viernes, 11 de septiembre de 2009

Walter invade la tierra!!!!

Insoportables, tipos que si los cruzás al toque te cae la ficha de lo pelotudos que son. Conocí por lo menos dos, y juro que sus caras no son muy distintas de lo peor que puedan imaginar. Son caras de desgracias, de héroes sumergidos en espejos y viudas espantosas, una cosa de no creer.
Conocí por lo menos dos, y cuando charlando con Walter hacíamos referencia a estos giles, me quedó sonando aquello que dijo cuando afirmó: "El nabo de la brigada tiene una pinta muy colorida y peculiar, pero no creo que su cara de salame pueda salvarlo de lo nabo que es; ¿el otro?, no te das una idea lo pedazo de gil que es el otro, tiene la cara dura y pegajosa como un chicle, es un chicle, un tipo que es lo que deciden todos los demás dientes".
Walter nunca le erraba, y eso que podían decir de él lo que quisieran: que no iba a la escuela porque prefería chupar vicio con los pibes de la plaza, que no tenía dos sonrisas iguales, que mataba a su sombra por una oportunidad. Un millón de cosas podían decir de Walter, pero él nunca la erraba, y cuando decía sospechar que tal o cual no hacía aquello que bien sabía decir, no pasaban más de tres días sin que "tal" o "cual" aparecieran envueltos en una tormenta de miradas que descubrían que nada de lo que brillaba sobre ellos era verdad. No menos ciertos son aquellos días en los que Walter predecía "suertes y finales para tipos elementales", e insisto, nunca le erraba.
Los más borrachos del pueblo decían que Walter había nacido para eso; y eso se trataba de andar dejando al descubierto idiotas en cumpleaños, trabajos, y facultades, eso era reírse (mucho) sobre las migas de su enemigo acalorado tras haberse encontrado sin antifaz..
Me decía que el nabo de la brigada y el chicle eran dos tipos fuertes como un castillo hecho con naipes, un castillo donde ellos dos eran los naipes que coronaban (sin antena) tan sólida e imponente construcción, me decía también que sus ideas pegaban la vuelta al mundo al revés, que estaban convencidos de haber "descubierto todo" desde dentro de una taza de café...
-¿Entenderán mi sueñitos lo mismo que captan los ojos de Walter, o será que otra vez intenta acribillar a su sombra?-
Hoy se dedica a cuidar patos dentro del bosque: los perfuma, los peina, los lleva al patio y a la noche los pasa a buscar. Cada tanto se pega una vuelta y trae fotos de Melmac.

1 comentario:

  1. Buenísimo, Tincho!
    Yo tambien, en cierto sentido, soy un chicle. Un chicle que supo tener la piel suave y opaca. Un chicle que se fue debilitando, deformando, perdiendo el color y el sabor dentro de una boca tan lasciva, una cueva sórdida, una boca que se entreabre, bufa, traga saliva, vuelve a abrir la boca para no decir nada, solo la abre para que los demás vean que hay algo que no me animo a decir. Porque soy un chicle, un maldito chicle que es gobernado y ultrajado por una dentadura de valores tan torcidos como huecos y putrefactos, pero es inevitable, estan ahí. Por más que no quiera darles bola. Me gobiernan, es cierto. Me subyacen. Controlan cada atisbo de palabra y me estrujan hasta hacer salir de mis poros lágrimas de maracuyá. Pero ahora veo un brillo. Ahora me veo brillar y sé que en algún momento voy a salir de caverna y vislumbro con algo de apatía dos destinos posibles: la calle, el suelo: solo saliendo eyectado. Es curioso que cuando uno sale eyectado, siempre es a la calle ¿no? No menos llamativo resulta el hecho de que salir eyectado no es bueno, porque denota una emoción fuerte, dañina, un puño cerrándose en torno a tu esófago. Te eyectás a la calle, terminás por el suelo.
    La otra alternativa es más sencilla: delicadeza, empatía, te tomo con mis manos pegajosas y al pupitre. En el pupitre adquirís opacidad (el tiempo pasa tambien en el aula)y dureza. El pupitre te endurece, creo yo. Y podría estar pegado bajo un banco. Pero bajo un banco se escucha. No solo las lecciones: uno escucha más, ¿Entendés? ¿Por qué razón alguien sacrificaría comodidad y algo del sentido del ridículo arrodillándose debajo de un pupitre. Mirá: para escuchar. Para escuchar, para descubrir, para saber más de lo que deberías, para saber lo que otros no quieren que sepas. Todos somos un poco espías, solo que muy pocos sabemos cuál será el momento justo para saber más. Y si habrá un pupitre allí.

    Odio mi dentadura.

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