lazos amarrando nubes y nubes dibujando cielos, las ciudades son oscuras como sus personas y atrevidas y extrovertidas, y en los parques se esconden sus deseos, sus mejores deseos, los cuales unidos y comandados serían un gran motor para intentar concretar una visión distinta a la actual -y probablemente superadora- sobre la administración y el uso de los recursos del planeta, para los planetarios.
parques que custodian el cielo, ese cielo que asoma desde el parque centenario o desde el balcón de la casa de carlos, y para ser más preciso desde su ventana, desde donde se puede escuchar la autopista pero afortunadamente también ver el cielo, y en él esos lazos que marean las nubes mientras con nuestros ojos jugábamos hace años a reírnos de esos dibujos premonitorios e insignificantes a la vez.
y la mierda de hoy confirmándose desde la televisión, y las miradas de cualquier vagón todas iguales, hartas, desconocidas, incompletas, y a cualquier rumbo; las sonrisas son de las autopistas, de los conductores y no de los choferes, de los que no van a parques a ver ese cielo, o de los que no vienen a lo de carlos para a la autopista solo oírla.
de empezar por pensar y terminar pensando en nada, o con mayor certeza pensando en lo malo que a veces puede tornarse pensar, y sólo pensar. y crecer pensando y nunca haciendo, de empezar y acabar historias circulares en territorios en los cuales sólo capitanea al destino el temor, ese temor que obliga a pensar y pensar en ratos en los que sólo valdría andar haciendo, concretando.
y volver a los días y encontrarlos tal cual estaban, idénticos pero renovados, como tu ilusión que sólo ilusiona y no produce, y no hace, y el golpe es tan duro y la realidad tan real, tan pesada, tan de verdad y de costumbres tan aprobadas y reproducidas que la propia verdad padece un escandoloso temor, viéndose obligada a achicarse y buscar un refugio para el alma en pensar...
y ya basta, ya basta que se hacen las doce y no están ni la luna y el sol.
y ya basta que las ciudades se están robando el cielo hace muchos, muchos años, y nunca nadie dice nada, ahora si, si te afanaran un sueldo preferirías que encierren a todos los extranjeros y que mutilen a todos los bandidos... ¿por un sueldo?¿tenés un sueldo?, que suerte, ojalá visites muchos shopings, tantos como quepan en tu placard...
por suerte todavía hay bicicletas para ir hasta parque y por suerte todavía esta despierto carlos, como pasar al balcón y sentarse en su ventana.
parques que custodian el cielo, ese cielo que asoma desde el parque centenario o desde el balcón de la casa de carlos, y para ser más preciso desde su ventana, desde donde se puede escuchar la autopista pero afortunadamente también ver el cielo, y en él esos lazos que marean las nubes mientras con nuestros ojos jugábamos hace años a reírnos de esos dibujos premonitorios e insignificantes a la vez.
y la mierda de hoy confirmándose desde la televisión, y las miradas de cualquier vagón todas iguales, hartas, desconocidas, incompletas, y a cualquier rumbo; las sonrisas son de las autopistas, de los conductores y no de los choferes, de los que no van a parques a ver ese cielo, o de los que no vienen a lo de carlos para a la autopista solo oírla.
de empezar por pensar y terminar pensando en nada, o con mayor certeza pensando en lo malo que a veces puede tornarse pensar, y sólo pensar. y crecer pensando y nunca haciendo, de empezar y acabar historias circulares en territorios en los cuales sólo capitanea al destino el temor, ese temor que obliga a pensar y pensar en ratos en los que sólo valdría andar haciendo, concretando.
y volver a los días y encontrarlos tal cual estaban, idénticos pero renovados, como tu ilusión que sólo ilusiona y no produce, y no hace, y el golpe es tan duro y la realidad tan real, tan pesada, tan de verdad y de costumbres tan aprobadas y reproducidas que la propia verdad padece un escandoloso temor, viéndose obligada a achicarse y buscar un refugio para el alma en pensar...
y ya basta, ya basta que se hacen las doce y no están ni la luna y el sol.
y ya basta que las ciudades se están robando el cielo hace muchos, muchos años, y nunca nadie dice nada, ahora si, si te afanaran un sueldo preferirías que encierren a todos los extranjeros y que mutilen a todos los bandidos... ¿por un sueldo?¿tenés un sueldo?, que suerte, ojalá visites muchos shopings, tantos como quepan en tu placard...
por suerte todavía hay bicicletas para ir hasta parque y por suerte todavía esta despierto carlos, como pasar al balcón y sentarse en su ventana.
Yo creo que conozco ese balcon, no?
ResponderEliminar"...el limite es el cielo, señor..."
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar"de un dios nuevo, mejor hecho, y bajo nuestro pulgar"
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