miércoles, 24 de junio de 2009

los lobos

La otra tarde compartía conmigo una cerveza en la plaza (no diré cuál) cuando, por uno de esos misterios que tienen las tardes en aquella plaza, se nos acercó un lobo cansado. Se acercó sigiloso procurando no atermorizarme en ningún momento. Había algo en el lobo que me decía que no venía por mi. Se acercó y murió sobre él. Él no lo lloró, lo recogió sobre sus brazos y lo llevó a un lugar sin decirme a cuál.
Mientras lo acompañaba me contó fragmentos de historias acerca de ellos (los caídos del mundo) y los lobos:

No quedan fronteras sobre este tablero de ajedrez, la noche es nuestra y jamás podrán encontrarnos aquí, de este lado del sol. No debemos inventarlas, pues hacerlo nos convertiría en espejos mudos de la muerte bajo la forma de la vejez, la más sádica y repugnante manera de acabar con existir.
Un mundo desalineado que perdió la vista nos sostiene sobre el espacio dando vueltas, despacio, muy despacio. Moverse aquí arriba no es complejo, lo duro es encontrar una buena dirección, sobretodo si como terreno nos han empujado a la noche.
Las piedras han servido para cuidar ideas, para levantar nuestras pequeñas ciudades (morales pero ciudades al fin); las balas siguen siendo muy precisas cuando aparece alguna voz que es oportuno callar. Vivimos en días oscuros, no hallamos las piedras entre penumbras, pero oímos las balas pasar cada vez más cerca.

Sólo nos quedan días y más días oscuros; sé que en ellos es donde mejor te sabés defender.
A lo lejos se nos viene la muerte al humo, viene desbocada, desaforada, con una biblia en la mano y un contrato en el corazón, viene buscando en otros las sonrisa que alguna noche perdió por no saberla defender; viene tan impaciente que hasta se deja ver nerviosa. La traición y el miedo movilizan sus pasos, se nos viene de noche porque sabe que los corderos temen de la luna, porque sabe que ellos preferirán no mirar antes que ofrecer algún tipo de valor sobrenatural. Es tan infeliz que no sabe que en la noche también estás vos, que en la noche es dónde te defendés mejor, un lobo intentando matar a su cazador.

Ella no sabe que morir es nuestra salvación, que no tememos de sus uñas porque las nuestras también hacen sangrar, no sabe que morir moriremos igual, no sabe que cuánto más certero sea su disparo mayor será su dolor... pues habremos dado con nuestro corazón en la pupila de su ojo, verá en aquella hora crítica la verdad que se nos ha negado por todas estas cataratas de información.

Los lobos andan sueltos, ríen y festejan cuando un nuevo cazador viene por ellos, los lobos bailan entre las sombras danzas infinitas mientras los árboles los protegen, los lobos ríen despiadados cuando se acerca el final, los lobos se despiden de la luna y ella promete iniciar más lobos; los lobos se despiden de la tierra alegres de volver a nacer en ella, los lobos se cagan de risa de la muerte porque entienden que morir es lo único que los acerca a esta arrebatada realidad.
la muerte tiene miedo, de rodillas y con su ojo cerrado empieza a cargarse lobos, primero uno, luego otro, luego otro más, y más... sigue teniendo miedo; sabe que no morirá pero teme a los lobos, a la risa que estos cínicos seres sueltan un instante antes de morir, al aullido de los lobos nacidos bajo los consejos de la luna. La muerte no comprende las risas y las voluntad de morir resistiendo, la muerte enmudece cuando los lobos la vienen a buscar, la muerte nunca podrá encontrar jamás un lobo desprevenido; pues ellos no le permiten a la muerte cruzar este bosque en paz.

...y allí van los lobos, riendo y anunciando el fin de sus días, y allí van los lobos, derechito a volver a nacer, así van los lobos, siendo las únicas almas capaces de defendernos en esta noche oscura mientras nosotros, a cambio, tenemos la obligación de enconttrar de una puta vez todas las piedras que no estamos pudiendo ver.

miércoles, 10 de junio de 2009

“Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
—Che Guevara