jueves, 6 de diciembre de 2007

No escuchar conversaciones ajenas...

Pasé sin querer pasar y bueno,… me tentó el silencio acomodado para rellenar el tiempo, motivo más que razonable para que puedan entender el por qué…
Me quedé y esto fue lo que capté a las apuradas con mi futuro oficio de periodista… (cuak!)


Silencio
(…)
Silencio
(...)

¿Será justamente aquel el destino? – Creo, ciertamente, que el destino (al menos el mío) es ese que no me deja concebir más horizontes que los de mi imaginación, ese que me obliga a pensar por todos y por mí, ese que me dice que el mundo tiene más vueltas por descubrir…
¿Será real la sensación de una señal? – Tan incierto, como severo, puede ser un corazón capacitado en percibir señales. A tal punto de justificar su quietud en la espera de una señal que nunca llegará. Nunca llega y sin embargo esta cada vez más cerca, como aquella vez en la que sonó en el viento una canción.
La señal, o bien el instante de decisión, no esta perdido en el aire, no va mezclado con aromas diarios. Por el contrario, su origen es tan remoto que podía uno fácilmente asustarse, confundirlo con la rutina, con la prisión, con un proyecto de despegue.
¿Es acaso cierto que tras el sol aguardan más soles? - No, el verdadero sol no tiene un detrás, detrás del sol solo pueden contemplarse reflejos de una misma (única) omnipotencia. La misma, agobiada de ser, se multiplica buscando hacer más llevadera su existencia. Es uno quien quiere encontrar más soles tras el sol, como también es uno quien sabe que detrás del sol no hay sol, solo espacio y reflejo.
¿Es por estos días el viaje el lenguaje de los libres? - Sinceramente no hallo respuestas para ello, tal vez esta carencia sirva de motor a un viaje que, no lejos del sentido de la pregunta, termine siendo liberador. En otras palabras, y otros conceptos, y otra respuesta; ese lenguaje no me es familiar. Si lo es el motor.
¿Qué espera para partir? - Existen mil motivos que se pueden crear para justificar este letargo. De todas maneras lo más probable es que lo que uno espera, y nunca puede obedecer, sea la necesidad.

Así, un poco menos soberbio que en sus respuestas, se retiró el dueño de estas palabras. Con su partida dejó en evidencia su ineludible pasividad.
Saludó cordialmente, tomó sus pertenencias en una mano y luego se marchó.

Este monólogo cifrado en un pensamiento, fácilmente expresado en una conversación muy poco fluida, evoca unos conceptos que atormentan su mente en muchos de estos días. El destino, las señales, el sol (o los soles), el viaje (siempre en singular, se trata del primero) y el no partir.
Así se acomodaron un día sus pensamientos, de la misma manera en que luego se desordenaron perdiendo todo sentido.
Así transcurren sus segundos eternos en su Vietnam: bombas, tiros, bombas y humo. Mucho humo.
Cariñitos a todos.


Martín.

1 comentario:

  1. Me encanta que cuando soy acelerada, cuando no entiendo nada de nada me hace caer...sin que duela.. tal vez duela el no comprender antes..
    ..que cuando pregunto: "peeroo... que vamos a hacer??" me responde lo más tierno del mundo y como no entiendo las cosas la primera vez que se me aprecen..repito la preguna...él repite la respuesta aun más tierna (porque ese "don" no se le acaba)... y entendi todo... entendi más...

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