jueves, 26 de noviembre de 2009

que podría ser peor


- ¡Derechitos y en fila por favor! ¡No!, no miren a los costados. ¡Derechitos dije!
- ¿...así esta bien?
- Casi. A ver vos, lucí un poco más esa carita de despreocupado... Ahí va queriendo, bien. Vos, ¿sos sordo?, dije que no miren a los costados... ¿En qué idioma hablo yo..? Ah... así si me gusta.

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Tarde o temprano (tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac... pum) caés.
¡Enhorabuena la libertad, viva la caída libre! Uno tras otro y siempre otro tras uno, como si tratase de una persecución sin sentido, absurda, irritante, ociosa, enervante, algo así como el mal humor de un cumpleañero en pleno festejo. ¿Qué hacer? Irse.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

si ese perro sigue allí

No los querías mirar a los ojos. Temías que alguno pudiera reconocerte.
No tenías permiso para andar esos caminos, y sin embargo los asfaltaste haciendo de ellos exitosas carreteras. Todos parecían admirarte a la vez que los más próximos se estrangulaban las sonrisas queriendo lucirlas aún más apetecibles a tu luz.
Vos no mirabas a los ojos, sabías como nadie que aquello no era nada conveniente si lo que deseabas era huir.
No existía nadie que conozca la historia, y vos también sabías eso; habías recorrido cada rincón de este planeta y tus manos aún no lograban sostener otra alma, otra vez. No mirabas a los ojos para no dejar huellas, para no dar pistas, y entonces los arlequines se confundían eternamente y bailaban sin saber bien para quién. Te divertía en principio el juego, y a decir verdad a todos entusiasmaba la posibilidad de poder alcanzarte (aunque nunca pudieran ver que aquello fuera realmente imposible). Y así ese circo fue recorriendo cada vez más pueblos hasta que estos fueron cada vez más parecidos los unos con los otros, circunstancia que te llevó a fantasear con las ciudades, las mismas fueron novedosas durante unos meses, y con el tiempo no hubo nada que ocultar, entendías como nadie que era hora de ir un poco más allá... ("aunque el planeta termine en un círculo y el final es en donde partí")

Y qué decir de después, si pasaron los días unos tras otros, imperceptibles como los autos que sacan chispas en tu carretera, así de veloces, unos tras otros.
Dónde ir dejó de ser un misterio encantador y empezó a transformarse en una preocupación cada vez más seria, entendías que la vida del lujurioso viajante perseguido por un séquito de arlequines de falsas sonrisas y sistemáticos bailes no era el final más preciado por estos lados, tu corazón empezaba a acribillarte despacito como reprochando tanto descuido, tanta mentada sensación... y vos empezabas a notar eso, y de a poquito empezaste a no bancar eso.

Y así fue, como siempre suele ser. Imperceptible.

lunes, 23 de noviembre de 2009

cómo no sentirme así...

La ruta fue fiebre y locura bajo las ruedas de cualquier rodado, de todos los rodados.
El sol calentaba los vidrios y la gloria amenazaba con llegar, con ser. La nada, huérfana, iba quedando y muriendo detrás, cada vez más lejos, en el centro de cualquier ciudad.

Tipos nuevos y viejos, eternos pacientes sin enfermedad, más o menos marginados, no éramos, pues, más que sombras queriendo existir, queriendo bailar alegres (y a oscuras) aquellos tangos heroicos que todo lo que tocan logran incendiar.


lunes, 16 de noviembre de 2009

Tala - Julio Cortázar


El árbol fue una mano cazadora de nubes

vanamente tendida contra el día lejano;

le andaban por los dedos lagartos minuciosos

buscando entre las hojas un obscuro recuerdo.


Los tiraron con hachas y le abrieron el pecho

con ganchos y canciones y saliva en las manos;

la copa descansaba con la oreja en el suelo

envuelta en su llovizna de sapitos morados.


Fue el pino, fue el ombú, fuel el violeta eucalipto,

el álamo de leche y el dolorido sauce.

Los pasaban de noche por la sierra y el hacha

para burlar las aves y el recuento del bosque.


(En el hueco del aire restaban mariposas

buscando infatigables el lugar de las hojas;

cuántos días anduvo dolido el saltamontes

y anidaron los pájaros en la imagen ausente.)

lunes, 9 de noviembre de 2009

y que la sigan chupando, todo el verano

“Como si fuera tan sencillo”, pensó al instante de encontrarse de rodillas en el mundo. Sonrió con educación y abriendo sus ojos de un modo eléctrico abandonó ese sueño para siempre. Su reloj había muerto hace segundos, y su cara ya volvía a nacer tras una nueva lavada matinal, cepillo en mano, jabón al hombro, la pasta dental decorando todo el lavatorio, y por primera vez en meses el espejo lo saludaba con una sonrisa. Sólo entonces supo que de aquella explosión sólo quedaba un prolijo museo a la memoria. Sólo entonces sacudió su furia entre carcajadas a nadie, o al techo quizás, ese techo opresor que tantas veces lo quiso matar, ese techo maldito que por esas horas caía rendido por la vergüenza de verlo renacer.

Oye cómo grita esa voz hermano, oye como araña el espanto esa voz hermano, oye; oye como canta esa voz y dime, hermano, que no hay algo en este mundo que tenga sentido sin el alcance de esa voz.

Es recopilar sueños y jugar a configurar historias el pasatiempo preferido cuando debe sortear sus mañanas sobre vagones. Nunca falta una ventana al filo de sus ojos, y siente entonces que ha recuperado ese entusiasmo que le producía mirar. Se le caen las sonrisas con los tropiezos que nunca faltan en sus caminos, y se encienden sus ojos cuando son otros quienes vienes por él, como aparecidos de un destino que no existe y sin embargo se empecina por hacerse notar... “que casualidad” se dirá alguna vez, pero sólo al principió, pues más tarde aprenderá a convivir con esa hermosa sensación.

Hay días que naufraga a la deriva, solo, yaciendo sobre esa balsa que baila bien pagada al mar, con un suave erotismo. Sus palmas miran al sol como agradeciendo los que sus ojos cerrados no están pudiendo ver, esta de cara al cielo, recibiendo la fuerza que tanto buscó y un buen día (“que casualidad”, dirá) encontró. Sus uñas ya no se mueren y el dolor no es más ese fiero puñal que cada mañana se aferra a su corazón; duerme cuando quiere y si quiere se queda despierto para ver un maldito amanecer, o dos, o tres, pero nunca más de tres.

Como si fuera tan sencillo, se dice y se despierta asustado. Nadie lo mira pero se siente aterrado.

Nadie camina y sin embargo hay pasos, se acercan, se alejan, se detienen, saltan, bailan, ¡corren!, pero se detienen, siempre se detienen cuando él empieza a reír, y cómo ríe... Se ríe tanto que su perro también se tienta, y juntos se cagan de risa toda la tarde. El perro no toma mate pero se come sus buenos bizcochos, entonces él lo entiende y le sirve cada tanto un poco más de agua. Él admira a su perro cuando éste se caga en los diarios, algunas veces, incluso, él toma un poco de más y también se anima a cagarse en los diarios, y se caga en Clarín, y se caga en La Nación, pero básicamente se caga en Clarín, y su perro lo mira, serio al principio y sincero después, como contento...

Los días de asado son los mejores, un par de vinos, unas cuantas canciones, unas piturreadas populares y muchos perros para entrarle a los huesos. Algún que otro bandido se rinde boca arriba sobre el océano que vive dentro de la pelopincho; otro, seguramente de cara al espejo, ensaya las sonrisas para conquistar alguna dama por la noche, pues planea salir de fugitivo por los bares y ciertamente así será. Hay al menos 3 en la terraza, se ríen tanto que finalmente se ríen de olvidar el porqué reían; los perros se la pasan corriendo de aquí para allá, bailan entre las sillas, sin tocarlas siquiera, como si ese fuese el juego.

Cae el sol, alguno alumbra unos mates, otros prefieren naufragar y ya son varios lo que hacen un limbo de la pelopincho; de cara al sol son todos felices: ellos, los perros, las brazas, las birras, los mates, las tucas, las plantas y la pelopincho.

Todo ocurrió en paz, sin bombardeos ni tiranos, sin envidias ni hombres insanos, sin muertos y sin esclavos, sin dueños ni empleados. Todo ocurrió en paz, como debía ser, en horas de la tarde, esas horas en las que el sol no quema pero calienta, esas horas en las todos admiramos con alegría aquella planta de mentas, y aquella otra de lujuriosas figuras, y aquella de inflados tomates, y aquella otra de extraño sabor.

Todo ocurrió ante personas, entre hermanos, seres que entendieron que el tiempo no es otra cosa que uno, que nace, crece, se muere y se va; que el resto siempre queda, cada uno con su tiempo individual. Tipos que saben que el paso del tiempo no es otra cosa que el andar, siempre derecho y hacia adelante, siempre dispuestos a morir, pues hacia allá vamos, más o menos convencidos, pero hacia allá vamos. Entonces el tiempo no fue para ellos otra cosa que ellos mismos, y así pudieron detenerlo y mirarlo, adelantarlo y disfrutarlo, sin ninguna culpa, sin ningún reproche, sin ningún reto, sin ninguna orden. Así se vieron a los ojos y así no lo olvidaron nunca más.

Nunca falta uno diciendo que quiere ir un poco más allá, a la vez que se lamenta por no tener el tiempo suficiente, entonces, ese escuadrón de héroes que ahora son esos que antes eran una bandada de pavos rotos y fisuras se encarga de invitarlo a entender, por las buenas casi siempre, aunque a veces por las malas, de lo equivocado que se está si se imagina al tiempo por fuera de nosotros, como aquello a lo que inexorablemente estamos sujetos en un ciego e inmutable devenir, y que nada podremos hacer para alterarlo si no en contados fines de semana... y ahí, si se permite la expresión, esa banda de héroes con trajes de humo y caras a toda sonrisa, se encargan de decirle, al ahora redimido, que, en líneas genereales, no ha sido otro que un pelotudo, un soberano pelotudo.

brilla (shine) - las pelotas

Acariciando el suelo
todo se acaba de derrumbar
ya no te puedo ver
decime dónde estás
ya no te puedo ver
decime dónde vas.

mirando al mundo alrededor

diciendo todo es diversión
shine ! shine ! shine ! shine !

y ahora estás pintando
toda tu cara para cambiar
ya no te puedo ver
decime dónde estas
ya no te puedo ver
decime dónde vas.

mirando al mundo alrededor
diciendo todo es diversión

shine ! shine ! shine ! shine !

miércoles, 4 de noviembre de 2009

A tu lado - La Renga



Pobreza en los estómagos
Más pobreza en la cabeza
No queda nada a salvo de este gran error
El mundo sigue así
Tan terrible y abrumado
Que sentirte a mi lado me hará mucho mejor
Saltemos este muro y desaparezcamos

No, no da refugio el cielo,
En una noche como hoy, de fuego,
Vaga tu alma en celo
En su trampa el cazador sereno va a estar esperándote

En esta soledad,
La que asila a tanta gente
El que salve su vida, la perderá
El mundo tan feliz, a su mal me ha acostumbrado
Que sentirme a tu lado me hará mucho mejor
Saltemos este muro y desaparezcamos, en un lugar seguro dejaremos el dolor.

No, no da refugio el cielo,
En una noche como hoy, de fuego,
Vaga tu alma en celo
En su trampa el cazador sereno va a estar esperándote

Al fin seremos todos,
Después que sólo seas uno,
Es un arte muy difícil cuando domina el temor
El mundo tan hostil, nos lleva decapitados
Que sentirte a mi lado me hará mucho mejor
Saltemos este absurdo y desaparezcamos
En un lugar seguro dejaremos el dolor.

No, no da refugio el cielo,
En una noche como hoy, de fuego,
Vaga tu alma en celo
En su trampa el cazador sereno va a estar esperándote