viernes, 7 de diciembre de 2007

Segunda verdad

Que razonablemente justa puede ser la vida en su fin
Cielos tan amplios, como soberanos, enferman a tus ganas de matar,
No queda bajo tu vista alma por mutilar…
Es tan certero el desenlace como lo ha sido el pulso de tu firma,
Ya nadie ríe ansioso esperando tu perdón…
No lo dirás nunca, y sin embargo, nadie querrá oírlo,
Juez y juzgado se confunden sin un cielo sobre sus cabezas,
La muerte nuevamente fantaseó de más poniendo a la obediencia bajo tus pies
(En su lugar)
No existen (no quedan) reyes, jueces ni condenados,
El suplicio tarda pero llega… lo ves a tu alrededor
-Ayer recuperó su cabeza, sus piernas ya no quieren huir…
Su brazo, tan feroz, es igual de asesino que aquella vez…-
La paciencia se acabó, la noche es de todos, nadie oirá,
Juez y juzgado sin más mediación que la segunda verdad.
Pasó el tiempo, el odio, el dolor y el placer,
Es su noche y ha esperado por años tu despojo de poder…
Mañana, luego de escuchar su furia, pedirás un poco de piedad,
Reconocerás el error.

guigiar

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