jueves, 9 de septiembre de 2010

con la furia de querer expresarlo todo en tan sólo siete minutos despertó aquella mañana,
enseguida notó lo improbable de tal terea, quizá por el sudor que derretía sus manos
siempre supo que no lo lograría, pero no por eso no lo intentó.
quedaban cuatro minutos cuanto por fin las nubes abandonaron su cabeza
y cuando finalmente pudo ver el horrendo decorado de sus días entendió que ya no bastaba con expresarlo todo, por más que tuviese a disposición todos los minutos del mundo, ya no le bastaba con expresar, quería romper, quebrar, deshacer.
jamás sintió tal desolación, pues pudo expresarse todo lo que tenía por decirse, pero con tan sólo cuatro minutos nada pudo romper, quebrar, o deshacer.
así cada mañana intenta despertar un rato antes para ver si el tiempo a su favor lo inyecta de la furia y el valor necesario para deshacerlo todo.

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