lunes, 26 de noviembre de 2007

Se va la segunda...

Todo empezó con una nueva incredulidad de mi parte, él dijo que existen temas que son tan amplios como inagotables, de manera que mi lado más terco quedaba obsoleto ante tanta amplitud dialogal. Insistí unas palabras argumentando con procesos tan básicos que alcanzó con una mirada para que comprendiera mi error conceptual.
No le di la razón, solo asentí con la cabeza cansada ante su vigésimo acierto.
Es así que acá, es decir a continuación, van unas líneas muy desordenadas y mal escritas, las mismas refieren a una idea que arrojó sin mucha elaboración estructural pero si con mucho sentimiento, del puro, del noble.
Entonces, finalizando los preámbulos excusadores, les entrego lo que pude capturar entre gestos y expresiones verdaderas. Perdón por la inexperiencia.
Ahora si, con ustedes, primera definición que entregó de la verdad. Al finalizar, y luego de despedirse, gritó al viento que era la primera de muchas. Entiendo que ya vendrán más.

Bueno, ya basta.

Besos, hasta otro día, uno de estos tal vez.

Martín.



Definición I - La verdad.

La verdad no es justa pero no deja de ser verdad, es sabido que poco podemos reprocharle a este atributo tan siniestro y real. La verdad no es sabia y a su vez tampoco necesita serlo, ella no conoce de errores y parcialidad. La verdad nunca es ajena, es propia en cualquier latitud, pero permanece oculta en la misma verdad, allí, donde nuestras voces nunca llegarán. La verdad no es nuestra pero bien podría serlo, después de todo no han existido seres que le rindan más culto a su condición. La verdad es tan poderosa que no le teme a su verdad, ella entiende que nunca nadie podrá matarla sin que quiera sobrevivir. Hay señores, no son muchos pero son los mejores, que creen ser dueños de su divinidad, van por la vida transitando su camino con suma nobleza y seriedad. Les importa poco el fin, suponen que por siempre estará la verdad para jugar una mano más a su lado. Ella espera, espera tanto que a uno le queda una sensación de inseguridad, semejante al abandono.
No nos conoce, no sabe que vamos por un poco de su luz, sin embargo nosotros confiamos, creemos que es la madre de todas las esperanzas. Un paso, otro más, así vamos construyendo y moldeando nuestra ilusión, su imagen más fiel. Es una representación un tanto irreal pero sumamente noble, honesta por donde se la mire, si al menos pudieran entender que no pretendemos el cielo, tan solo aspiramos a un aire de igualdad.
Nos dijeron, y de la peor manera, que no existe motivo para esperar, que debemos correr sin reconocernos en la noche. Dicen, como ellos adoran decir, sin alguna palabra mediando la sensación, que estamos solos y equivocados, que jamás tendremos una solución a tanta opacidad. Nos amenazan con la verdad, la misma que de a ratos es tan suya y ajena, incitándonos a pedir perdón.
No somos todos pero si somos muchos, cada día más, los que buscamos nuestra verdad, nuestra razón. Comprendemos que la verdad no es el fin, mucho menos el lugar a donde queremos llegar, no es la razón de nuestras vidas ni queremos hacerla nacer. Es tan simple como solo entender que nos mueve, que es motor y reacción, es camino y revelación. No es nuestra ni de nadie y es, por sobre todo, de carácter universal.
Su única debilidad es la codicia que despierta en quien fantasee con poseerla.
No la queremos como propia, la soñamos como universal. Como popular.


"guigiar".

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