miércoles, 14 de mayo de 2008

Los pibes sin paz

Es más cómico si uno aprende a acompañar la sensibilidad con una sonrisa…

Se descubre, fácilmente y con el tiempo, que las miradas que se tienen para dar no son precisamente idénticas a aquellas que se planean recibir, de todas maneras no deja de interesarnos la falsa naturalidad y mucho menos la velocidad que solemos desplegar cuando queremos y vamos dispuestos a desorbitar.
Nuestro andar es fácilmente reconocible en las noches nuevas, aquellas que aún albergan pedazos del sol, por otra parte sabemos bien que al volver nos espera una hermética soledad, esta vez tal vez sea la de saberse en libertad. Es tan libre como severo nuestro temor a la oscuridad, el mismo prefiere tolerar el ritmo de nuestros llantos forcejeando con el paso veloz de nuestro instinto… (Una vez más terminará siendo más sencillo desarmar el espejo que la eternidad y, entre el humo, recuerdo que últimamente viene siendo la opción más concreta y real).
Ya es la hora, pronto deberemos caer. No podemos esperar mucho más, el moscón ya zumbó tan feo y real que ya es de todos la gracia de ver nuestro final, aunque no tengan que participar.
Golpes en la puerta en el momento de transformar la discusión en unipersonal nos aconsejan feo otra vez. El miedo es tan hondo y espeso que pronto volveremos a reír, al menos un par de veces más…
Minuto, segundo, minuto, hora… es indudable que sabemos como manejar las circunstancias pese a una minuciosa y estudiada desorganización, la misma nos permite llegar cada noche un suspiro más tarde que nuestra vanidad y un minuto antes que nuestra sombra; a su vez, y esto verdaderamente no da felicidad, gozamos inquietando a las miradas que caen rencorosas sobre nosotros.
Noche tras noche vamos construyendo un nuevo cruce, durante el día nos damos el gusto de jugar con nuestra sensibilidad a la vez que deslizamos una sonrisa mecánica para que no nos puedan encontrar.
Sabemos hacerlo, conocemos las reglas y no las abandonamos. Poco nos seduce la ambición, tenemos la gracia de saber perder batallas ganadas.
Solo nos asusta la oscuridad pero no nos importa,… dedicamos nuestro tiempo a vence el temor.

2 comentarios:

  1. Pensamos que son altibajos, "es la vida" dice una amiga.

    ResponderEliminar
  2. quizas lo que me de miedo es darme cuenta que cuando venza la batalla contr la soledad.. me encuentre solo..
    no se si acabo de decir una falacia..
    en un punto dije algo imposible.. o mas bien solo posible de ser dicho.. quise decir en todo caso que vencer la soledad no te garantiza companía.. ahí va.

    ResponderEliminar