martes, 20 de noviembre de 2007

Aveces hay algo de eso...

Después de un fin de semana sumido en el dolor (solo para entendidos), pude revivir un recuerdo que permaneció vivo cerca de dos años. Estuvo intacto, como esperando aquel momento.
Todos los gritos fueron un grito y no solo un grito, sino el mismo. La historia empezaba a hacerse familiar, -Fue hermoso tenerte delante, como siempre en aquel recuerdo, entre tantos hermanos- la fiesta era la misma, sentí que siempre había estado invitado y fui feliz.
Las emociones eran remolinos que atrapaban todo intento de escapar por parte de las mías, esos raptos fueron hermosos, iguales a los que esperaba.
Ellos, qué decir de ellos si permanecieron igual, como la última vez, unidos como me gusta soñarlos.
Pasó el tiempo y entendí que los banquetes se comen y se disfrutan, pero nunca llenan, siempre hay hambre (o sed) de más -Estamos condenados a la sed de ser-. Para mantener ese gusto intacto en nuestra alma sigue siendo la más certera aquella hermosa canción (semejante en algo a una retirada), la de la libertad.
Así terminó, o bien empezó, otro tiempo; porque a partir de ahora (y mientras me atreva a endulzarme el alma con aquel sabor) recordaré como quiero pisar.


Va, no se si más menos que más o más más que menos, pero va.

Gracias.
Saludos varios y a granel (¿?)

Martín.


Huelga al título

Estamos tan cerca que no nos reconocemos, no podemos ver nuestras caras pero las sentimos. Abrir los ojos solo dificulta la visión, la nubla; las pestañas son espadas que se hieren incansables con bruscos movimientos. Las voces se hacen gritos y no prosperan lo necesario como para justificar el esfuerzo, no se dilucidan palabras, aturden los sonidos. Estás ahí, no te veo, no te reconozco, pero te siento. No puede ser de otra persona ese temor, ese llanto.
Mis manos torpes acarician el aire, descifró en cada soplo que me llamas. No puedo acercarme, están completamente paralizadas mis intenciones y sufro el paso del tiempo.
Tu temor no habla de razones y la vez es muy cierto y real.
Como si existiera un fin para tanto llanto me entrego vulnerable en cada lágrima.
Después de todo seguimos firmes. Lastimándonos al menos un soplo más.



guigiar.

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