martes, 27 de septiembre de 2011

y que sea la hora, que ya no se puede esperar más.. sabemos que el sol no se va a descolgar, pero de todas maneras arde dentro no poder (por hoy) sentirlo.. si está allá.. a tan sólo kilómetros, a tan sólo movientos, a tan sólo una decisión..
y la hora parece que no será, habrá que entender (y fascinarse) ante la realidad.. la realidad que nos muestra que la hora no será, que la hora no vendrá por nadie.. habrá que solamente decidirla, elegirla.
para sentir que moverse en si mismo es un acto para nada alienante, para nada rutinario, y tras sentirlo entenderlo, comprenderlo, y recién allí decidir el propio movimiento, a cada paso, a cada árbol, a cada casa, a cada abrazo.. sonreír queriendo hacerlo, sonreír porque es la única salida posible de nuestro cuerpo ante la alegría, sonreír y así dar muerte a tantas frustaciones, a tantas histerias, que no son otra cosa que espejos de las pesadas cadenas que nos sostienen, que nos contienen..
liberar el cuerpo del peso, de la realidad digitada, impuesta, y mal vivida, liberar al cuerpo del deber.. ese deber al que siempre se le debe y con el cual nunca se salda la deuda.. ese deber que te rompe las rodillas para que no puedas correr, ese deber que te mantiene estable, quieto, frente a tantos canales como tu saldo te permitan pagar..
y claramente la hora no viene siendo, ni tampoco lo será simplemente porque creamos que necesariamente tiene que llegar.. será en la medida que la hagamos, que lo toquemos, que la priorizemos.

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