menos en la noche).
Cuan decentes eran los sueños que rodeaban el alma del tipo que era bueno porque (¿y por qué?) tenía miedo, las caricias solo lo hacían olvidar que él también vivía aquí y así iba, ofreciendo su cabeza antes que su corazón, creyendo que el mundo siempre podía renacer, que él siempre podía subirse a algún amanecer.
Sonreía por demás y era incómodo que no lo pudiese ver, ordenaba las palabras como queriendo sorprender a seres que nunca iban con la cabeza, como lo hacía él, sino que ponían primero (para mutilar) el corazón. Apreciaba las miradas creyendo que podía descifrarlas, siendo que verdaderamente detrás de los ojos solo se escondía la nada, la misma que lo maltrató durante décadas y que se volvía a burlar, en cada oportunidad, de él.
Cuan decentes eran los consejos de aquellos que siempre podían ver que él no era así, como ellos. Se ha colonizado por demás a su cabeza, se ha dejado abandonado el corazón, esto es el final de la ¿historia? pero también es el comienzo… no podía amanecer sin ser así el mundo, esta no iba a ser le excepción que quiebre el redondel.
Cuan dolorosas eran sus noches cuando la cabeza dormía pero el corazón no…, su mundo procesaba al otro y el otro se reía de cara a su corazón, aquel que lo veía todo pero nada podía decir, ¿quién le iría a creer, a escuchar? El dolor se le hizo un mal síntoma, del cual no encontraba una explicación, sólo malos consejos que procesaba en sueños por la noches, queriendo amanecer para poder olvidar.
Están todos dispuestos, geométricamente desordenados frente a su alma ahora desnuda, el mayor de nosotros se mira las manos y no sabe con qué intención empezar, el menor destraba y desajusta su cinturón (ni en sueños pudo haber sido mejor), algunos juntaban fuego con los ojos mientras otros retornaban invictos de otro partido con dios; todos venían con risas de comer.
Su corazón empezó a morir a los gritos sordos, el diablo que tantas veces quiso ser le tomaba la mano y le apretaba un solo pulmón, jugando con el chiste de hacerle creer que podía morir si él solo decidía hacerlo… (no había intenciones de dejarlo morir); a sus pies la sangre que goteaba de su pelo humedecía con rudas (y casi negras) gotas los pocos recuerdos que se habían solidarizado para la ocasión.
Cuan escasos eran los cuchillos que lo podían ayudar, más escasas eran las voces que decían que él estaba así.

A la mañana siguiente despertó como lo hacía en todas aquellas que tuvieran la alegría de encontrarlo vivo para verlo sufrir, bien despacito. Ordenó en su cabeza el mundo que procesó mientras moría por la noche y, como de costumbre, se comió sin asco, pero con mucha culpa, la sensación de un síntoma que sugería que algo andaba mal.
Tan solo un síntoma, no esperes y no busques más.

Que enfermos están todos, nos miramos en el espejo cada vez que queremos ver lo que no podemos ser, aquello que nadie más que nosotros cree, aquello que todavía duele y no podemos dejar de sentir; que enfermos todos que nos miramos y nos vemos, que nos escondemos de nosotros confundiendo nuestros rostros, engañando nuestros sentidos, maquillando nuestros olores, nos sabe rico el chiste de jugar a ser otra persona y hasta podemos pensar como reyes y también vagabundos. Podemos acariciar las manos linda por horas, podemos beber de los venenos más deliciosos, pero cuando acariciar se nos hace aburrido empezamos a arañar, hundiendo las uñas filosas sobre la piel de aquel que queremos amar, escupiendo sobre rostros todo el veneno que nos han hecho tragar.

Así se gana el juego, hay que saber herir y hay que tener mucho miedo, así (y solamente así) vamos a poder pensar que hemos resistido hasta al final; así y solo así vamos a poder mirarnos al espejo y tragarnos la saliva que no es nuestra pero que bien podría serlo una noche.

Que feo reloj para decirte a qué hora deberás morir, que fea sonrisa te espera por no ser quien tenías que ser, quien viniste a ser.

Me cago en la puta que los parió (... a los dos)

...¿Podré olvidarte… o me acordaré toda la vida de vos?...

Fuiste el último que desapareció; el que esperaba, lo juro, que nunca lo hiciera.
Tus palabras quedaron hechas trizas con la realidad.
No te vayas a pensar que fue todo arte de tu parodia,
sólo hubo herramientas de un chiste más,…
Esta vez fuiste más lejos de lo que podés soñar,
hay corazones que no se traicionan y (al menos yo) me creí que lo sabías bien.
Pueden nadar tus recuerdos en vino durante toda una eternidad,
ya no me preocupa ni tu modo de caminar,
(la guarida ya la conozco) me copiaste la locación;
¿será que tu sueño es ahora el mío y es eso lo que no podés ver?.
El miedo se te hizo carne y pasarte no es difícil, sólo basta con crecer, con creer....
Te escupo en el alma con mis letras (al menos intento poder reír de verdad);
el chiste no fue bueno y me consuela que vos lo sepas muy bien.
Pueden las letras invadirme durante años,
(sabrás que este era un amor de aquellos que no se deben lastimar, de aquellos que no se deben abandonar)
pero no lo harán...
El breve paso de conciencia me dice que, a partir de hoy,
tanta soledad me puede hacer vacilar de más (una vez más).
Vas a ver por la noche que el cielo ya no es sólo tuyo,
que ahora un alma más te acecha, que si el cielo puede ser suyo pues irá por él…


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En cuanto a vos no tengo mucho por decir,
después de todo creíste en un mundo que destruí, en un mundo que olvidé,
(en un mundo del cual te eché…)
Te pido perdón por haberme animado a robarte el cielo,
y por haber soñado con volver a regalártelo cuando ya no te interesaba…
(¿¡No ves que la eternidad mañana acaba y te vas!?)
Tu sueño ahora tiene otro nombre, otra risa, otro dolor,
…otras mañas (nada, ¡nunca!, lo sabré…)
De nada sirve (me digo) que me dedique a adivinar tus maneras de mirar
Entiendo que durante los años que escapé vos te curtiste con el dolor que hoy me cobija,
(que quiere hacer escuela en mí…)
Ya pasaste por acá, vas varios dolores por delante de mí
(me lo tengo merecido; me quejo pero me lo tengo merecido).
Tuve el cielo y no lo quise tocar,
no pude ver que era un tipo fácil de confundir, que otra alma me distraía la mirada,
que otras sonrisas me daban tela por cortar, que otra alma me podía hacer soñar.
Me diste un reino que deje conquistar, así de sencillo veo el chiste, la realidad…
pero te juro que ahora es amor, por una puta vez vuelve a ser amor..
(Perdón, pero entendé que te culpe por no dejarme ser, por no dejarme vivir).